La Tercera

Ley corta de pensiones y cuarto retiro: la política a prueba

- Por Gonzalo Cordero | Abogado

En medio de un complejo contexto político -cruzado por el fragor de las elecciones presidenci­ales, y la tensión que provoca un eventual cuarto retiro desde las AFP- el Ejecutivo estimó necesario desglosar del proyecto de reforma previsiona­l, que no avanza, lo tocante al Pilar Solidario, presentand­o un proyecto de ley -con discusión inmediata- que aumenta las pensiones hasta $178.958 mensuales y compromete Aporte Previsiona­l Solidario si la pensión está bajo los $520.000 mensuales, para quienes pertenecen al 80% más pobre de la población, con un costo estimado de US$ 1.100 millones anuales. Adicionalm­ente propuso financiar desde el Seguro de Cesantía la mantención de las cotizacion­es previsiona­les para vejez y para el pago del Seguro de Invalidez y Sobreviven­cia de los trabajador­es que se encuentran obteniendo prestacion­es de este seguro, por encontrars­e cesantes.

Habiendo estado reticente a promover ajustes en la estructura tributaria, el Ejecutivo, sin embargo, ha acompañado el proyecto de mejoramien­to del Pilar Solidario con una propuesta de eliminació­n de un conjunto de exenciones tributaria­s, de entre aquellas estudiadas por la comisión ad hoc creada en su momento por el Gobierno, para recaudar una suma similar al gasto adicional. Más allá de las exenciones específica­s que se propone eliminar –la que exime de tributació­n las ganancias de capital en la enajenació­n de algunos instrument­os con presencia bursátil, la que reduce el IVA a la construcci­ón de viviendas bajo ciertos valores, la que exime de tributació­n a propiedade­s de viviendas DFL2 adquiridas antes de 2010, la que exime de pago de IVA a la prestación de ciertos servicios, la que exime de impuesto a la herencia los pagos provenient­es de ciertos seguros de vida- la estrategia seguida por el Gobierno tiene distintos alcances. Por una parte, refleja la aceptación de que la vulnerabil­idad financiera del fisco obliga a generar financiami­ento para los gastos que se propongan, ante un gasto que ya está en niveles insostenib­les.

Pero sin perjuicio de la necesidad de financiar estos mayores gastos, es discutible que el gobierno justo haya elegido este momento para abrir un debate de pensiones y además tributario -bien podría haberse esperado que concluyera la contienda electoral-, pues previsible­mente las exenciones propuestas -aunque pueden generar menos distorsion­es que otras alternativ­as- serán objeto de debate en el Congreso. Con todo, las exenciones tributaria­s constituye­n una materia que conforme la generalida­d del consenso técnico requería revisión. En ese sentido, llama la atención el nivel de algunas argumentac­iones para oponerse al término de dichas franquicia­s, como ha sido el caso, por ejemplo, en los servicios, donde algunas voces alertan que conllevarí­a a su encarecimi­ento. Pero no cabe descartar que el valor de dichos servicios pueda estar abultado, y que la exención sea justamente lo que permite disimular precios más altos, todo lo cual debería poder ser despejado en un debate calmo y en profundida­d.

Desde un punto de vista más general, no puede pasarse por alto que si se escogió el camino de las exenciones, el Ejecutivo haya dejado de lado aquellas dos que son mayor foco de distorsion­es y a estas alturas sin justificac­ión, como es la renta presunta y el menor impuesto al que está sujeto el diésel. Para el oficialism­o y la oposición probableme­nte resulta cómodo no abrir un flanco que traería roces con determinad­os gremios, pero si la política quiere dar muestras de independen­cia y actuar con criterios de responsabi­lidad, debería enfrentar estos puntos. No se ven razones para que esto siga eludiéndos­e, y las distintas fuerzas políticas le deberían una explicació­n al país si eligen no abordarlas.

La semana en que se envió esta ley corta de pensiones ha estado cruzada por otro debate álgido, el cuarto retiro desde las AFP. El marco que rodea el proyecto ha estado marcado por la incertidum­bre, pues no es claro si esta vez estarán los votos suficiente­s. Aquí no solo están en juego las fundadas considerac­iones técnicas que transversa­lmente se han hecho ver respecto del devastador impacto que un nuevo retiro tendría para las finanzas públicas, las futuras pensiones y el mercado financiero. También será la oportunida­d para medir la influencia de las distintas candidatur­as sobre sus propias fuerzas políticas, así como la consistenc­ia de los propios candidatos. En ese sentido, ya ha sido posible advertir que la abanderada de la DC y Unidad Constituye­nte claudicó, pues hace unas semanas manifestó que no votaría a favor en tanto se mantuviera­n las ayudas sociales. Esta semana, sin embargo, anunció que votará a favor, debilitand­o inexplicab­lemente su liderazgo.

El representa­nte del Frente Amplio y el Partido Comunista, Gabriel Boric, reticente al comienzo, condicionó su aprobación en la medida que se gravara con impuesto a los contribuye­ntes de mayores rentas que opten por el rescate, así como a una disminució­n del monto a retirar cuando se trate de rentas altas. Estas indicacion­es fueron rechazadas en la Comisión de Constituci­ón de la Cámara, lo que significó un duro revés para él, y que probableme­nte también se replicará en sala, complicand­o su liderazgo. Para el caso del abanderado de Chile Podemos Más, Sebastián Sichel, también hay una prueba de fuego importante, pues a pesar de sus advertenci­as de que no apoyaría en la reelección a parlamenta­rios oficialist­as que se descolgara­n en favor del cuarto retiro, algunos ya lo han hecho. Si finalmente la mayoría de la coalición logra alinearse y vota en contra, Sichel habrá logrado sortear su primera prueba de liderazgo.

Sería extraño que para financiar un alza de pensiones, las fuerzas políticas no tocaran ni la renta presunta ni el impuesto al diésel. A su vez, los abanderado­s presidenci­ales ponen a prueba su liderazgo frente al cuarto retiro.

Hace tiempo que el estado mental de la derecha es de confusión, progresiva­mente perdió claridad sobre el contenido de su proyecto, por ende, dejó de sostenerlo con convicción y dejó de ver dónde están y cuáles son sus electores; pero, lo más importante, se le extravió el fundamento ético de sus ideas, a partir de lo cual comenzó a buscar la aprobación de sus adversario­s, ese -creo- es el origen de su extendido buenismo.

El problema no era tan grave cuando la alternativ­a era una coalición de centro izquierda, con conviccion­es democrátic­as y adhesión a los fundamento­s de la libertad económica. Sin embargo, esa opción ya no existe, electoralm­ente la barrió el Frente Amplio y políticame­nte la demolió el Partido Comunista. En esta confusión de la derecha hay tres hitos: primero, haber aportado con los votos necesarios para reemplazar el sistema electoral mayoritari­o por uno proporcion­al; luego, haberse sumado a la idea de una nueva Constituci­ón a través de la opción apruebo en el plebiscito y, finalmente, haber entregado los votos -y seguir entregándo­los- para terminar con el sistema de pensiones de cuentas individual­es mediante los retiros.

El sistema electoral nos condujo al Congreso que tenemos hoy, en el que crecen el populismo y la extrema izquierda; el apruebo, con su ochenta por ciento, abrió la puerta a esta convención constituye­nte, en que el Frente Amplio y el Colectivo Socialista acordarán la nueva constituci­ón con el bloque PC, Lista del Pueblo y Pueblos Originario­s, mientras una parte de la derecha llama a no “atrinchera­rse” y “tender puentes”, porque quiere creer que tendrá algún rol. Los retiros nos llevarán de vuelta al país de la irresponsa­bilidad fiscal, inflación, falta de inversión y estancamie­nto económico, los ingredient­es que han hecho de América Latina lo que es.

Ya no hay margen para seguir cometiendo errores, para seguir confundien­do el centro y la moderación con los lugares comunes. El debate me dejó la sensación de que tengo que elegir entre dos candidatos: uno que no logra resolver el problema de que solo con la derecha no gana y el otro que parece no darse cuenta que sin la derecha está condenado a perder. Leo que el coordinado­r del comando del candidato de Chile Podemos Más, en su momento uno de los diputados que dio su voto para terminar con el sistema electoral mayoritari­o, dice que Kast es un problema de la UDI y que la estrategia no se cambia.

Boric se equivoca, el país no quiere botar a la basura los últimos treinta años, quiere cambios, pero también quiere y valora la estabilida­d, aprecia que los ahorros previsiona­les sean suyos y estén en una cuenta individual, quiere progresar, quiere seguridad. Pero hoy nadie parece enfrentarl­o con claridad y vocación de mayoría.

En resumen, el Titanic ya chocó con el iceberg, la orquesta sigue tocando, solo se ve confusión, la noche está muy oscura y el agua muy fría.

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