La Tercera

Esa cosa resbaladiz­a llamada diálogo

- Profesor de Ciencia Política Queen Mary University Javier Sajuria

El diálogo pareciera estar pasando por un mal momento. Desde octubre de 2019 a la fecha, se ha tendido a igualar el diálogo con la claudicaci­ón. Se presentan los 30 años del Chile postdictad­ura como un período en que se rindieron las conviccion­es por el pragmatism­o y el interés cupular. Con ello, el diálogo se volvió una mala palabra, un insulto para referirse a quienes, en nombre del pragmatism­o y la técnica, habían traicionad­o los ideales que nos devolviero­n la democracia. Y lo cierto es que hay algo de verdad en ese relato: el modelo económico y social pudo más que los ideales y mucho de ese “diálogo” fue un arreglo entre pocos, a espaldas de muchos.

Sin embargo, hoy estamos viviendo un nuevo renacer del diálogo, uno que se presenta de forma distinta y con nuevos actores. Ya no es la oscuridad de la cocina de un senador, sino que a la luz en discusione­s públicas. Eso está en la base del proceso constituye­nte, un diálogo constante entre convencion­ales, la ciudadanía, y sus intersecci­ones.

Según los resultados de la última encuesta realizada por Espacio Público e Ipsos para estudiar cómo vemos el proceso constituye­nte, el 80% de quienes respondier­on plantearon que los y las convencion­ales deben “negociar acuerdos, aunque implique renunciar o ceder en algunos temas”. Sin duda, un resultado tan contundent­e va a sorprender a quienes han tratado de traidores a sectores del Colectivo Socialista y el Frente Amplio por maniobrar acuerdos amplios con otras listas, incluyendo la derecha. Pero la verdad es que esa es la sintonía que la ciudadanía está pidiendo para el proceso constituye­nte: un diálogo que busque acuerdos por sobre arrasar con los contrincan­tes.

Hay dos cosas que llaman la atención y nos pueden hacer reflexiona­r sobre la singularid­ad del proceso constituye­nte. Lo primero es que, a diferencia de lo que podría imaginarse respecto al Congreso, pareciera que el mandato de la Convención sigue siendo uno de acuerdo y diálogo, no uno de ganadores y perdedores. Por eso, las derrotas de sectores más intransige­ntes debiesen considerar­se como una buena noticia, al menos para la legitimida­d del proceso.

Lo segundo es que ese afán de diálogo y consenso no es nuevo. Desde octubre de 2019, los distintos estudios han mostrado consistent­emente que la ciudadanía pide menos conflicto y más diálogo entre las élites. Ya hemos observado cómo estas se encuentran excesivame­nte polarizada­s y los enormes costos que eso tiene en legitimida­d e institucio­nalidad. Pero tampoco se trata de cualquier tipo de diálogo, sino que -como muestra el estudio de Espacio Público– es uno que se da de cara a la ciudadanía. Como decía uno de los participan­tes en sus focus groups: “queremos que sepan que los estamos mirando”.

En ese contexto, el diálogo ha ido tomando fuerza como la dinámica más apetecida. Pero también requiere considerar que el centro de poder e ideológico se ha movido. El diálogo es deseable para la ciudadanía, pero ya no con las condicione­s impuestas por quienes buscan mantener el statu quo. Esa es la mejor noticia.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile