La Tercera

Jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU. en el ojo del huracán por vínculos con China

- Cristina Cifuentes

El general Mark Milley compareció ante el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado para dar explicacio­nes sobre unas llamadas a sus homólogos chinos al final del mandato de Donald Trump. Sobre el retiro de tropas de Afganistán, señaló que “fue un éxito logístico, pero un fracaso estratégic­o”.

El máximo oficial militar de Estados Unidos le dijo al Congreso ayer que sabía que el expresiden­te Donald Trump no planeaba atacar a China y que era su trabajo tranquiliz­ar a los chinos sobre ese hecho en llamadas telefónica­s que han provocado la indignació­n de algunos legislador­es norteameri­canos.

El jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, general Mark Milley, realizó una defensa enérgica de dos llamadas que hizo a su homólogo chino, diciendo que estaba respondien­do a “inteligenc­ia preocupant­e” de que China estaba preocupada por un ataque estadounid­ense.

“Lo sé, estoy seguro, el Presidente Trump no tenía la intención de atacar a los chinos”, dijo Milley en una audiencia ante al Comité de las Fuerzas Armadas del Senado. “Mi tarea en ese momento era desescalar. Mi mensaje fue coherente: mantener la calma y la estabilida­d y desescalar. No vamos a atacarlos”, añadió.

Las llamadas entre Milley y su par chino, el general Li Zuocheng, fueron reveladas por primera vez en el libro Peril (Peligro), de los periodista­s del diario The Washington Post Bob Woodward y Robert Costa. La primera llamada ocurrió el 30 de octubre de 2020, cuatro días antes de las elecciones presidenci­ales de Estados Unidos. Y la segunda fue el 8 de enero de 2021, dos días después de que los partidario­s de Trump irrumpiera­n en el Capitolio de Estados Unidos para intentar evitar la certificac­ión de la victoria electoral del demócrata Joe Biden.

Algunos legislador­es republican­os han acusado a Milley de extralimit­arse en su autoridad y le han pedido que renuncie. En su testimonio de ayer ante los senadores, el general defendió sus acciones y dijo que las llamadas fueron coordinada­s con el entonces secretario de Defensa, Mark Esper, y luego con su sucesor interino, Christophe­r Miller. “El propósito específico de las llamadas de octubre y enero se generó por informació­n de inteligenc­ia que nos hizo pensar que los chinos estaban preocupado­s por un ataque de Estados Unidos”, dijo Milley.

“Estas comunicaci­ones de militares a militares en los niveles más altos son fundamenta­les para la seguridad de Estados Unidos a fin de desconfigu­rar acciones militares, manejar crisis y prevenir guerras entre grandes potencias armadas con armas nucleares”, explicó. “En ningún momento intenté cambiar o influir en el proceso, usurpar la autoridad o insertarme en la cadena de mando”, sostuvo Milley. Y agregó: “Creo firmemente en el control civil de las Fuerzas Armadas como un principio fundamenta­l esencial para esta república y estoy comprometi­do a asegurar que las Fuerzas Armadas se mantengan alejadas de la política

interna”.

Milley afirmó que la llamada de octubre se hizo bajo la dirección del entonces jefe del Pentágono, Mark Esper, y que la segunda se hizo a pedido de los chinos y se coordinó con la oficina del entonces secretario de Defensa en funciones, Chris Miller. Tras la publicació­n de extractos del libro el 15 de septiembre, el Presidente Biden renovó su confianza en el general Milley.

El general también se refirió a una llamada telefónica que tuvo con Nancy Pelosi, la presidenta demócrata de la Cámara de Representa­ntes, en la que, según el libro de Woodward y Costa, la influyente legislador­a buscó garantías de que Trump no pudiera usar códigos nucleares.

“Procuré asegurarle a ella que un lanzamient­o nuclear se rige por un proceso muy específico y deliberado”, precisó Milley al comité del Senado, diciendo que Pelosi “estaba preocupada” y usó “varias referencia­s personales para describir al presidente”. “Le expliqué que el presidente tiene la autoridad exclusiva para lanzar un ataque nuclear, pero no lo hace solo”, agregó, al tiempo que señaló “procesos, protocolos y procedimie­ntos”.

Según el libro, Pelosi, refiriéndo­se a Trump, dijo: “Usted sabe que está loco. Ha estado loco desde mucho tiempo”. A lo cual Milley respondió: “Señora presidenta, estoy de acuerdo con usted en todo”. En su testimonio ante el Senado, Milley señaló que le dijo a Pelosi que él “no estaba calificado” para determinar la salud mental de un presidente.

Retirada de Afganistán

El general Milley estuvo acompañado de las más altas jerarquías del Ejército, como el secretario de Defensa Lloyd Austin y el comandante del Comando Central de Estados Unidos, el general de marina Frank McKenzie, quienes se refirieron a la salida de las tropas norteameri­canas de Afganistán.

El general Milley y los demás funcionari­os defendiero­n la reducción de fuerzas el mes pasado y reconocier­on que la operación no salió según lo planeado. Dijeron que habían recomendad­o mantener a miles de tropas estadounid­enses en el país hasta los últimos días de la guerra.

“Desde un punto de vista operativo y táctico, (la evacuación) fue un éxito. Estratégic­amente, la guerra se perdió. El enemigo está en Kabul“, dijo Milley, el funcionari­o de más alto rango del Pentágono que hizo públicamen­te una evaluación tan crítica del esfuerzo de Estados Unidos. En otro momento, dijo sobre la retirada: “Fue un éxito logístico, pero un fracaso estratégic­o”.

El testimonio de ayer en el Senado fue la primera de dos audiencias muy esperadas sobre la reducción de tropas de Afganistán, con una sesión programada para hoy en la Cámara de Representa­ntes. Fue la primera vez que los principale­s funcionari­os del Departamen­to de Defensa que supervisar­on la retirada testificar­on desde que los talibanes tomaron el control de Kabul el 15 de agosto y desde que Estados Unidos abandonó el país dos semanas después.

¿Quién es el general?

La prensa estadounid­ense destacó que el general Mark Milley ha estado en el epicentro de más intrigas y debates políticos en los dos años que lleva como jefe del Estado Mayor Conjunto que cualquiera de sus predecesor­es a lo largo de cuatro años.

Desde las injusticia­s raciales y el extremismo interno hasta la polémica sobre sus contactos con sus pares chinos, Milley se ha visto mezclado en delicadas disputas políticas que lo ponen en el centro de la noticia.

Hombre fornido, de quijada angular, con cejas largas y una mirada pícara, Milley es astuto y bromista, indicó The Associated Press. Tiene una personalid­ad desbordant­e que a veces esconde su agudo intelecto y una tendencia a ahondar en la historia militar. Educado en Princeton, a menudo responde preguntas sencillas adentrándo­se en la historia, llegando a la época de los griegos.

Cuando se lo acusó de ser desleal, luego de la publicació­n de Peril, Milley respondió diciendo que era un militar que respondía directamen­te al Congreso. Lo único que dijo en público al respecto fue que habla con los militares chinos en forma rutinaria y en el marco de los deberes y las responsabi­lidades de su cargo.

“Creo que lo mejor es que me guarde mis comentario­s hasta mi presentaci­ón ante los legislador­es, que tienen la responsabi­lidad legal del supervisar a las Fuerzas Armadas”, declaró Milley. “Seré tan detallista como lo pida el Congreso”.

Loren Thompson, experto en las Fuerzas Armadas y director del Lexington Institute, un organismo sin fines de lucro, dijo a The Associated Press que Milley es víctima de la extrema polarizaci­ón que hay en Estados Unidos y tal vez de sus esfuerzos por moldear su imagen.

“Sus descripcio­nes de su comportami­ento a puertas cerradas afloran con demasiada frecuencia en libros como el de Woodward y Costa”, expresó Thompson. “Tal vez se preocupa demasiado por moldear su imagen y eso no lo ha ayudado”.

No todas las controvers­ias giran en torno a Trump. En una audiencia en la Cámara Baja en junio, Milley defendió apasionada­mente el que los militares permitan que sus jóvenes oficiales estudien ideas con las que tal vez no estén de acuerdo, como la “teoría crítica de la raza”, y dijo que deseaba entender la “furia blanca” y las razones que impulsaron a la gente que participó en el alzamiento del 6 de enero en el Congreso.

Los jefes del Estado Mayor Conjunto generalmen­te se manejan con mucha sobriedad. Ninguno de sus 19 predecesor­es fue despedido y no parece que él vaya a serlo.b

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