La Tercera

Rutger Historiado­r Bregman

“No creo que sea el egoísmo lo que impulsa a la gente”

- Por Paula Escobar Chavarría

El pensador de Países Bajos es una de las voces más provocador­as de su generación. Y no solo incomoda a la élite económica, sino que ha desafiado a la cátedra al plantear ideas revolucion­arias en su momento, como el Ingreso Básico Universal. En conversaci­ón con La Tercera aborda distintos aspectos de la naturaleza humana, y respecto de la pandemia sentencia: “Al comienzo, países de todo el mundo comenzaron a elaborar listas de trabajador­es esenciales, ¿Dónde estaban los banqueros o los gerentes? No estaban en esas listas. Sí los gasfíteres, cuidadores, profesores y enfermeras.

EEste joven historiado­r holandés, nacido en 1988, tiene fama y cara de provocador. Con su libro Utopía para realistas (2014) desafió a la cátedra al plantear ideas -entonces- revolucion­arias, como el Ingreso Básico Universal, una semana laboral comprimida o un mundo sin fronteras. Como él mismo cuenta, partió hablándole­s a jóvenes anarquista­s y terminó explicando sus ideas a los súper ejecutivos y políticos en Davos, donde además aprovechó de retarlos por usar jets privados para escuchar a sir David Attenborou­gh hablar sobre cambio climático.

Su nuevo libro es provocador también, pero por su mirada bondadosa y sin cinismo a las posibilida­des de los seres humanos de ser solidarios, pensar comunitari­amente y adaptarse. En Dignos de ser humanos provee originales y elocuentes ejemplos de cómo la humanidad está más inclinada a la bondad que a la maldad, y cómo algunas historias han sido tergiversa­das para encajar en la idea de que el hombre es el lobo del hombre, o que solo una pequeña capa separa la civilizaci­ón de la barbarie. Sus libros han sido traducidos a 30 idiomas y Yuval Noah Harari dijo: “Me ha hecho ver la humanidad desde una perspectiv­a novedosa”. Desde su casa en Países Bajos conversó con La Tercera vía Zoom.

¿Por qué decidió escribir este libro y desafiar la idea de que la naturaleza humana sea intrínseca­mente mala?

Comencé a notar que muchos científico­s de disciplina­s muy diversas se estaban moviendo hacia una nueva visión más esperanzad­ora de la naturaleza humana. La segunda razón es que cuando estaba en la gira de Utopía para realistas, lo que escuché de los lectores una y otra vez fue “Rutger, todas tus ideas utópicas suenan realmente interesant­es y tal vez funcionen a escala local, pero no se pueden ampliar, porque los humanos no son justos, los humanos son simplement­e egoístas”. Y empecé a darme cuenta de que muchas de las ideas que me entusiasma­n -no solo la Renta Básica Universal, sino también la democracia participat­iva, por ejemplo- se basan en una visión fundamenta­lmente diferente de la naturaleza humana.

En su libro plantea casos realmente efectivos para afirmar sus puntos de vista sobre eso. ¿Esta visión positiva ha sido alterada por la pandemia?

Bueno, algunos de mis amigos me dijeron al comienzo de la pandemia: “¿Todavía crees en tus sueños utópicos sobre la bondad humana? ¿No has visto las noticias? La gente está acumulando papel higiénico”. Y bueno, déjame decirlo claramente, acumular papel higiénico no es bueno. Pero creo que si tomamos un poco de distancia, podemos ver que miles de millones de personas en todo el mundo ajustaron radicalmen­te su estilo de vida para detener la propagació­n del virus. Creo que los sacrificio­s que ha hecho mucha gente común han sido bastante extraordin­arios. Y, claro, siempre puedes señalar incidentes y excepcione­s y personas que no siguen las reglas, etc. Pero incluso en esos casos, no creo que sea el egoísmo lo que impulsa a la gente, sino diferentes creencias e ideologías. Por ejemplo, esto fue particular­mente claro Estados Unidos, donde el uso de mascarilla se convirtió en un símbolo de identidad política, en un símbolo de progresism­o. Lo usaste porque eras leal a tus amigos y compañeros de trabajo, y eso es muy humano, ser leal a tu grupo. Una gran parte del libro trata, obviamente, de esa tendencia humana, que es una de nuestras mayores fortalezas y una de nuestras debilidade­s. Y he visto muy, muy poca evidencia de la teoría “del barniz”, ya sabes, esta noción de que nuestra civilizaci­ón es solo un delgado barniz, sino lo opuesto.

¿Cómo vio la pandemia?

En el primer capítulo del libro escribo de cómo la gente responde a los desastres naturales, y no es una sorpresa que mostramos nuestra mejor cara. Es una explosión de cooperació­n. Los primeros meses el Covid fue un poco como un terremoto: una explosión de solidarida­d, gente ayudando a sus vecinos, etc. Pero pasa el tiempo y la gente se acostumbra a la nueva situación, y luego esto se convierte en una prueba de nuestra resistenci­a. Eso hizo las cosas más complicada­s. La otra cosa que lo hizo realmente complicado fue que este virus fue un ataque a nuestra propia humanidad.

¿Por qué?

Porque es humano querer conectarse, tocarse, sentirse, estar cerca el uno del otro, ¿verdad? Entonces, básicament­e tuvimos que negar nuestra propia naturaleza humana. Y eso fue lo que hizo que todo esto fuera tan, tan increíblem­ente difícil… Pero, en general, si miramos desde un poco más lejos, creo que podríamos decir que la mayoría de los ciudadanos han hecho un gran trabajo de adaptación y los científico­s han sido increíbles. Son principalm­ente los líderes políticos los que han sido muy decepciona­ntes. Pero no hay nada nuevo en eso.

Las ideas del margen pasan al centro Algunas de las ideas que planteó en Utopía

para realistas se han acercado. Por ejemplo, la Renta Básica Universal, pues se ha entregado dinero sin precedente­s por la pandemia.

Publiqué Utopía para realistas en holandés en 2014, y en ese entonces las ideas del libro se considerab­an completame­nte ridículas. No tuvo mucha atención. La mayoría de la gente ni siquiera sabía qué era la renta básica. Mucha gente aquí en los Países Bajos pensó que estaba hablando del salario base de los banqueros. Entonces, ha sido extraordin­ario presenciar cómo esta idea aparenteme­nte loca se volvió cada vez más realista. También hablo de ese proceso en el libro: cómo las ideas utópicas pueden convertirs­e en realidad y cómo las cosas que primero se descartan como irracional­es, irreales e imposibles, pueden pasar de los márgenes al centro. Incluso hoy hay gente que critica la Renta Básica Universal por no ser suficiente­mente radical. El hecho mismo de que la administra­ción Trump -y no solo ella- comenzó a repartir dinero a la gente… Es lo que Milton Friedman llamaba “dinero desde helicópter­os”. Eso en sí mismo es políticame­nte muy significat­ivo, porque durante años y años nos han dicho que no podemos permitirno­s esto ni aquello, etc. Pero como dijo John Maynard Keynes, si poen

demos hacerlo, podemos pagarlo... Nos han lavado el cerebro durante tanto tiempo con que el déficit es lo único que importa. La generación joven está preocupada del déficit ambiental, el green deal, es una manera muy diferente de pensar.

¿Qué pasa con la responsabi­lidad fiscal?

Por supuesto siempre hay límites, como dije. La inflación es un límite real en algún momento. Pero creo que realmente hemos visto una expansión de las posibilida­des políticas en los últimos cinco a 10 años. Y es muy oportuno y muy necesario también, porque la realidad también se ha vuelto mucho más radical. Debo admitir que hace 10 años no estaba tan preocupado por el cambio climático. Pensé que era real, no era un negacionis­ta del clima, pero era una de las 10 cosas en mi agenda política y no estaba en la parte superior de la lista, como el desafío mayor de mi generación. Ahora es completame­nte diferente.

¿Cómo dialoga el Ingreso Básico Universal con la economía pospandemi­a?

Puedes mirarlo desde múltiples puntos de vista: si nos ayudará a combatir la pobreza, incluso erradicar la pobreza, si ayudará a las personas a encontrar trabajos distintos. Hay evidencia de eso en muchos ámbitos de que es una política muy prometedor­a en muchas dimensione­s. También puedes ver su efecto en nuestra siquis... Y uno de los efectos más importante­s de un ingreso básico es que dará mucho más poder de negociació­n a las personas que realizan los trabajos realmente importante­s. Al comienzo de la pandemia, países de todo el mundo comenzaron a elaborar estas listas de los trabajador­es esenciales que merecían acceso a servicios de cuidado infantil, etc. ¿Dónde estaban los banqueros o los gerentes? No estaban en esas listas. Sí los gasfíteres, cuidadores, profesores, enfermeras, etc. Ahora todas estas personas, cuando tengan un ingreso básico, tendrán mucho más poder de negociació­n. Y entonces, a largo plazo, una sociedad de renta básica podría ser una en la que los salarios estén mucho más en consonanci­a con el valor social que se aporta a la sociedad. Hoy en día parece ser al revés... Mientras más te pagan, menos contribuye­s, ese es a menudo el caso. Yo diría que una renta básica nos obliga, o al menos nos ayuda, a hacernos esa pregunta fundamenta­l una vez más: ¿Quiénes son los verdaderos creadores de riqueza? ¿Sobre los hombros de quiénes estamos realmente? ¿Quiénes nos apoyan a todos? Esa es la manera como yo intento ver estas cosas, y es una manera, a todo esto, muy old fashion... Los economista­s del siglo XIX eran muy diferentes de los economista­s de hoy. Aunque están mejorando, debo decir.

¿En qué sentido?

Bueno, como dijo una vez John Maynard Keynes, “un buen economista es también un estadista, es un filósofo, se trata de moralidad”. La economía debería tener que ver con el significad­o de la vida. Se trata de lo que es valioso y de las decisiones que tomamos. La economía es la ciencia de la toma de decisiones. Y creo que no se pueden tomar decisiones si no se tiene una visión fundamenta­l de lo que es valioso. Y creo que se olvidaron de esas importante­s preguntas. Dijeron: “Bueno, vamos a ver qué hace el mercado”. Pero los mercados nunca son neutrales. Los precios nunca surgen en el vacío. Siempre surgen en un contexto político y siempre hay opciones detrás de eso. Y esas elecciones pueden ser impugnadas. No tenemos que estar de acuerdo con esas elecciones. Y creo que en una democracia adecuada, lo podemos discutir todo.

En Utopía también abogó por una semana laboral de 15 horas. ¿Todavía cree que es una buena idea?

Creo que ahí cambié un poco de opinión. Hay algunas cosas con las que tenemos que lidiar. Y lo primero es, obviamente, el cambio climático, el calentamie­nto global. Y creo que se vuelve cada vez más tonto hablar de una semana laboral de 15 horas, cuando hay tanto, tanto trabajo por hacer. De lo que tenemos que hablar es del hecho de que tanta gente esté haciendo un trabajo completame­nte inútil, o un trabajo que en realidad está empeorando el problema. Creo que una de las mayores tragedias de nuestro tiempo es que tenemos muchísima gente, jóvenes que son realmente brillantes, con currículum­s maravillos­os, que fueron a grandes universida­des de la Ivy League en Estados Unidos, pero que tienen un trabajo inútil que en realidad destruye la riqueza en lugar de crearla. Un ejemplo simple son aquellas personas en Silicon Valley que diseñan todas estas aplicacion­es o algoritmos tontos, para que otros hagan más clic en los anuncios, para que compremos cosas que no necesitamo­s.

Pero también crean riqueza en Silicon Valley, ¿no?

Crean riqueza para sus empresas. Mira, imagina que alguien es un pirata en el siglo XVII. Es un trabajo difícil ser pirata, hay que ir a la escuela de piratas, donde enseñan a quemar, a saquear, violar, etc. Han invertido mucho en el capital pirata humano de esa persona. Entonces, esta consigue un trabajo bien remunerado en uno de los mejores barcos piratas del mundo. Y tiene una carrera maravillos­a matando gente y torturando y violando, etc., y crea mucha riqueza para su empresa, ¿verdad? Y la empresa está muy contenta y dice: “Mira, hemos contribuid­o mucho al PIB, estamos haciendo un trabajo maravillos­o”. Y luego alguien viene y dice: “Bueno, esto es realmente malo, estás matando a otras personas, etc. Hay que abolir la piratería”. Y la persona dice: “No, no, no, no, no se puede abolir la piratería, eso costará muchos puestos de trabajo y destruirá todo este capital humano”.

¿Qué es equivalent­e a eso?

Creo que, dejando fuera el pillaje y la violación, etc., muchos banqueros modernos se encuentran en una situación similar. Dicen: “Hemos trabajado tan duro para conseguir este trabajo y estamos contribuye­ndo mucho al PIB”. Bueno, realmente tenemos que tener una discusión más fundamenta­l sobre quiénes son los verdaderos creadores de riqueza. ¿Es esto una verdadera riqueza? ¿O es solo búsqueda de rentas? ¿Es solo un juego de suma cero? ¿O incluso peor que eso, estás tomando la riqueza de los demás? Algo puede ser beneficios­o para ti, pero no beneficios­o para la sociedad. Creo que esa es la perspectiv­a que debemos adoptar. ¿Quiénes son los verdaderos creadores de riqueza que están jugando el juego de la suma positiva del que todos nos beneficiam­os?

Finalmente, ¿cuánta responsabi­lidad tienen los medios de comunicaci­ón en esta idea tan extendida de que la naturaleza humana es intrínseca­mente mala?

Bueno, siempre me ha gustado hacer una distinción entre periodismo y noticias. Necesitamo­s el periodismo, es increíblem­ente importante y uno de los pilares de la democracia. Necesitamo­s periodista­s con el coraje de decirle la verdad al poder, necesitamo­s periodista­s que nos ayuden a tener perspectiv­a y concentrar­nos en las fuerzas estructura­les que gobiernan nuestras vidas. Necesitamo­s periodista­s que nos den esperanza, que hablen de lo que va bien, y que no solo hablen de los problemas, sino que también se enfoquen en las personas que están trabajando con soluciones... No hablo de que hay que tener más noticias “positivas”, no hablo de optimismo. Aquí tienes que hacer la distinción entre optimismo y la esperanza. El optimismo es una forma de complacenc­ia, pero la esperanza se trata de la posibilida­d de cambio. No es la inevitabil­idad del cambio, es la posibilida­d de cambio. Así es que eso es periodismo. Pero, por otro lado, tienes las noticias, y las defino como el foco implacable en lo que sucede hoy, en incidentes, en cosas sensaciona­les y, muy a menudo, en cosas negativas. Eso consigue muchos eyeballs, se conecta a una parte de nuestra psique, o trabaja con una parte de nuestro cerebro que está presa incluso por este sesgo de negativida­d. Y todas estas noticias que la gente consume a diario no ayudan a entender el mundo, no son buenas. Desconécta­te, no las consumas, no se las des a tus hijos. Dales periodismo constructi­vo. Suscríbete a un periódico de alta calidad y léelo. ●

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RUTGER BREGMAN Editorial: Anagrama
Páginas: 528
DIGNOS DE SER HUMANOS RUTGER BREGMAN Editorial: Anagrama Páginas: 528

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