La Tercera

Boric y la dicotomía en política exterior

- Jorge Sahd Director Centro de Estudios Internacio­nales de la UC

En lo internacio­nal, Boric comienza con el pie derecho e izquierdo a la vez. Por una parte, el establishm­ent internacio­nal celebra su triunfo y los medios extranjero­s lo destacan como el rostro del cambio y una figura de izquierda más comprometi­da con la democracia y los derechos humanos, que países como Venezuela, Cuba o Nicaragua. Pero, por otra, los mercados parecen creerle poco al perfil moderado del presidente electo y aún asignan a Chile altos niveles de incertidum­bre política. Esta dicotomía marca sus inicios en política exterior.

Su programa de segunda vuelta reitera el compromiso de Chile con el multilater­alismo y establece una diplomacia “emprendedo­ra, feminista y turquesa”. Con elementos de continuida­d y otros nuevos, la clave será que las relaciones internacio­nales sigan siendo “de Estado”. Eso significa una política exterior basada en pocos, pero sólidos principios. La interrogan­te de momento no está acá.

Las dudas se concentran principalm­ente en el aspecto económico de las relaciones exteriores: la política comercial y de atracción de inversione­s. Si bien el programa 2.0 deja de lado la revisión unilateral de los tratados, no hay incentivos claros a la protección de la inversión extranjera, se plantea eximir a Chile de la aplicación de tribunales internacio­nales ad hoc y exigir requisitos de desempeño a las inversione­s foráneas, los cuales en su mayoría son prohibidos por la OMC. Visto a la inversa: ¿se sentirían atraídas las empresas chilenas a invertir en países que ofrecen inicialmen­te estas condicione­s? Al menos, lo dudarían.

Esta dicotomía también podría manifestar­se en la aprobación de acuerdos internacio­nales pendientes. Por un lado, un gran entusiasmo por aprobar el Acuerdo de Escazú o el Pacto Mundial sobre Migración, pero por otra el rechazo sin más al TPP11, clave en la proyección de Chile al Asia-Pacífico.

Boric enfrentará, además, desafíos regionales en seguridad nacional, como son las migracione­s, controles fronterizo­s y narcotráfi­co. Estos requerirán de cooperació­n con países vecinos y representa­rán una oportunida­d para el presidente electo, por su natural afinidad política con los gobernante­s de Argentina, Perú y Bolivia. La relación regional acomoda a las fuerzas de izquierda y el futuro presidente debiera beneficiar­se del conocimien­to, experienci­a y redes construida­s por las antiguas Concertaci­ón y Nueva Mayoría durante décadas

La dicotomía de la política exterior presenta un desafío para Boric. En lo político, los vientos soplan a su favor y lo esencial será darle continuida­d a una de las pocas políticas de Estado que van quedando en el país. En lo económico, no bastarán los gestos, sino hechos concretos a favor de la política comercial y de inversione­s. Solo así, esta dicotomía inicial podrá dar paso a una política exterior más consistent­e, donde lo político vaya de la mano de lo económico.

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