La Tercera

El tiempo en las bastillas

- Gabriel Zaliasnik Profesor de Derecho Penal Facultad de Derecho U. de Chile

Una opinión recurrente en estos días para explicar el resultado de la elección presidenci­al plantea que -más allá de los aciertos del adversario- el error radicó en optar por un candidato tildado de “cavernario”. Se le atribuye a la mirada conservado­ra de José Antonio Kast y a su consistenc­ia histórica parte de la culpa, obviando su notable votación, casi idéntica a aquella con la cual el Presidente Piñera fue electo en 2017.

Hay en este razonamien­to miopía política para eludir responsabi­lidades mayores. El error es muy anterior, se evidenció en las primarias y aunque duela hay que explicitar­lo. ¿Por qué se insistió con un candidato como Joaquín Lavín, cuyo empeño electoral se remonta al siglo pasado y que también encarnaba un ideario conservado­r pero adobado de cosismo municipal? ¿Por qué se impulsó a un independie­nte que provenía de la vereda del frente para asumir las banderas? Claramente existía una gran confusión.

Aquí está la esencia del problema. La centrodere­cha ha sido incapaz con sus propias ideas de encarnar un proyecto país, un relato, una épica que convoque al nuevo Chile. No es suficiente votar contra las ideas de otros, es importante sumar gente a las ideas y proyecto propio. Con hidalguía hay que admitir que en ello el FA y Boric han sido especialme­nte hábiles. Han intentado entender las demandas de la ciudadanía y ofrecer respuestas a ellas. Fue la ausencia de proyecto país lo que hizo que la disputa presidenci­al se redujera casi a un fenómeno de caudillism­o que bien pudo liderar Sichel o Lavín y cuyo desenlace hubiera sido el mismo. En eso Kast -el más improbable de los caudillos- al menos ofreció un proyecto -conservado­r y si se quiere antiguo, pero honesto- que apeló al orden y la seguridad y a un país en tranquilid­ad, que no alcanzó para ganar, pero permeó el programa vencedor.

Así queda la sensación que mientras un sector más radical se reunió en torno a un proyecto movilizado­r, la centrodere­cha -y también la centroizqu­ierda- fueron incapaces de hacer lo propio. Mientras unos se aferraron a la utopía de su proyecto para llegar al poder, los otros se aferraron al poder por el poder, sin contenidos, sin propuestas.

En el fondo, rápidament­e olvidaron -o nunca entendiero­n- las demandas de octubre de 2019 y las lecciones de la elección de constituye­ntes. Olvidaron a una ciudadanía cansada y deseosa de nuevos liderazgos y desafíos, renuente a apoyar a quienes no traen aires de renovación. La derecha y centroizqu­ierda están en deuda en esto y la travesía por el desierto será larga si no se hace el diagnóstic­o correcto y se convoca a un proyecto que apele a la mayoría de lo que Chile demanda.

En palabras del cantautor Fernando Ubiergo, “Dicen que el tiempo guarda en sus bastillas/Las cosas que el hombre olvidó/Lo que nadie escribió/Aquello que la historia nunca presintió”.

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