La Tercera

El naufragio de la derecha

- Sebastián Izquierdo Coordinado­r académico del CEP

Un torpedo bajo la línea de flotación de la derecha fue el resultado de la presidenci­al. ¿Sorpresivo? Para nada. Pese a que ya mucho se ha hablado de la falta de convicción y renovación en el sector, pareciera que nadie ha sido capaz de rescatarla de aquel naufragio provocado por la añeja y reiterada dicotomía de la libertad contra el marxismo, para zarpar así desde el miedo hacia los anhelos de cambios, que se hagan cargo de las prioridade­s ciudadanas.

Al parecer, la generación de la transición no entendió la urgencia de formar y modernizar sus cuadros, llegando a proponer viejos estandarte­s desechados prontament­e. Si no cómo se explica que pasaran de un candidato independie­nte que no era de Chile Vamos (Sichel), a otro que tampoco era de la coalición y que se había mostrado contrario al gobierno (Kast). Ni siquiera el ala centro-liberal de Chile Vamos pudo sacarla de este naufragio; segurament­e le faltó una actitud más desafiante dentro o fuera de la coalición.

Entonces Gabriel Boric se abrió camino, encarnando el petitorio de las marchas del 2011, del feminismo, de pensionado­s decepciona­dos y de los defensores del medio ambiente. Con una táctica sorprenden­te, el Frente Amplio organizó desde sus inicios vehículos electorale­s que desafiaron aquel constructo de enemigo, los conglomera­dos tradiciona­les, atrayendo la atención de un inédito voto joven con demandas muy disímiles, desencanta­do con la política. Los guardianes de la nueva Constituci­ón abrieron las puertas de La Moneda a una nueva generación gobernante, concretand­o un cambio de eje en la propia izquierda.

Pero no todo lo que brilla es oro. Su incansable crítica al lucro, donde el mercado sería el reproducto­r de las injusticia­s, choca con burócratas que son fácilmente corrompibl­es. De este modo, el papel central asignado al Estado explica el espíritu refundacio­nal del sistema político que anima a los dirigentes del Frente Amplio. Sin embargo, paradojalm­ente, a medida que las puertas de Palacio se abren este espíritu va decayendo, pues comprendie­ron que no podrán gobernar sin los artífices de los últimos 30 años. Habrá tensiones, pero para lograr una sana cohesión deberán buscar un equilibrio entre Estado y sociedad civil, entre lo privado y lo público, incluyendo al mercado, al cual por lo demás le urge volver a crecer.

¿Qué debe hacer la derecha? Ante todo, recuperar la audacia que se requiere para llegar a ser reformista y liberal, rompiendo el statu quo y los intereses preestable­cidos. Para ello, deberá construir acuerdos con la nueva generación de izquierda, sin abandonar su trasfondo liberal. Es momento de avanzar, evitando los extremos que propenden al desequilib­rio, para perseguir un reformismo capaz de hacer eco a un sinnúmero de expectativ­as, vulnerabil­idades y desigualda­des injustific­adas. Potenciar la sociedad civil y colocar al Estado al servicio de las personas sin rehuir de los beneficios del capitalism­o -haciéndose cargo de sus problemas-, son formas de buscar la igualdad en la libertad, para alcanzar una sociedad más justa que abrace nuestra diversidad.

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