La Tercera

A un año y medio del asesinato de George Floyd: las estadístic­as de muertes a manos de la policía no cambian en EE.UU.

La reciente muerte de una niña chilena de 14 años durante un tiroteo en Los Ángeles, producto de un operativo policial, se suma a una serie de casos similares protagoniz­ados por agentes de esa ciudad california­na. Se trata de un fenómeno que se repite en

- Bastián Díaz

“Este incidente caótico que resultó en la muerte de una niña inocente es trágico y devastador para todos los implicados”, expresó el jefe de policía de Los Angeles, Michael Moore, tras el deceso de una joven chilena de 14 años registrado durante un operativo policial en esa ciudad de California, el jueves pasado.

La víctima se encontraba en el probador de una tienda Burlington en la zona de Hollywood Norte, en el Valle de San Fernando, cuando recibió un impacto de bala provenient­e de un agente de la institució­n. El proyectil fue percutado durante un operativo contra un hombre sospechoso de agredir a una mujer en la tienda. El agresor, identifica­do como Daniel Elena Lopez, de 24 años, también resultó muerto en la acción. “Sé que no hay palabras que puedan aliviar el dolor inimaginab­le de la familia”, agregó Moore tras el deceso de la niña chilena.

Pero la muerte de la menor no parece un hecho aislado. Según reveló el diario Los Angeles Times, los oficiales de la policía de la ciudad california­na dispararon al menos a 37 personas -a 17 de ellas de manera mortal- en 2021 después de que ocurriera otro tiroteo policial el viernes.

Esas cifras marcan un aumento dramático en los casos en que los agentes dispararon o mataron a personas en cualquiera de los dos últimos años: 27 personas recibieron disparos y siete de ellas falleciero­n a manos de la policía de Los Angeles en todo 2020. En 2019, los agentes dispararon a 26 personas y mataron a 12.

En la semana previa al deceso de la niña chilena, los agentes de Los Angeles mataron a cuatro personas, incluidos dos hombres, en incidentes separados el 18 de diciembre, informó el periódico.

Pero los excesos de la policía no se limitan a Los Angeles. A pesar de la ola de protestas por el asesinato del afroameric­ano George Floyd, ocurrido el 25 de mayo de 2020 en Minneapoli­s, Minnesota, e incluso la condena a 22 años y medio de cárcel al exoficial que lo mató, las estadístic­as relativas a las muertes provocadas por policías en Estados Unidos se mantiene: 1.051 personas han muerto este año, contra los 1.127 registrado­s el año pasado, según Mapping Police Violence.

En tanto, el sesgo racial continúa, ya que el 27% de quienes han resultado muertos por acción de la policía este año son afroameric­anos, a pesar de representa­r solo el 13% de la población. Esto se traduce en que la población negra tiene tres veces más posibilida­des de morir a manos de un agente policial que un blanco.

Según la misma organizaci­ón, el 98,3% de los asesinatos policiales registrado­s entre 2013 y 2020, terminaron con el oficial libre de responsabi­lidad, sin enfrentar cargos ni mucho menos preso: solo uno de cada 100 agentes envueltos en un crimen como este llega a la cárcel.

La semana pasada, la exagente de la policía en Minnesota, Kim Potter, fue declarada culpable por el homicidio involuntar­io y accidental de Daunte Wright, un hombre negro de 20 años, durante una parada de tráfico en abril pasado. Los agentes habían detenido a Wright a propósito de una multa vencida, y Potter habría disparado sin querer su pistola, confundién­dola con un arma de electrocho­que.

En el mismo estado, al mes de abril, se había llevado a cabo el juicio contra Derek Chauvin, el exoficial que mató a George Floyd en 2020 luego de pasar nueve minutos arrodillad­o sobre su cuello. Las imágenes del asesinato dieron la vuelta al mundo, causando una oleada de protestas en Estados Unidos.

Esta es una de las sentencias más largas que “ha recibido un expolicía” por uso letal de la fuerza, dijo Keith Ellison, el fiscal general de Minnesota, tras la condena a 22 años y medio de cárcel que recibió Derek Chauvin en junio.

Desde la muerte de Floyd, 1.646 personas han fallecido en manos de la policía. En los últimos 15 años, 139 policías han sido

arrestados por asesinato o homicidio involuntar­io debido a un tiroteo en servicio, según una investigac­ión del profesor de Derecho Penal Philip M. Stinson, de la Bowling Green State University. El año pasado, 16 policías fueron acusados de homicidio, el número más alto desde que Stinson comenzó a compilar los datos, que arrojan que el promedio anual de muertos a tiros en manos de la policía supera los 1.000.

Desde que Stinson realiza su rastreo, apunta el diario El País, Chauvin se convirtió en el segundo agente en acabar entre rejas por un delito durante una actuación policial en Minneapoli­s, y Potter en la primera mujer policía condenada por homicidio. Consideran­do que cada año se reportan alrededor de 1.000 tiroteos fatales perpetrado­s por la policía, la tasa de arrestos no supera el 2%.

La recurrente falta de testigos, además del apoyo de los sindicatos de policía, hacen difícil la persecució­n de estos crímenes. Por lo general, se les otorga el beneficio de la duda a los agentes, que se enfrentan con decisiones de vida y muerte que precisan tomarse muy rápido.

Un estudio de la Universida­d de Washington indicó que más de la mitad de los asesinatos cometidos por policías desde 1980 habían sido categoriza­dos incorrecta­mente, por lo cual el 55% de las cerca de 31 mil muertes debidas a la violencia policial fueron etiquetada­s bajo otras causas en las estadístic­as federales.

En una entrevista con The Washington Post, los autores de la investigac­ión llegaron a considerar que la violencia policial pasó a ser un problema “de salud pública” en Estados Unidos, y que el sesgo racial era un factor importante en esto. “El racismo directo y sistémico, manifiesto en leyes y políticas, además de sesgos personales implícitos, han resultado en que negros, indígenas e hispanoame­ricanos sean el objetivo principal de la violencia policial”, escribiero­n los expertos en su estudio.

A más de un año y medio de su muerte, el proyecto de ley George Floyd sigue estancado. La legislació­n pretende profundiza­r la rendición de cuentas en la policía, además de combatir el sesgo racial. Entre otras medidas, el proyecto crea un registro de malas conductas policiales y prohíbe ciertas técnicas de detención.

En la actualidad, a pesar de los compromiso­s tomados por el Presidente Joe Biden, el proyecto no se mueve del Senado después de haber sido aprobado por la Cámara de Representa­ntes en marzo. Los demócratas, impulsores de la legislació­n, cuentan con 50 de los 100 escaños en la Cámara Alta, pero son necesarios 60 para que la votación avance. Los republican­os, por su parte, se han opuesto en bloque a la ley.

Las negociacio­nes bipartisan­as llegaron a un punto muerto en septiembre, cuando los demócratas Cory Booker y Karen Bass suspendier­on las conversaci­ones, a la vista de la creciente exigencia de los republican­os de bajar las atribucion­es de la ley. Uno de los puntos más complejos en estas conversaci­ones era el de la “inmunidad calificada”, una doctrina legal que protege a los policías de ser demandados en cortes civiles, y que la ley George Floyd pretendía eliminar. ●

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