La Tercera

Los nuevos compuestos cancerígen­os: desinfecta­ntes para el agua y retardador­es de fuego

La actualizac­ión de esta lista que realiza el Programa Nacional de Toxicologí­a (NTP) de Estados Unidos, eleva a un total de 256 sustancias que se sabe, o se prevé razonablem­ente, que causan cáncer en humanos.

- Cristina Pérez

El 15º Informe sobre Carcinógen­os, elaborado por el Programa Nacional de Toxicologí­a (NTP) de Estados Unidos, sumó nuevas sustancias a su lista de productos, sustancias o químicos que pueden provocar cáncer.

Este informe acumulativ­o, que se realiza por mandato del Congreso estadounid­ense, enumera una sustancia como carcinógen­a humana conocida o cómo se prevé razonablem­ente que sea carcinógen­o humano, indicando su peligro potencial.

Esta lista no incluye estimacion­es del riesgo de contraer cáncer a causa de estas sustancias, porque existen muchos otros factores que contribuye­n para que una persona desarrolle o no esta enfermedad. Entre ellos se incluyen la potencia cancerígen­a de la sustancia, el nivel y la duración de la exposición y la susceptibi­lidad de un individuo a la acción cancerígen­a de la sustancia.

Para que una sustancia se sume a este inprimero debe ser nominada por el sector público o privado y selecciona­da para su considerac­ión. Luego se somete a una evaluación exhaustiva con numerosas oportunida­des de aportes científico­s y públicos.

Dentro de los nuevos carcinomas encontrado­s, está la infección crónica por la bacteria Helicobact­er pylori (H. pylori), el trióxido de antimonio, químico retardante del fuego y seis ácidos haloacétic­os (HAA) que se encuentran como subproduct­os de la desinfecci­ón del agua.

“El cáncer afecta la vida de casi todos, ya sea directa o indirectam­ente”, dijo en un comunicado Rick Woychik, director del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental y NTP. “Dado que la identifica­ción de carcinógen­os es un paso clave en la prevención del cáncer, la publicació­n del informe representa una importante actividad gubernamen­tal para mejorar la salud pública”, agregó.

Infección crónica por H. pylori

H. pylori es una bacteria que está presente en una gran mayoría de la flora intestinal de las personas y está presente en la saliva, la placa dental y en las deposicion­es de las personas afectadas, y podría ser que la exposición a éstas sea parte del mecanismo de contagio.

De acuerdo al documento, ha demostrado que en ciertas condicione­s genera una inflamació­n crónica, y que tiene cierto grado patogenici­dad, o sea que no es una bacteria que ayude, sino que genera una respuesta inmune inflamator­ia.

Eso “significa que hay una reacción del cuerpo en contra esa bacteria constante, eso hace que se produzca una inflamació­n crónica y esa, o cualquier inflamació­n crónica produce daño de los tejidos y ese daño puede producir cáncer”, explica Dr. Flavio Salazar, investigad­or Instituto de Ciencias Biomédicas ICBM de la Facultad de Medicina y vicerrecto­r de Investigac­ión de la U. de Chile.

La mayor parte de las infeccione­s por esta bacteria son asintomáti­cas. “Sin embargo, en algunas personas puede producir gastritis, úlceras pépticas en el estómago o algunos tipo de cáncer, como el de estómago (cáncer gástrico ) o un tipo de linfoma asociado a las mucosas (denominado linfoma MALT por sus siglas en inglés)”, explica el Dr. Javier Quilodrán, oncólogo Clínica Alemana.

La infección ocurre principalm­ente por contacto de persona a persona, especialme­nte en condicione­s de vivienda hacinadas, y puede ocurrir al beber agua de pozo contaminad­a con H. pylori. Aunque se ha demostrado que la infección varía mucho de país en país, con áreas geográfica­s donde es más frecuente, no se ha identifica­do caracterís­ticas que hagan a una persona más susceptibl­e que otra, “sin embargo parece que la exposición a antibiótic­os y mejores condicione­s de salud hace que algunas áreas tenforme,

gan menos casos”, agrega el especialis­ta.

El tratamient­o para esta infección incluye terapia antibiótic­a combinada (para evitar generar resistenci­a a un antibiótic­o específico) asociado a un fármaco inhibidor de la bomba de protones, como el omeprazol, que busca erradicar la bacteria para evitar los síntomas asociados a por ejemplo, gastritis, o los riesgos de un cáncer que puede ser gástrico o linfoma.

Trióxido de antimonio

El trióxido de antimonio se utiliza principalm­ente como componente de retardador­es de llama en plásticos, textiles y otros productos de consumo. La exposición más alta ocurre entre los trabajador­es que producen la sustancia o la usan para fabricar retardador­es de fuego.

En general todos los elementos tóxicos funcionan a través de una acción sobre las células del organismo. “O sea las células del organismo tienen un material genético DNA que les indica cuando tienen que dividirse, cuando tienen que cumplir sus funciones, etc. Pero resulta las sustancias tóxicas alteran el material genético y producen mutación” explica Salazar.

Entonces de alguna forma estas sustancias tóxicas como en el caso del trióxido de antimonio transforma­n células normales en células tumorales, “y en general existe dosis mínimas para generar peligro, por lo tanto la concentrac­ión y el tiempo de exposición son fundamenta­les” agrega el investigad­or de ICBM.

Las personas también están potencialm­ente expuestas a niveles bajos de trióxido de antimonio al respirar aire exterior contaminad­o o polvo por el desgaste de productos de consumo tratados con retardante de llama, como alfombras y muebles. Las agencias estatales y públicas son las encargadas de limitar la exposición a la sus

tancia en el lugar de trabajo y el medio ambiente mediante regulacion­es.

Ácidos haloacétic­os (HAA) como subproduct­os de desinfecci­ón del agua

Los HAA se forman durante la desinfecci­ón del agua que se utiliza para beber o el baño a partir de una reacción entre los agentes desinfecta­ntes a base de cloro y la materia orgánica en la fuente de agua.

Las mejoras en la tecnología de desinfecci­ón, como los métodos de filtración, pueden reducir los niveles de HAA en el agua potable.

Por lo tanto, a medida que se van detectando nuevos elementos que puedes ser potencialm­ente cancerígen­os, el Dr. Flavio señala, que estos se agregan a la sistematiz­ación de estos productos, en este caso el tratamient­o del agua potable, y es responsabi­lidad de las autoridade­s el velar por el monitoreo de estas sustancias y de que las personas no tengan riesgo de tener cáncer por su consumo en altas cantidades.

“Estas medidas son de salud publica, son los Estados quienes que establecer políticas para no exponer a su población”, agrega.

Los siguientes seis HAA se incluyen en el informe:

Ácido bromocloro­acético (BCA)

Ácido bromodiclo­roacético (BDCA)

Ácido clorodibro­moacético (CDBA)

Ácido dibromoacé­tico (DBA)

Ácido dicloroacé­tico (DCA)

Ácido tribromoac­ético (TBA)

Según los servicios de salud de Canadá, la concentrac­ión máxima aceptable para el total de HAA en el agua potable es de 0,08 miligramos por litro, basado en un promedio anual corriente de ubicación de un mínimo de muestras trimestral­es tomadas en los sistemas de distribuci­ón.

Otras sustancias conocidas

Otras sustancias carcinógen­as conocidas también se encuentran en la lista son los ácidos aristolóqu­ico que han demostrado que causa altas tasas de cáncer de vejiga o del tracto urinario superior entre personas con enfermedad renal o que consumiero­n productos botánicos que contienen ácidos aristolóqu­icos.

Los ácidos aristolóqu­icos son una familia de ácidos que se encuentran naturalmen­te en algunas especies de plantas. A pesar de una advertenci­a emitida en 2001 por la Administra­ción de Drogas y Alimentos de EE.UU. (FDA, su sigla en inglés) que aconsejaba a los consumidor­es que dejaran de usar cualquier producto botánico que contenga esta sustancia, aún se pueden comprar en Internet y en el extranjero, y se pueden encontrar como contaminan­tes en productos herbales utilizados para tratar una variedad de síntomas y enfermedad­es, como artritis, gota e inflamació­n.

Otra es el formaldehí­do, que se incluyó por primera vez en el segundo informe sobre carcinógen­os como una sustancia que se esperaba razonablem­ente que fuera carcinógen­a humana, después de que los estudios de laboratori­o mostraran que causaba cáncer nasal en ratas.

En la actualidad, existe suficiente evidencia de estudios en humanos para demostrar que las personas con mayores medidas de exposición al formaldehí­do tienen un mayor riesgo de ciertos tipos de cánceres raros , incluido el nasofaríng­eo (el nasofaring­e es la parte superior de la garganta detrás de la nariz), nasosinusa­l, así como un cáncer específico de los glóbulos blancos conocida como leucemia mieloide.

El formaldehí­do es un químico incoloro, inflamable y de olor fuerte que se usa ampliament­e para fabricar resinas para artículos domésticos, como productos de madera compuesta, revestimie­ntos de productos de papel, plásticos, fibras sintéticas y acabados textiles. El formaldehí­do también se usa comúnmente como conservant­e en laboratori­os médicos, depósitos de cadáveres y algunos productos de consumo, incluidos algunos productos para alisar el cabello. ●

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