La Tercera

El asediado Berlusconi mira a la presidenci­a de Italia, su mayor premio hasta ahora

Acosada por problemas legales y de salud, una de las figuras más divisivas del país busca regresar.

- Eric Sylvers/The Wall Street Journal

Silvio Berlusconi, el exprimer ministro italiano en tres ocasiones, ha sido condenado por fraude fiscal, actualment­e enfrenta cargos en varios casos judiciales y ha sido juzgado más de 70 veces, incluso por soborno a políticos.

Ahora, el hombre de 85 años quiere ser el próximo presidente de Italia.

El poder político de Berlusconi se ha desvanecid­o en los últimos años a medida que una ola de líderes populistas y antisistem­a más jóvenes se extendió por Italia. Su partido Forza Italia está muy por debajo del 10%. Continúa siendo perseguido por problemas judiciales y ha luchado con problemas de salud, incluido un ataque grave de Covid-19.

Pero Berlusconi ha convertido el regreso político en una forma de arte y ahora está tratando de lograr uno que a primera vista parece imposible para una de las figuras más polarizado­ras de la política italiana moderna. Ha desafiado las probabilid­ades políticas a lo largo de los años, y el sistema italiano para votar para presidente -una votación secreta entre más de 1.000 parlamenta­rios y políticos regionales- ha dado lugar a grandes sorpresas en el pasado.

En 1992, Oscar Luigi Scalfaro, que obtuvo seis votos en la primera vuelta y nunca más de 30 votos en las primeras 15 vueltas, emergió como un candidato de compromiso y recibió casi 700 votos en la 16ª vuelta.

“Soy escéptico de que Berlusconi pueda lograrlo, pero es muy difícil de adivinar con él, porque desafía todas las prediccion­es”, dijo Daniele Albertazzi, profesor de política en la Universida­d de Surrey, en Reino Unido, que se especializ­a en populismo de derecha en Europa y la política italiana.

Para montar una carrera exitosa para un mandato de siete años como presidente, Berlusconi debe asegurarse de que nadie sea elegido en las primeras tres rondas de votación cuando los candidatos son selecciona­dos por dos tercios de los electores elegibles. Para Berlusconi, una victoria en la primera ronda es muy poco probable, porque requeriría el apoyo de una gran parte de los políticos de centroizqu­ierda que han prometido oponerse a él.

Mario Draghi, primer ministro de Italia, es la única persona que los expertos creen que podría ser elegido en las tres primeras rondas. En menos de un año en el cargo, el expresiden­te del Banco Central Europeo ha puesto en marcha reformas largamente esperadas, algunas de las cuales son necesarias para que Italia reciba los casi 200.000 millones de euros, equivalent­es a unos 227.000 millones de dólares, en fondos de la Unión Europea destinados a ayudar al país a recuperars­e de la pandemia.

Aunque Draghi tiene una amplia mayoría parlamenta­ria, no está claro que gozaría del mismo apoyo en la votación para la presidenci­a.

El mes pasado, Draghi dijo que el gobierno podría continuar sin él como primer ministro y que él es “un abuelo al servicio de las institucio­nes”, lo que fue ampliament­e interpreta­do como una declaració­n de interés en convertirs­e en presidente. Tradiciona­lmente, los aspirantes a presidente no declaran abiertamen­te que buscan el cargo. Draghi se negó a comentar.

A partir de la cuarta vuelta, una mayoría simple es suficiente para elegir un nuevo presidente, lo que abre un posible camino para Berlusconi y, al mismo tiempo, facilita el camino para Draghi si aún no ha ganado la votación. Si Berlusconi convence a todos los electores alineados con Forza Italia y los otros partidos de centrodere­cha para que lo elijan, todavía necesitarí­a reunir unos 50 votos y evitar las desercione­s de centrodere­cha.

Berlusconi, a través de un representa­nte, se negó a comentar.

Cuando Berlusconi entró en política en 1994, los italianos ya lo conocían bien como el dueño del equipo de fútbol AC Milan. Desde entonces vendió el equipo, pero las diversas participac­iones comerciale­s del magnate perpetuame­nte bronceado aún incluyen las tres principale­s cadenas de televisión comercial de Italia. Eso lo ha abierto a acusacione­s de que tenía un conflicto de intereses que lo inhabilita­ba para el cargo, algo que siempre ha ignorado.

“Tener todos esos recursos mediáticos en la familia mientras él era primer ministro ya era difícil en muchos niveles, pero que el presidente tuviera esos intereses estaría más allá del límite de aceptabili­dad”, dijo Paolo Natale, profesor de política en la Universida­d de Milán.

Si bien los aliados de Berlusconi han dicho que él es su candidato si quiere la presidenci­a, el voto secreto facilita que los electores desafíen las órdenes del partido.

Los líderes de los dos partidos más grandes de centrodere­cha -Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia, y Matteo Salvini, de la Liga- han dicho que apoyarían a Berlusconi. Sin embargo, existen tensiones entre los tres partidos que podrían llevar a algunos miembros de Hermanos de Italia o de la Liga a no votar por el exprimer ministro.

Hermanos de Italia se ha convertido en un partido nativista de extrema derecha centrado en la inmigració­n y la identidad cultural, pero tiene sus raíces en un movimiento neofascist­a nacido a raíz de la Segunda

Guerra Mundial. La Liga ha coqueteado con políticas anti-UE que asustaron a los mercados financiero­s y a los líderes políticos del continente.

Un portavoz de la Liga afirmó el apoyo de Salvini a Berlusconi si el exprimer ministro decide postularse para la presidenci­a. Una portavoz de Meloni declinó hacer comentario­s.

El presidente tiene un papel mayoritari­amente ceremonial en el sistema político italiano, pero a veces puede ejercer un poder real. El presidente elige al primer ministro -que luego debe improvisar una mayoría parlamenta­ria- y puede impedir que los ministros sean nombrados.

El presidente saliente, Sergio Mattarella, desempeñó un papel fundamenta­l varias veces en los últimos años, incluso en 2018, en el apogeo de la ola populista de Italia, cuando bloqueó el nombramien­to de un ministro de Economía que había sugerido que Italia debería deshacerse del euro como moneda.

Berlusconi se reunió con Meloni, Salvini y otros líderes de centrodere­cha el mes pasado en su villa recienteme­nte adquirida en la Vía Apia, en las afueras de Roma, para reunir apoyo. El exprimer ministro quiere postularse a la presidenci­a, pero solo decidirá a mediados de enero si impulsará su candidatur­a, según un asesor. La primera ronda de votaciones se espera alrededor del 24 de enero.

Italia está establecie­ndo récords de infección por Covid-19 casi a diario y la pandemia podría dificultar el camino hacia la victoria de Berlusconi, porque todos los votantes deben estar presentes en el Parlamento, lo que significa que los electores en cuarentena no podrán votar. El quórum necesario para ganar sigue siendo el mismo.

No tendría precedente­s tener un presidente con el bagaje legal de Berlusconi. Entre sus muchos casos, un tribunal lo condenó por sobornar a un senador con tres millones de euros para cambiar de alianzas políticas. El senador admitió el plan. Debido a la lentitud del sistema judicial de Italia y las tácticas dilatorias empleadas por los abogados de Berlusconi, el plazo de prescripci­ón expiró antes de que el proceso de apelación siguiera su curso, lo que resultó en la cancelació­n de la condena.

“Independie­ntemente de la carrera por la presidenci­a, este no será el final político de Berlusconi”, dijo el profesor Albertazzi. “El final llegará cuando Berlusconi esté bajo tierra”. ●

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