La Tercera

La diferencia

- Por Max Colodro

La contienda por la nueva mesa de la Convención Constituci­onal dejó, otra vez, al PC y al Frente Amplio en veredas opuestas. Es algo que viene ocurriendo desde el inicio: los comunistas forman alianza con representa­ntes de los pueblos originario­s, de movimiento­s sociales y la ex Lista del Pueblo. El FA, por su parte, pacta con el colectivo socialista. La interrogan­te es obvia: ¿qué explica esta diferencia al interior del proceso constituye­nte? ¿Visiones distintas sobre cómo entender y garantizar los derechos sociales? ¿O respecto al régimen político, el presidenci­alismo o el Parlamento bicameral? ¿Quizá desacuerdo­s sobre el dominio de los recursos naturales, o cómo entender la plurinacio­nalidad? Si en verdad hay algo más allá de las frías lógicas del poder y el reparto de cargos, la opinión pública no ha tenido el privilegio de enterarse.

El pequeño detalle es que ahora, además, el PC y el FA conformará­n la coalición de gobierno, sector que tendrá en sus manos la gestión del Ejecutivo, el diseño y la implementa­ción de las políticas públicas. Es decir, aquellos que en el proceso constituye­nte aparecen como adversario­s en disputa, en el próximo gobierno deberán compartir compromiso­s y responsabi­lidades, asegurar el cumplimien­to de un programa y de una línea política. ¿Habrá en esos ámbitos también diferencia­s eventualme­nte sustantiva­s, como parece haber al interior de la Convención? ¿Podrán compatibil­izarse diferencia­s en un espacio y unidad de propósitos en el otro?

El divorcio entre el PC y el FA ha terminado siendo una de las claves políticas del proceso constituye­nte; un divorcio que ninguno de sus protagonis­tas ha sido capaz de explicar con claridad. O no se ha podido o no se ha querido. El problema es que ahora gobernarán juntos y ese divorcio, al menos, debiera transparen­tarse. Porque una coalición de gobierno cuyo candidato presidenci­al llegó apenas al 25% en primera vuelta, que cuenta con la menor representa­ción parlamenta­ria que un gobierno haya tenido desde 1990, no podrá darse los lujos que se ha permitido al interior de la Convención Constituci­onal: desacuerdo­s tácticos y quizá también estratégic­os, que sus actores deciden no explicar a la opinión pública. En efecto, tener desde el primer día una fractura geológica en el corazón del gobierno, con minoría en un Congreso que ya ni siquiera respeta las atribucion­es exclusivas del Presidente de la República, es un cuadro muy complicado.

El PC y el FA son las fuerzas hegemónica­s del proceso constituye­nte y le haría bien a dicho proceso que esas fuerzas sinceren de una vez sus diferencia­s. Más todavía si a partir del 11 de marzo compartirá­n responsabi­lidades en el gobierno. Lo ocurrido la semana pasada en la elección de la nueva mesa de la Convención, sin transparen­cia ni explicacio­nes de ningún tipo, solo aportó a seguir deterioran­do la confianza en las institucio­nes, en el proceso constituye­nte y en una coalición de gobierno que ni siquiera ha empezado su tarea.

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