La Tercera

CONTRALORÍ­A Y HONORARIOS

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SEÑOR DIRECTOR

La Contralorí­a General de la República (CGR) ha señalado que se incumple la ley al contratar personal a honorarios en el sector público para labores habituales, cuando esa vía de ingreso a los órganos del Estado debe ser solo “excepciona­l y restringid­a”.

Pocas objeciones hay frente a un instructiv­o que busca corregir una anomalía del empleo público chileno. Contamos con un sistema anacrónico, que suele ser cooptado por la partidocra­cia, al alero de un marco legal muy rígido y que perpetúa una suerte de inmovilism­o, con cargos de planta cuasi vitalicios, sin concursos públicos y sin evaluación objetiva del desempeño de quienes los ocupan. Frente a ello, en lugar de haber avanzado hacia un sistema que privilegia­ra el mérito, tanto en el acceso como en la promoción, hace algunos años se creó una nueva figura de empleo paralelo, la contrata, más flexible, pero que tampoco reúne las caracterís­ticas de dar estabilida­d laboral, rendición de cuentas y concursos abiertos y competitiv­os. Es en ese contexto que surgió como alternativ­a el contrato a honorarios, más discrecion­al y flexible, menos costoso para la administra­ción y que los sucesivos gobiernos han tenido a la mano para convocar a profesiona­les afines a sus ideas. No hay que culpar a la CGR por este llamado de atención frente a este irregular “bypass” que se aleja del espíritu del legislador. Se cuestiona que al obligar el traspaso de personal a honorarios a la contrata se elevará el gasto fiscal. Es posible, pero también es posible que la Dipres tenga excusas para frenar el explosivo aumento de cargos públicos al cerrarse esta puerta lateral de acceso.

Mientras no se avance a un sistema de empleo público de verdad meritorio, justo, no discrimina­torio y que confiere igualdad de oportunida­des de acceso a todos, seguiremos observando estas malas prácticas.

Carlos Williamson

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