La Tercera

Voto Rechazo

- Jorge Burgos

AESPACIO ABIERTO l manifestar nuestra opción ciudadana el 4 de septiembre sobre la propuesta de una nueva Constituci­ón redactada por los convencion­ales durante los doce meses de su mandato, estaremos adoptando una decisión que, inevitable­mente, influirá en el derrotero por el cual transite nuestro país por mucho tiempo. En tal contexto, considero que es mi deber ciudadano manifestar que, luego de escuchar, seguir los debates de los expertos y leer con atención las diversas versiones que han ido surgiendo de las comisiones de cierre, mi conclusión es que la propuesta constituye un grave retroceso respecto de la tradición constituci­onal chilena y pone en evidente riesgo institucio­nes básicas para la vida en democracia.

El texto menospreci­a principios fundamenta­les como el Estado unitario, la pertenenci­a de todos los chilenos a una sola nación, la división de poderes, el bicamerali­smo equilibrad­o, la independen­cia del Poder Judicial, la democracia representa­tiva a través de partidos, el amparo de derechos fundamenta­les por los tribunales colegiados y, en cambio, propone una remodelaci­ón o refundació­n que se basa en la dudosa noción de plurinacio­nalidad. Ello se traduciría en el riesgo concreto de desarticul­ación del Estado en múltiples entidades fundadas en la etnia, que tendrían autonomía política, administra­tiva y financiera, lo que configura una real amenaza a la indivisibi­lidad, aunque este principio se declare.

En contra del esfuerzo de integració­n llevado a cabo desde el nacimiento de la República, la Convención en su propuesta de texto ha fomentado la segmentaci­ón de los chilenos, sobre la base de exaltar un indigenism­o que, en realidad, busca objetivos electorale­s -políticos mediante el recurso de las diferencia­s étnicas. Es una forma de segregació­n forzada que, de prosperar, conduciría a legitimar el surgimient­o de numerosos territorio­s dominados por caudillos que intentarán dominar sin contrapeso. No se puede perder de vista el preocupant­e modelo de “autonomía armada” que es Temucuicui, en la región de La Araucanía.

Es evidente que los controlado­res de la Convención

no estuvieron interesado­s en favorecer un consenso constituci­onal. Su motivación fue construir una estructura que les diera ventaja en la competenci­a política. Nada más ajeno a la idea de que la Constituci­ón debe ser un conjunto de normas e institucio­nes que permitan convivir en la diversidad y garantizar la alternanci­a en el poder, controlarl­o y distribuir­lo; ello exige un sistema de contrapeso­s que neutralice cualquier tendencia autoritari­a.

Soy partidario de una democracia moderna, que asegure en primer lugar las garantías individual­es y el ejercicio de las libertades, que integre adecuadame­nte los principios de representa­ción y participac­ión, que resguarde el valor fundamenta­l de la igualdad ante la ley. Creo indispensa­bles e ineludible­s los cambios, pero no cualquier cambio representa un avance. Chile no nació ayer, y necesita resguardar mucho de lo construido desde el surgimient­o de la República.

Creo que el voto por el Rechazo posibilita que el país siga asentado en un Estado de Derecho que nos protege a todos. Sobre esa base se deben crear condicione­s para un debate razonado sobre las reformas aconsejabl­es e indispensa­bles, las que demandarán en cualquier caso un gran acuerdo nacional. Debemos reforzar la unidad de Chile y perfeccion­ar la democracia, y en ese sentido se destaca el rol activo y propositiv­o que vienen jugando los senadores Rincón y Walker.

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