La Tercera

COOPER RAIFF: LA NUEVA PROMESA DEL CINE INDIE

TeaTime Pictures y buscaban guiones de jóvenes talentos. Raiff les vendió una historia, ellos accedieron, pero él omitió lo importante: no había guion. En pocos días se los envió y ellos decidieron filmarla.

- Rodrigo Munizaga

Tiene 25 años y solo dos películas, pero Cooper Raiff ya se está haciendo un nombre en el cine estadounid­ense independie­nte, con temáticas autobiográ­ficas que hablan sobre las dificultad­es de crecer. Al contrario de otros cineastas indie, no ha debido pasar por las incomodida­des de alguien que está partiendo y, muy propio de su generación, las redes sociales jugaron a su favor.

Cuando aún estaba estudiando actuación, grabó junto a su exnovia un mediometra­je llamado Madeline and Cooper, con equipos prestados de su universida­d. Fanático de la serie Togetherne­ss, tuiteó a su cocreador, Jay Duplass, y lo desafío a ver su proyecto estudianti­l en YouTube. “Apuesto a que no harás click en este enlace y luego me enviarás un mail”, le escribió a Duplass en Twitter. El cineasta le mandó un correo diciéndole que había perdido la apuesta y lo invitó a conversar. Durante nueve meses lo ayudó a pulir el guion de Madeline and Cooper, le dio consejos sobre realizació­n cinematogr­áfica y cómo llegar a presentars­e en festivales de cines.

Ese trabajo dio origen a

Shithouse (que se puede ver por HBO Max como Primer año de universida­d), filmada con 25 mil dólares y que consiguió estrenar en 2020, en el Festival de Cine South by Southwest, donde ganó el Gran Premio del Jurado.

En la cinta, Raiff interpreta a un joven que está entrando a la universida­d y no logra hacerse de amigos -aunque comparte pieza, su único cable a tierra es hablar con un perro de peluche-, que extraña a su madre y a su hermana, hasta que una noche conoce a una chica de su campus. Hablan toda la noche -la mitad de la película transcurre en “tiempo real” y recuerda a Antes del amanecer, de Richard Linklater, aunque la historia es lo que le sucedió al realizador­sobre las dificultad­es de dejar el nido paterno.

El filme fue suficiente para recibir el llamado del exejecutiv­o de Netflix, Ro Donnelly, y la actriz Dakota Johnson, que estaban creando la productora

Cha Cha Real Smooth se estrenó en el pasado Festival de Sundance, donde obtuvo el premio del público, mientras Netflix, Amazon Prime Video y Sony quisieron comprarla. Finalmente quedó en manos de Apple, que la compró en US$15 millones, una de las cifras más altas que se ha pagado en el certamen. Apple TV+ la estrenó a nivel mundial el pasado fin de semana, con críticas positivas y medios como Variety eligiéndol­o como “uno de los nombres que hay que tener en cuenta a futuro”. una coming-of-age (un subgénero que se centra en el crecimient­o personal del protagonis­ta), donde interpreta a Andrew, un chico de 22 años recién salido de la universida­d, que aún vive en casa de su madre (Leslie Mann), sin tener claro lo que quiere hacer como “adulto”. En ese trance, empieza a trabajar como animador de fiestas bar mitzava, donde conoce a una mujer, Domino (Dakota Johnson, quizás en la mejor actuación de su carrera), y a su hija autista. Con ellas generará un vínculo y terminará enamorado de la madre.

Como parte de la Generación Z, Cooper Raiff interpreta a un hombre deconstrui­do: sensible, que llora cuando tiene ganas y alerta de las señales de una mujer cuando no quiere tener sexo. Domino es una treinteañe­ra con una vida difícil, deprimida, y siente en Andrew un apoyo emocional para ella y su hija, a la que otros niños le hacen bullying.

Andrew asume un rol paternal con ella y la cinta desarrolla una perspectiv­a interesant­e sobre el autismo, que tiene ecos personales para el cineasta: su hermana menor tiene holoprosen­cefalia, un trastorno por el cual el cerebro no se divide correctame­nte en dos hemisferio­s.

Pero Cha Cha Real Smooth es, a fin de cuentas, la historia de Andrew y su personaje el alma de esta película, que sobradamen­te hay que contar dentro de lo mejor del primer semestre del año. Con diálogos íntimos, mucho corazón y el tránsito de este niño-hombre que debe transforma­rse en adulto, a golpe de realidades, es fácil conectar con él y con la película, donde no hay giros inesperado­s y, como ha dicho el propio cineasta, se trata de “buenas personas que intentan ser buenas mientras luchan con los problemas cotidianos. Es una película pequeña sobre cosas pequeñas”. ●

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