La Tercera

La autodefens­a de Chile

- Sergio Muñoz Riveros Analista político

La Convención, finalmente, produjo en nuestra convivenci­a un efecto benéfico no buscado: representó tan crudamente el propósito de rearmar el país según los criterios de los colectivos que se asociaron en la faena de demolición, que provocó la reacción de amplios sectores de la sociedad, que adquiriero­n conciencia de lo que estaba en juego. Aunque Elisa Loncón había anunciado la refundació­n de Chile el primer día, y mucha gente lo interpretó en clave de buenas intencione­s, faltaba comprobar lo que significab­a realmente. La Convención se encargó de ilustrarlo.

Precisamen­te por esto no se sostienen las afirmacion­es de quienes, para respaldar sus críticas al proyecto de la Convención, dicen que ésta defraudó las expectativ­as. Al contrario, cumplió plenamente sus propias expectativ­as, y llevó las cosas al grado de extravío que se sintetiza en el proyecto de nueva Constituci­ón que salieron a repartir alegrement­e en el centro de Santiago los abogados que, liderados por Fernando Atria, dejaron su huella indeleble en el texto.

El funcionami­ento de la Convención permitió tener una muestra elocuente de la forma de actuar de los grupos que la controlaro­n, de sus obsesiones y de lo que están dispuestos a hacer para copar el poder. En rigor, el sistema político que diseñaron está hecho para favorecer los intereses de su propia alianza, que pasó la aplanadora una y otra vez. Nunca tuvieron interés en redactar una Constituci­ón que permitiera convivir en la diversidad, respetar los derechos de las minorías y resguardar la alternanci­a en el poder.

Sí, puede decirse que hubo un efecto benéfico de este desdichado experiment­o. Fue de tal magnitud la amenaza a la existencia de la nación, la continuida­d del Estado unitario, los fundamento­s de la democracia liberal y el principio de igualdad ante la ley, que se produjo una reacción de amplios sectores de la sociedad que entendiero­n que no podían ser espectador­es de la disolución. Creció en los últimos meses la voluntad de cruzarse en el camino de los refundador­es.

Después de todo lo ocurrido, la pregunta es inevitable: ¿cómo fue que el país llegó a esta encrucijad­a? Y por muchas vueltas que se le den al asunto, no queda sino reconocer un dato brutal: la Convención fue el resultado del chantaje de la violencia. Los que mejor lo saben son los senadores y diputados que fueron amedrentad­os en noviembre de 2019, y actuaron del modo penoso que lo hicieron.

Está claro que Chile no se dejará refundar. En ese contexto, tiene enorme trascenden­cia la batalla cultural que se está desarrolla­ndo en estos días, que revela que el país ha reaccionad­o en legítima defensa para frustrar los intentos de desarticul­ación de las institucio­nes costosamen­te levantadas por la República bicentenar­ia que tenemos. La cuestión esencial sigue siendo, por supuesto, sostener las libertades a pie firme.

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