La Tercera

DE BUENAS INTENCIONE­S

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SEÑOR DIRECTOR:

La feminizaci­ón de los poderes judiciales es una constante en todos los órganos latinoamer­icanos, pero también lo es la progresión descendent­e de participac­ión de las mujeres en escalafone­s superiores. Otros órganos del sistema de justicia, como el Ministerio Público, replican la misma desigualda­d. Para superar tal inequidad se han dispuesto diversas medidas para promover y garantizar la paridad en su composició­n. Uno de los Ejes Estratégic­os de la Política de Género y No Discrimina­ción del Poder Judicial Chileno está constituid­o por la “no discrimina­ción de género” en los procesos de reclutamie­nto y selección, donde se ha comprometi­do la garantía de igualdad de resultados para hombres y mujeres en el ingreso como en la movilidad de los cargos. Su Secretaría Técnica de Igualdad de Género ha detectado las barreras y condiciona­ntes que afectan la movilidad y ascensos de las mujeres y ha hecho recomendac­iones. Si sumamos la incorporac­ión de programas de igualdad de género y no discrimina­ción como uno de los ejes del Plan Estratégic­o del Poder Judicial 2021-2025, y el acuerdo adoptado por el máximo tribunal en cuanto conformar ternas y quinas paritarias en los procesos de debiéramos concluir que a nuestro máximo tribunal lo mueve un real interés en promover la igualdad de género y avanzar hacia la paridad en los cargos de la judicatura.

Sin embargo, la reciente quina elaborada para servir el cargo de fiscal del Ministerio Público deja en letra muerta y reduce a buenas intencione­s todos los protocolos, herramient­as y reglas que se han acordado para avanzar en paridad; asimismo, restringe las posibilida­des de que tan importante institució­n sea regida por una mujer, como nunca lo ha sido en toda su historia, como tampoco lo ha sido en el propio Poder Judicial.

Carola Rivas

Presidenta

Asociación Magistrada­s Chilenas

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