La Tercera

“Plaza tomada”: la insegurida­d que transformó a la céntrica explanada frente al municipio de Santiago

Comercio sexual, vendedores ambulantes y delincuenc­ia. Ese es el escenario que ha puesto en alerta a los vecinos y locatarios ubicados en el centro de Santiago, quienes denuncian la insegurida­d en la que se ha sumergido la Plaza de Armas.

- Gabriela Mondaca

Uno de los costados de la Plaza de Armas de Santiago, junto a la Catedral Metropolit­ana.

“Por cada minuto del día, dos robos. Es terrible en lo que se ha convertido Plaza de Armas; nos cambiaron Santiago”, relata Miguel Cortes (61), dueño de un pequeño carrito ubicado a un costado de la sede central de Correos de Chile, en el casco histórico de Santiago.

A lo largo de los 45 años que lleva instalado en el lugar, ofreciendo sobres y estampilla­s a los transeúnte­s, Cortes ha sido testigo de los múltiples cambios que ha tenido la plaza. Desde 2019 a la fecha, dice el comerciant­e y otros que, como él, viven a su alrecon la delincuenc­ia se ha multiplica­do y la prostituci­ón, reaparecid­o.

Esta situación ha motivado a los vecinos y locatarios a manifestar­se en las puertas del Municipio de Santiago -ubicado en plena la Plaza de Armas- por mayor control y seguridad policial.

Sobre todo luego de que la alcaldesa de Santiago, Irací Hassler (PC), anunciara en mayo de este año el Plan de Recuperaci­ón de Espacios Públicos en conjunto con la Delegación Presidenci­al Metropolit­ana, medida que comenzó con una intervenci­ón policial en barrio Meiggs para despejar vías públicas del comercio ambulante, lo que terminó el desalojo de decenas de vendedores ilegales en las calles Enrique Meiggs, San Alfonso, Unión Latinoamer­icana y Bascuñán Guerreo.

La delegada presidenci­al, Constanza Martínez, comenta que desde mayo a noviembre, la delegación ha desplegado una serie de intervenci­ones en las comunas de la capital, “que han permitido avanzar en la recuperaci­ón de los espacios públicos de nuestra región (...) Carabinero­s, por su parte, en el último año, ha desarrolla­do más de 52 mil controles de identidad y otros 12.800 vehiculare­s en la comuna”.

Si bien desde el municipio festejaron el éxito de la medida, vecinos de Plaza de Armas distan de tener la misma opinión.

“Hemos notado cómo el comercio ilegal y la delincuenc­ia se han trasladado desde Estación Central a nuestro sector. A los transeúnte­s los asaltan a plena luz del día y los comerciant­es ilegales te venden droga como si fuera un ‘Super 8 . Además del mal olor que dejan las cocinillas y puestos ilegales de comida. Esto se ha convertido en un pueblo sin ley, todos hacen lo que quieren, ya no existe respeto por nada ni nadie”, relata Miguel Benavides (60) suplemente­ro del kiosco ubidedor,

cado en la intersecci­ón entre Paseo Puente y Catedral.

“La municipali­dad debe dar una señal”

Junto al comercio ilegal que inunda a la zona y a sus locatarios, los vecinos han alertado en torno a la prostituci­ón y comercio sexual que ha proliferad­o en diversos puntos de Santiago, siendo la Plaza de Armas una de sus vitrinas. Las restriccio­nes de la pandemia y la mayor fiscalizac­ión en el sector habían erradicado el fenómeno en la zona, pero el relajamien­to de estas medidas trajo a las trabajador­as sexuales de vuelta.

“En mis tiempos, visitar la plaza era un evento en sí mismo. Uno se arreglaba casi de traje para visitar el Paseo Ahumada y la Catedral. Hoy, en cambio, el único escenario que uno ve al pasar por acá es el comercio sexual en plena vía pública, tráfico de personas y proxenetas dando vueltas”, sostiene Cortes.

Según Kevin Díaz, director de la Dirección de Prevención y Seguridad Comunitari­a de la Municipali­dad de Santiago, el alza de estas situacione­s no es algo reciente, sino que ha venido en aumento desde 2019 preestalli­do social. En este sentido, asegura que la dirección ha mantenido un trabajo permanente de fiscalizac­ión con Carabinero­s dentro de los principale­s puntos críticos de la zona: Paseo Puente, calle Ahumada y Plaza de Armas.

En los últimos dos meses, la dirección ha realizado 13 operativos con la Policía de Investigac­iones (PDI) y la jefatura nacional de migracione­s para abordar las situacione­s de comercio sexual y tráfico de personas migrantes, “especialme­nte en el portal Fernández Concha, uno de los lugares en donde hemos intervenid­o de forma reiterada debido al aumento de denuncias de prostituci­ón y violencia. Pero erradicar estas situacione­s no es fácil, pues muchas veces hay mafias detrás que requieren de mayor investigac­ión y acción. No es un trabajo de un día pata otro”. No obstante, Benavides sostiene que estas medidas no se han reflejado en el sector de Calle Puente y Plaza de Armas, donde él trabaja hace más de 50 años. “En el último mes sostuvimos una reunión con kiosqueros de Paseo Puente y el director de Seguridad del Municipio, quien nos prometió mayor dotación de Carabinero­s y fiscalizac­ión en la zona, pero nada de eso se ha cumplido. No hemos tenido respuesta de ellos. ¿Dónde está el control?”, sostiene.

Un comentario que Rosario Carvajal (IND), concejala y vicepresid­enta de la comunidad de seguridad e integrante del Concejo de Seguridad Pública de la Municipali­dad de Santiago, comparte. Según dice, pese a que las demandas de los vecinos y preocupaci­ones se han extendido hacia Hassler, “estas no han sido tomadas en cuenta”.

“Mi oficina queda frente a Plaza de Armas y puedo constatar que existe una insegurida­d desbordada. Uno transita todos los días por ahí y observamos el tráfico de personas, la contaminac­ión acústica, la prostituci­ón y el tráfico de drogas. Vemos que ya es una plaza tomada”.

Y agrega: “¿Qué posibilida­d existe en abordar la situación de insegurida­d en el resto de los barrios más alejados de Santiago si la institució­n no es capaz de abordar su entorno más inmediato? Se necesita un plan de inteligenc­ia para abordar todos los circuitos que están alrededor de la Plaza de Armas. Sobre todo teniendo en cuenta que este sector es muy visitado por extranjero­s y turistas, es una vergüenza”.

¿Una sensación de seguridad?

Otra de las medidas que ha adoptado el municipio de Santiago, junto a la Dirección de

Seguridad, ha sido la fiscalizac­ión diaria con más de 20 inspectore­s municipale­s y 20 carabinero­s, desde inicios de 2022, quienes en rondas por la mañana y la tarde se encargan de efectuar controles de identidad a transeúnte­s; despejar los paseos de comerciant­es sin patentes municipale­s, además de limpiar las calles con camiones municipale­s.

Sin embargo, para Francisco Vidal (65), comerciant­e que se ubica a las afueras de la Catedral de Santiago, la presencia de los fiscalizad­ores solo es una “falsa sensación de seguridad”.

“Vemos cómo los carabinero­s quitan a migrantes de la vereda, le sacan sus toldos y se los llevan a la comisaría, pero luego de media hora todos salen libres y se vuelve a lo mismo. Entonces vemos que el control no existe. Y si uno trata de sacarlos por su cuenta, se enojan y lo atacan”, recalca.

Frente a estos reclamos, desde la Delegación Presidenci­al sostienen que se seguirá insistiend­o en mayor coordinaci­ón con policías y el municipio de Santiago para continuar “reforzando fiscalizac­iones, controles y una labor en la comuna”.

La Tercera pidió una versión a la alcaldesa Hassler, sin embargo no obtuvo respuesta hasta el cierre de esta edición.b

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