La Tercera

Renuncia del sacerdote Felipe Berríos genera tensión en los jesuitas

Luego de que el sacerdote oficializa­ra su intención de dejar la congregaci­ón, el provincial Gabriel Roblero afirmó en una carta que actuaron en regla y que haberle permitido viajar a La Chimba en medio de la investigac­ión canónica habría sido “impresenta­b

- Por Catalina Batarce

en el lugar”, comenta.

Como apoyo para desarrolla­r esta actividad, la Municipali­dad de Pichidegua comenzó ese mismo año un proyecto para entregar madera de roble a los pequeños artesanos del sector, tanto para José como para su tocayo Arenas y Arturo Lucero, quienes también han contribuid­o a la definición del paisaje cultural.

Con orgullo, Huerta menciona que ha construido casi el 80% (34) de las ruedas que existen hoy en Larmahue. Y él las describe: cuentan con rayos de madera, capachos, pedestales, una cañería y eje, los que son sostenidos por pilares y una masa de hierro que permite el rodamiento de la estructura, que puede medir seis, ocho, 10 o 12 metros de altura.

Bajo sus orígenes europeos y árabes, durante la Edad Media, este sistema considera la vida campesina en todas sus dimensione­s: desde las labores agrícolas y las necesidade­s de agua para el riego, como la construcci­ón, domesticac­ión de un paisaje y la configurac­ión de una identidad local sumergida en la época colonial. ya no esté. Me pregunto quién se hará cargo de esta tradición familiar y de seguir construyen­do las ruedas para la comuna. Mis hijos ya tienen su vida resuelta en Santiago y esto no es algo que dé para mantener una familia. Esa es la inquietud que me envuelve a veces”, se sincera.

Mientras ese momento llega, el artesano prosigue su pasión innovando en la construcci­ón de pequeñas figuras de rueda, de 40x40 centímetro­s o más, las que vende y ofrece en ferias y a turistas que visitan la zona. También dicta talleres en los colegios aledaños para enseñar sobre la construcci­ón de las azudas a los más jóvenes del sector, en las escuelas de Fernando Huerta, Escuela Lyon y Enrique Serrano de Pichidegua. “Hacemos pequeñas ruedas que ellos se llevan a sus casas. En los talleres se ven felices y motivados. Tengo la esperanza de que un nuevo artesano salga de ahí y que algún día diga ‘yo hice una pequeña rueda con un maestro del colegio, ¿por qué no puedo hacer una de las grandes ahora?’”, cierra con esperanza.b

Revuelo causó este jueves la divulgació­n de la carta que envió Felipe Berríos (65) oficializa­ndo su renuncia -tras 45 años- a la Compañía de Jesús. Aunque la definición la adoptó hace semanas -y así lo publicó La Tercera Sábado-, a varios tomó por sorpresa la forma en que lo hizo. Por lo demás, su paso al costado no se ha materializ­ado y sigue siendo jesuita.

Lejos de la forma a la que acostumbra­n, Berríos informó sólo días antes su decisión a sus superiores, sin instancias de reflexión, y esbozando fuertes reproches. Esto último, como manifestó, por la forma en que la congregaci­ón dio curso a la investigac­ión tras recibir denuncias por “actos de connotació­n sexual” en su contra y que fueron catalogada­s como “verosímile­s” por parte de la abogada María Elena Santibáñez, encargada de la indagatori­a. Nunca estuvo conforme, además, con que se le impidiera volver a su casa, en el campamento Luz Divina, en Antofagast­a.

Durante la tarde del jueves el provincial Gabriel Roblero compartió una carta dirigida a los jesuitas donde defendió la labor de la congregaci­ón.

Roblero aseguró que conversó presencial­mente con él el jueves 17 de noviembre y que lo animó “a ser paciente, a que no se apresurara, que fuera prudente en lo que hiciera y pudiera esperar la decisión que viniera desde la Santa Sede”. Aseguró que durante todo el proceso “Felipe fue informado de la denuncia principal y de todas las otras denuncias que se recibieron en su contra, pudiendo responder a cada una de ellas, lo que además hizo asesorado por un abogado de su confianza, que él mismo eligió, asistiendo en cuatro oportunida­des ante la investigad­ora”.

De esta forma, reiteró que Berríos ha contado con todas las garantías y que lo han mantenido en Santiago para resguardar el proceso. “Nos permite cuidar a todos los intervinie­ntes en este proceso, incluida la integridad física del propio Felipe. El procedimie­nto de investigac­ión previa canónica no termina con las conclusion­es de la investigad­ora, sino con la decisión del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Por tanto, prudenteme­nte, no correspond­e modificar las medidas cautelares en esta etapa. Por otra parte, habría sido impresenta­ble que, habiendo resultado siete hechos denunciado­s como verosímile­s, tres de ellos con menores de edad, se le enviara a vivir solo a La Chimba”, planteó.

Al respecto, el exsacerdot­e jesuita Juan Carlos Bussenius asegura que Berríos -a quien conoce desde hace años-, “sabiendo que está en una situación de acusación de orden canónico, no es llegar e irse”, comenta.

Según explica, para renunciar a la Compañía, además de tener una serie de conversaci­ones con el provincial, debe enviar una carta al padre general para que se analice su caso y le acepten la petición. Y que dado que Berríos es “profeso”, o sea que tiene un voto especial al Papa, debería, además, esperar un permiso que le permita vivir fuera de la congregaci­ón en tanto se resuelve su solicitud de renuncia, lo cual zanja la Curia General de la comunidad, en Roma.

“Por esos puntos llama la atención su empecinami­ento de seguir con su propia visión del asunto, aun cuando su voto de obediencia está vigente, y en un acto como de niño taimado quiere llegar e irse”, reflexiona.

La abogada Anastasía Assimakópu­los, profesora de Derecho Canónico de la U. de los Andes, explica que dado que Berríos sigue sujeto a “medidas cautelares” impuestas por el provincial producto de las denuncias en su contra, y que son las que le impiden volver a Antofagast­a, si llega a irse, no procedería­n sanciones, aun cuando sigue siendo sacerdote jesuita. “Este es un derecho que busca que las personas se acerquen más a Dios y, a veces, una sanción pueda terminar alejándolo más (...) No lo pueden obligar a no estar en La Chimba”, dice. ●

“Tengo miedo de lo que pase cuando yo ya no esté. Me pregunto quién se hará cargo de esta tradición familiar y de seguir construyen­do las ruedas para la comuna”.

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