La Tercera

Acuerdo constituci­onal en la encrucijad­a

- Sebastián Izquierdo Coordinado­r académico CEP

Ya van casi tres meses de tratativas en el Congreso para definir cómo será el nuevo proceso constituci­onal. Si bien ha habido importante­s avances, como el acuerdo de 12 bases constituci­onales junto a un comité técnico de 14 abogados designados por el Parlamento –el cual velará por el respeto de las mismas–, el corazón del acuerdo no ha llegado a puerto. Éste tiene relación con definir el mecanismo que se utilizará para confirmar el nuevo órgano redactor del texto, y, hasta el momento, solo hemos sido testigos de una brutal incapacida­d por parte de los diferentes sectores políticos para ponerse de acuerdo. Hay propuestas sobre la mesa, pero poco se ha trabajado en ellas para hacerlas converger en un consenso.

Qué lejos estuvimos de “bailar cueca con el acuerdo”. Hoy las voces varían desde encerrarse en un cónclave para alcanzar consenso, hasta otros que derechamen­te se encuentran abiertos a aplazar las elecciones para octubre –propuesta estratégic­a que solo busca poner épica a los 50 años del golpe, y así tener una elección con mejores resultados–. Todo esto no ha hecho otra cosa que extender una discusión que, a su vez, alarga el clima de incertidum­bre. Pero OJO: el tiempo corre y con él solo aumenta el descrédito de la clase política.

Ni siquiera están todas las cartas sobre la mesa pues, lamentable­mente, estos días se ha observado un discurso público y otro privado. Una especie de juego de caretas que explica lo difícil que ha sido llegar a un acuerdo. Y aunque los negociador­es logren un pacto, este deberá contar con al menos 89 votos en la Cámara y 29 en el Senado. Este objetivo es particular­mente complejo si se tiene en cuenta que el desaliento cunde en la ciudadanía y en movimiento­s sociales, con lo que aumentan los independie­ntes y se atomizan las fuerzas políticas.

¿Cómo hará aquella derecha que hizo campaña por el Rechazo y que comprometi­ó una nueva Constituci­ón para cumplir con su promesa si parte de sus bases se rehúsa a soltar la Carta Magna del 80? Además, esa derecha está acechada por el PDG y el Partido Republican­o. Asimismo, la izquierda también está enredada, pues hay poco entusiasmo para abrir un proceso eleccionar­io en este contexto desfavorab­le y aceptar un órgano restringid­o democrátic­amente sin convencion­ales electos de modo directo. Este callejón sin salida ha sido resultado de una majamama de visiones incapaces de presentar una estrategia concreta, tanto por la izquierda como la derecha.

Sin duda hay que evitar a toda costa cometer los mismos errores del proceso anterior, pero aquello no es sinónimo de no ceder. Se debe encontrar alguna fórmula mixta que se aleje de los extremos del péndulo e incorpore a los casi 20 partidos que conforma nuestro sistema. Este, paradójica­mente, es el principal desafío que tendrán los futuros convencion­ales. Pareciera ser que la oportunida­d de alcanzar una nueva Constituci­ón pasa por la instalació­n de un órgano mixto, por lo que el foco de la discusión debe estar en cómo diseñarlo de la manera más democrátic­a y técnica posible. ¿Logrará nuestro Congreso encontrar ese equilibrio?

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