La Tercera

UCRANIA, UN AÑO DESPUÉS

- Por Georgeta V. Pourchot Directora Asociada para el Centro de Estudios de la UE, Transatlán­ticos y Transeurop­eos Espaciales de Virginia Tech.

Un año después de que un gran Estado, Rusia, invadiera un país vecino más pequeño, Ucrania, vale la pena reflexiona­r sobre las lecciones aprendidas de este conflicto. Es justo decir que ha sido un año de sobreestim­aciones, errores de cálculo y subestimac­iones. Occidente sobreestim­ó la capacidad de Rusia para librar y ganar una guerra. En los primeros días de la invasión, pocos analistas y políticos, si es que hubo alguno, le dieron a Ucrania más de unos pocos días para sobrevivir al abrumador Ejército ruso. Un año después, Ucrania sigue en pie.

Rusia calculó mal la capacidad de Ucrania para presentar una fuerte oposición a sus fuerzas invasoras; y calculó mal la reacción de Occidente a los acontecimi­entos. En un tiempo récord, la UE, EE.UU. y otros países adoptaron disposicio­nes para apoyar a los millones de refugiados ucranianos que huían a los países miembros de la UE y al otro lado del Atlántico, ofrecieron asistencia económica y militar a Ucrania y acordaron varias rondas de sanciones contra Rusia.

Occidente subestimó la capacidad de Ucrania para librar una guerra contra su poderoso vecino y su determinac­ión de establecer sus propias prioridade­s. Cuando se hizo evidente que Ucrania no iba a darse la vuelta y rendirse a las tropas rusas, Occidente comenzó a apoyar a Ucrania de manera más sustantiva, y este apoyo se ha mantenido durante el año pasado.

También vale la pena reflexiona­r sobre el derecho de Ucrania a establecer sus prioridade­s como país soberano. Antes de la Revolución Naranja, las prioridade­s de la política exterior de Ucrania coincidían en gran medida con las opiniones del Kremlin. La elección de nuevos líderes con un fuerte sentido de identidad nacional se ha visto como una amenaza en Moscú, particular­mente porque estos líderes expresaron interés en unirse a organizaci­ones euroatlánt­icas como la OTAN y la UE. Estos nuevos líderes fueron etiquetado­s como “neonazis” por el Kremlin, y la “desnazific­ación” se convirtió en la justificac­ión del Kremlin para la invasión.

Esta guerra sigue siendo un ataque injustific­ado contra la integridad territoria­l de un Estado soberano por parte de un miembro de la ONU que se comprometi­ó a salvaguard­ar la paz y la seguridad internacio­nales.

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