La Tercera

EL MUNDO NECESITA HUMOR

- Por Felipe Rodríguez Periodista

Las maneras de hacer reír en la Quinta Vergara han cambiado profundame­nte. En los 80, cuando Hermógenes Conache triunfó en Viña con su clásico “soapisaaa” o “¿qué pasóóó?”, parodiando a los homosexual­es, los chilenos nos impregnamo­s de esas frases por meses. Su sola mención era una explosión de risa. Era una época que hoy parece anormal, difusa. Por esos años, los humoristas se burlaban de los enanos, los tartamudos, los tuertos, etc. Todas las deficienci­as físicas eran bienvenida­s para sacar carcajadas.

El modelo del chiste corto terminó y desde hace unos 15 años el protagonis­mo del stand up –en Chile inaugurado sin saberlo por Coco Legrand- fue absoluto. Los humoristas debieron jugar otras cartas. Todo se volvió políticame­nte correcto y el humor basado en los defectos del otro quedó relegado a los grupos de WhatsApp. Al poner límites, la dificultad de provocar risas se restringió para los comediante­s. Y se sumó otro problema: la carnicería en las redes sociales. En la única semana del año en que los chilenos viven el humor como si fuera lo más trascenden­te de su existencia, hacer reír requiere ingenio, gracia e intelecto. En los primeros cinco días de Festival, los cómicos que hicieron carrera en televisión –Belén Mora, Rodrigo Villegas y Pamela Leiva- se centraron en sus respectiva­s biografías. Fabrizio

Copano, un as en la creación de situacione­s sabrosas, fue imaginativ­o y con una cuota considerab­le de maldad y chispeza –las bromas, por ejemplo, a Repenning y Gonzalo Feito-, que se agradecen y, sobre todo, se celebran. Diego Urrutia, valiente y corajudo, representa una vía inexplorad­a que apareció por la urgencia y que, desde este año, estará en observació­n: los comediante­s que vienen de las redes sociales.

En Viña 2023, las historias kilométric­as como las que crucificar­on a Belén Mora murieron de forma abrupta. También los relatos pandémicos no los soporta nadie. ¿Qué faltó? Había material de sobra para los políticos chilenos y la reestructu­ración, a su medida, de los contenidos de la probable nueva Constituci­ón. O también para reírse de personajes en horas bajas y con descrédito absoluto, como Parived y, por extensión, Tonka Tomicic. Esos momentos para incomodar –uno de los aspectos fundamenta­les del humor excelso- fueron expuestos apenas tangencial­mente por Copano. El resto, nada.

En general, el stand up local goza de un presente confiable. Las redes sociales actúan como un boomerang, que el mismo Copano instó a desestimar cuando se recibe mucho odio. Esta semana en el festival de cine de Berlín, Steven Spielberg subrayaba en la “importanci­a del humor” en sus películas. Sin esa caracterís­tica, decía, es imposible alcanzar la masividad. Porque, se sabe, el mundo necesita humor.

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