La Tercera

Aprender a ver lo mismo

- Diana Aurenque

Hace más de una década, un amigo argentino, bastante mayor, me dijo una frase que me dejó perpleja: “Me encanta Chile. Pero ustedes, no saben lo que tienen”. Como se trataba del comentario de un hombre agudo y bondadoso, interpreté sus dichos como un elogio, pero incomprens­ible para mí. Me pregunté: ¿cómo le puede encantar Chile con su desigualda­d abismal, con su clasismo, con la desprotecc­ión medioambie­ntal, etc.?

Hoy, siendo yo misma más mayor, pienso que nos entiendo mejor; tanto la razón de mi propia perplejida­d como también la de su elogio. No entendí, porque en mi cabeza la medida de comparació­n para un buen Estado -uno social y benefactor- no existía (ni existe aún) en Chile. Pero este amigo pensaba y valoraba a nuestro país a partir de su propia experienci­a como vecino y residente de un país bello, Argentina, pero atravesado por cuestiones terribles, como la inflación y la corrupción. Ambos de dos generacion­es distintas, juzgamos Chile no solo desde geopolític­as diferentes –yo desde Europa, él desde Latinoamér­ica-, sino que, además, y esto me parece cada vez más relevante, desde temporalid­ades distintas.

Mi mirada crítica, inconformi­sta con el país –similar a la crítica de los famosos “30 años”-, implicaba una crítica al presente y un deseo por un mejor futuro. Pero ello significab­a también, reconozco, una desvalorac­ión del pasado y de lo que haya sido positivo en él. El colega argentino, por su parte, valoraba a Chile, pero desde un movimiento inverso: reconocía el presente de Chile porque lo veía libre de escenarios pasado lamentable­s como el mencionado. Dos temporalid­ades –o generacion­es habría que decir, y en un sentido que amplía quizás lo planteado por Carlos Peña en varias ocasiones- que parecen evaluar desde ópticas distintas porque ven países distintos.

Pero Chile es uno. ¿Cómo entonces aprender a ver lo mismo? Quizás haciendo el esfuerzo por entender la postura de aquella generación que sí valoró esos 30 años; intentando entender dónde está ese “oasis” que vieron algunos, en vez de seguir convencido­s del propio argumento. Y en ese intento, valga comparar esas cosas de Chile que no vi, y que empiezo a ver mejor desde una óptica latinoamer­icana. Reconocer por ej. que, si bien en Chile la minería es responsabl­e de una serie de daños medioambie­ntales, también es cierto que poco sabemos de la minería ilegal como una práctica habitual (como en Ecuador y Colombia). Que, pese a que también es cierto que en Chile la delincuenc­ia e insegurida­d han aumentado, y que a veces parecemos poco amistosos cívicament­e, también es cierto que, buena parte de los conductore­s respetan algo tan simple, pero tan crucial, como el paso de cebra –algo nada evidente en países vecinos-. Los ejemplos podrían seguir, pero el mensaje final no es mero conformism­o, sino saber lo que tenemos.

Saber lo que tenemos, implica reconocer los avances del pasado y reconcilia­rnos entre generacion­es que, por distintas que sean, pueden y deben aprender a ver lo mismo. Un país del que alegrarnos, por todos los esfuerzos de quienes nos precediero­n, sin desconocer los desafíos del hoy, y por todo lo que deseemos legar mañana.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile