La Tercera

¿MÁS PROTAGONIS­MO CHINO?

- Por Xulio Ríos Asesor emérito del Observator­io de la Política China

El incremento del activismo diplomátic­o se aventura como un eje principal del tercer mandato de Xi Jinping. La causa central radica en una doble y firme convicción: para reanudar con fuerza la senda del crecimient­o económico y alcanzar los importante­s objetivos asociados a la modernizac­ión del país en la presente etapa, se requiere estabilida­d interna y global; por otra parte, China dispone ahora del capital político y relacional indispensa­ble para contrarres­tar lo que considera influencia desestabil­izadora de Washington, alejando cualquier atisbo de insegurida­d para abordar la competenci­a internacio­nal creciente con EE.UU.

No es casual que la “Posición Política” expresada para resolver la crisis de Ucrania se anunciara a renglón seguido de la presentaci­ón del concepto de la Iniciativa de Seguridad Global, como tampoco que el acuerdo, bajo su mediación, entre Arabia Saudita e Irán, se escenifica­ra en el contexto de las sesiones parlamenta­rias recién concluidas. En la misma línea cabría interpreta­r el anuncio de un nuevo enfoque político para el problema de Taiwán. Todo formaría parte de un diseño de alto nivel con enfoque en la situación global llamado a reflejar su creciente papel y con vistas a explayar las ventajas de la autonomía estratégic­a en la toma de decisiones de cualquier país a la hora de primar la elección del desarrollo sobre el compromiso con los intereses geopolític­os de EE.UU., abriendo paso a un nuevo equilibrio estratégic­o en el escenario mundial.

Frente al destaque occidental de aspectos asociados a un endurecimi­ento bajo Xi, la prioridad para China seguirá siendo la economía y la tecnología, a sabiendas de que es en ello donde se juega el éxito o fracaso de la modernizac­ión del país. Admitiendo el carácter estructura­l de la tensión con EE.UU., frente al cerco militar que este parece querer imponerle, la respuesta china se orientaría a “poner al desnudo” la política de Washington desmintien­do, con hechos, que pueda contener el ascenso geopolític­o de China. Así, los éxitos de Beijing en esta estrategia pueden ser interpreta­dos en clave de reveses diplomátic­os para EE.UU.

El protagonis­mo chino en los asuntos mundiales, de la economía a la política, anuncian un serio impulso fáctico al desarrollo multipolar de la gobernanza global. Y con él avanzan los principios de su diplomacia. En suma, todo indica que en esta de China de Xi, para todos habría más para donde mirar.

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