La Tercera

“Defenderé la primacía de la persona y la protección de sus derechos desde la concepción hasta la muerte natural”

- Juan Manuel Ojeda

La comisionad­a -que fue patrocinad­a por diputados RN, Amarillos y ex PDG- se refiere a su trabajo en la Comisión Experta y expone sus primeras definicion­es. Luego de que la instancia aprobara su índice, la abogada critica que la oposición no haya votado a favor de un capítulo especial para las Fuerzas Armadas. “En tiempos en que la delincuenc­ia arrecia me parece que la señal no fue la correcta”, afirma.

Marcela Peredo (43) empezó a hacer clases de derecho constituci­onal a los 29 años. Estudió derecho en la Universida­d de Talca, luego hizo un magíster en derecho constituci­onal en la Universida­d Católica, otro magíster en investigac­ión jurídica en la Universida­d de los Andes y luego se doctoró en derecho en esa misma casa de estudios.

Los planes de Peredo para este año eran hacer uso de su beca Fulbright y desempeñar­se como profesora visitante en la Universida­d de Notre Dame en Estados Unidos. Sin embargo, su vocación de servicio -como afirma ella- la hizo renunciar a la beca, aceptar el llamado, cambiar los pasillos universita­rios por la política y decir que sí el encargo de ser una de las 24 expertas de la Comisión Experta que tiene la misión de redactar, en tres meses, el anteproyec­to de nueva Constituci­ón. “Tenemos que hacer un difícil equilibrio entre aquello que uno puede pensar o que puede tener uno ya estudiado y ponerlo al servicio de los demás, pero también tener la generosida­d de la escucha, de visión de conjunto y de poder poner eso al servicio de todas las personas, no solamente de este grupo”, comenta al referirse a su nuevo rol.

A diferencia de los otros comisionad­os, Peredo tuvo el patrocinio de diputados de varios sectores políticos. Su nombre contó con firmas de RN, Amarillos y algunos exmilitant­es del PDG. “Mi nombramien­to fue uno de los más transversa­les de todos los expertos, precisamen­te porque mi perfil siempre ha sido académico. Mucho se ha dicho que mi nombramien­to es del PDG, pero yo jamás he militado en un partido político. Creo en la libertad académica y técnica que debe ser un plus para un órgano de expertos. Para lo otro ya estará la etapa del Consejo Constituci­onal en el que las personas elegirán a representa­ntes en términos más bien políticos”, afirma.

Algunos comentan que usted junto con el comisionad­o Frontaura serán las voces conservado­ras de la comisión. ¿Está de acuerdo?

Desde la academia yo siempre he hablado en términos de la doctrina social de la Iglesia. Si ser conservado­r es decir que el que está por nacer es persona, entonces sí soy muy conservado­ra. Si ser conservado­r, en cuestiones sociales, es querer proponer un Consejo Económico Social o decir que en algún punto es compatible la protección de los derechos sociales a través de órganos, entonces a lo mejor ya no soy tan conservado­ra. Ese encasillam­iento de los expertos creo que no le hace bien al proceso.

Pero la primera idea sí marca cierto perfil.

Yo defenderé la primacía de la persona y la protección de sus derechos desde la concepción hasta la muerte natural. En todos mis trabajos académicos siempre he tratado de velar por la primacía de la persona en cualquier estado porque es la base de los derechos humanos.

Esta semana (pasada) se votó la estructura constituci­onal. ¿Quedó conforme con el índice?

En términos generales la estructura está bien. Yo hice algunas abstencion­es porque a mí me parece que el medio ambiente es un bien jurídico muy importante, pero normalment­e en las Constituci­ones de otros países se trata como un derecho dentro de los capítulos. O lo tratan a través de órganos que protejan el medio ambiente. Esta idea de un capítulo en sí mismo para el medio ambiente puede ser errada, y por eso me abstuve, porque da la idea de que el medio ambiente puede tener una especie de primacía por sobre otros bienes jurídicos que también importan.

Usted fue de las 13 comisionad­as que votaron a favor de un capítulo especial para regular las Fuerzas Armadas, de orden y seguridad. ¿Qué le parece que se haya rechazado?

Creo en la necesidad de expresar materias de seguridad interior y exterior del país en un capítulo de la propuesta. La necesidad es imperiosa. Respecto del índice la pregunta es: ¿cuál es la necesidad de consagrar esto en un capítulo? A mí me parecía que era mejor consagrar esta materia en un capítulo de forma orgánica. Hay otros que no estaban de

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acuerdo y por eso la votación fue como fue.

El oficialism­o dijo que no quería mantener la regulación en un capítulo especial, que fue el diseño que le dio la Junta Militar en el texto de 1980. ¿Comparte lo que dijeron en privado algunos expertos de su sector respecto de que esos argumentos reviven ciertas actitudes de la Convención?

No lo sé, es difícil saber exactament­e qué piensa cada uno de los comisionad­os, no podría arrogarme ese derecho. En tiempos en que la delincuenc­ia arrecia me parece que la señal no fue la correcta.

¿Cuál cree que va a ser el desafío más importante de su subcomisió­n?

El desafío es llegar a un consenso en materia de principios, algo que es muy difícil en el Chile en el que estamos hoy. El desafío es representa­r a las personas a través de las cosas técnicas que uno proponga. Yo también estoy aprendiend­o con este proceso respecto a los consensos políticos, al venir más de la academia. Me parece que es importante llegar a ciertas bases que puedan proteger desde la primacía de la persona los derechos de todas las personas dentro del proceso.

¿Hay algún principio que usted quiera impulsar de forma especial?

No me quiero adelantar al debate, pero en principios obviamente que la primacía de la persona, la dignidad humana, que todas las personas nacen libres e iguales en dignidad de derecho es una cuestión que sí o sí no podrían no estar, sería inconstitu­cional que no estuvieran.

Probableme­nte le toque enfrentar en su subcomisió­n la discusión por el aborto. ¿Cuál es su visión sobre este debate entre el derecho a la vida y la interrupci­ón del embarazo?

Pienso que nosotros deberíamos resguardar ese aspecto bajo la idea de algunas convencion­es de derechos humanos que ya existen. Diría entonces que para el caso de la vida, en general mi postura sería velar por una cuestión similar a lo que pasa en la Convención Americana de Derechos Humanos que dice que el derecho a la vida se protege desde la concepción y eso no es una cuestión mía, sino que es una cuestión de un tratado internacio­nal que está firmado, ratificado y vigente.

Su subcomisió­n también regulará, en términos generales, el Estado social. ¿Cómo ve el debate entre Estado social y subsidiari­edad? ¿Son principios incompatib­les?

La subsidiari­edad como concepto tiene dos aristas: una arista positiva y una arista negativa. La arista positiva se refiere a la palabra subsidium, que significa ayuda. Si una persona por tanto no tiene las condicione­s necesarias para poder ejercer sus derechos libremente o para tener su vida en buenas condicione­s conforme al bien común, naturalmen­te que el Estado tiene que ayudar. Hay otra subsidiari­edad negativa que significa no interferir en la libertad, no absorber a las personas, porque si lo pueden hacer por sí mismas, entonces eso es subsidiari­edad negativa. Si lo pensamos así el Estado social es compatible con la subsidiari­edad activa porque en el fondo requiere que el Estado ayude a aquellos que no están en la misma condición. De lo contrario, ¿cómo vas a emparejar la cancha?

A pesar de que está en las bases, muchos expertos dicen que igual hay que darle contenido, ¿cómo se imagina ese Estado social?

Desde mi perspectiv­a yo siempre he pensado que sería bueno establecer un órgano, como lo tiene Francia o España, que se denomina Consejo Económico y Social. Son dos artículos, no es mucho, y lo que hacen es tratar de canalizar esas demandas y establecer ciertas políticas públicas para favorecer a las personas.

¿Es una especie de órgano encargado de darle vida a los derechos sociales?

Claro, se trata de órganos en los que en algunas experienci­as participan trabajador­es, representa­ntes del Estado, del mundo privado, entre otros y fijan ciertos lineamient­os. No podemos dejar establecid­o absolutame­nte todo en el texto constituci­onal, sino que dar espacio para que los órganos puedan funcionar de manera tal que operen para cualquier gobierno y en ese sentido puedan dar soluciones a las demandas de las personas.

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► La abogada Marcela Peredo.
 ?? ?? ► “El desafío es llegar a un consenso en materia de principios, algo que es muy difícil en el Chile en el que estamos hoy”, sostiene Marcela Peredo.
► “El desafío es llegar a un consenso en materia de principios, algo que es muy difícil en el Chile en el que estamos hoy”, sostiene Marcela Peredo.

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