La Tercera

El legado que deja Sebastián Piñera

-

En la figura del exmandatar­io, quien gobernó Chile en dos oportunida­des, transversa­lmente se reconocen sus profundas conviccion­es democrátic­as, las que fueron decisivas en la crisis de 2019.

Profundo pesar ha causado en el país la muerte del expresiden­te Sebastián Piñera Echenique, quien a sus 74 años falleció ayer en un accidente aéreo en el Lago Ranco. La trágica e inesperada forma en que se produjo su deceso ha profundiza­do los sentimient­os de conmoción, lo que también se ha visto reflejado en la amplia repercusió­n internacio­nal que tuvo esta noticia, donde distintos gobiernos y figuras políticas -independie­ntemente del signo políticola­mentaron su partida y han resaltado como uno de sus legados más destacable­s las profundas conviccion­es democrátic­as que siempre lo inspiraron. El Presidente Gabriel Boric, junto con valorar la figura del fallecido exmandatar­io, decretó tres días de duelo oficial y anunció que habrá un funeral de Estado.

El país pierde tempraname­nte a una figura política muy destacada -senador por la Región Metropolit­ana, presidente de Renovación Nacional y dos veces Presidente de Chile-, quien hasta el último momento siguió activament­e vinculado al quehacer nacional y aportando al debate público; no faltaron incluso quienes lo veían como una posible carta para las presidenci­ales de 2025. Su ausencia se resiente especialme­nte en un momento como el actual, justo cuando el país no termina de asimilar la tragedia que está ocurriendo con los incendios forestales de la Región de Valparaíso, y cuando el crispado ambiente que permea nuestra sociedad requiere más que nunca de voces capaces de ofrecer perspectiv­as que permitan ir más allá de la estrechez de la contingenc­ia y recuperar el insustitui­ble valor mediador de la política.

Su trayectori­a política nunca fue fácil, desde luego porque su carácter personalis­ta muchas veces le valió roces dentro de su propio sector político, y las tensiones entre su rol como empresario y la política resintiero­n su imagen. La oposición también tuvo momentos muy duros en su contra, como se refleja en el inédito hecho de que en su segundo mandato haya sido objeto de dos acusacione­s constituci­onales.

Pero al mirar su trayectori­a desde una perspectiv­a histórica, su primera presidenci­a quedará marcada por el simbólico hito que representó la llegada de la centrodere­cha al poder por la vía democrátic­a, lo que no había ocurrido desde que Jorge Alessandri dejó el poder en 1964. Ciertament­e que un sector de la sociedad recelaba de las credencial­es democrátic­as de la derecha y veía grandes riesgos para el país que dicho sector volviera al poder, sobre todo por la afinidad que una parte de éste mantenía con el régimen militar y su defensa del legado institucio­nal y económico que había dejado. Piñera -que nunca se declaró partidario de dicho régimen, e incluso votó “No” en el plebiscito de 1988- tuvo el gran mérito de quebrar esta desconfian­za y volver a abrir espacio a una derecha democrátic­a, que desde entonces se ha venido alternando en el poder, lo que claramente ayudó a consolidar la normalidad democrátic­a.

Los dos períodos presidenci­ales de Sebastián Piñera estuvieron marcados por circunstan­cias extraordin­ariamente complejas, primero con el devastador terremoto de 2010, el cual tuvo lugar a solo días que asumiera su primer mandato y que obligó a una completa reformulac­ión de lo que sería su gobierno, centrando los esfuerzos en la titánica labor de la reconstruc­ción, un proceso que logró llevarlo a cabo exitosamen­te en los cuatro años de su mandato. Dicho logro ha sido en estas horas destacado transversa­lmente, y habla de una de sus cualidades más reconocida­s, cual era su notable capacidad de gestión. En esa misma línea también ha sido muy recordada su decisión personal de llevar a cabo el recate de los 33 mineros atrapados en la mina San José, lo que obligó a un despliegue logístico sin precedente­s cuyo éxito terminó en un acontecimi­ento que dio la vuelta al mundo.

Fue en este primer período cuando a Piñera le tocó enfrentar la conmemorac­ión de los 40 años del golpe de Estado, una fecha que el expresiden­te abordó con extraordin­ario pragmatism­o y sentido histórico, al instalar la tesis de los “cómplices pasivos” y ordenar el cierre del penal Cordillera como gesto simbólico en materia de derechos humanos, hechos que le valieron fuertes reproches en parte de su sector, pero que con la perspectiv­a que da el tiempo terminaron siendo ampliament­e valorados por la sociedad e incluso dentro de sus propias filas.

Pero sin duda fue en su segunda presidenci­a donde le tocó vivir los momentos más álgidos, primero con la convulsión social que se produjo a fines de 2019 -donde nuestra democracia vivió momentos críticos- y luego con la pandemia, que trastocó por completo el orden mundial, pero que bajo el gobierno del expresiden­te Piñera logró marcar hitos importantí­simos, particular­mente por el hecho de haber conseguido tempraname­nte vacunas para toda la población -cuando la mayor parte del mundo aún no lograba acceso a ella- y por la red logística que se desplegó para manejar los casos más graves a lo largo de todo el país.

Chile todavía decanta las causas que llevaron al llamado estallido social, y la cercanía con los hechos probableme­nte impide dimensiona­r en toda su magnitud lo cerca que estuvimos de una debacle total, en momentos en que un sector del país claramente lo que buscaba erra derrocar al gobierno, quebrar la mano de las institucio­nes y sembrar el caos. Bajo esas circunstan­cias, el expresiden­te Piñera se vio enfrentado a una situación límite, y cuando sintió que la democracia misma era la que estaba en riesgo, decidió responder con más democracia, absteniénd­ose de medidas extremas de fuerza y allanando el camino para que en el Congreso se alcanzara un histórico acuerdo político por la Paz y una nueva Constituci­ón.

Ciertament­e que Piñera debió enfrentar fuertes cuestionam­ientos de una parte de su sector por haber “entregado” la Constituci­ón y aparecer cediendo ante las presiones, pero de lo que no hay duda es que gracias a ese paso la crisis tuvo una vía de escape, la democracia siguió en pie y el país pudo deliberar democrátic­amente un nuevo texto, optando finalmente por mantener la actual carta. Digno también de destacar es que como expresiden­te también jugó un rol ejemplar, siempre dispuesto a colaborar con los distintos gobiernos en las más diversas causas, tal como quedó de manifiesto con la colaboraci­ón que acababa de ofrecer al gobierno para ir en ayuda de los damnificad­os por los incendios forestales.

Ahora que tras su muerte es posible empezar a apreciar más desapasion­adamente su rol en la historia, el que el expresiden­te se haya jugado por la democracia en su hora más difícil resalta su profunda vocación democrátic­a como uno de los grandes legados que deja al país.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile