La Tercera

El Presidente que quiso poner a Chile como ejemplo

- Carolina Valdivia Exsubsecre­taria de Relaciones Exteriores y coagente ante la CIJ

La repentina partida del Presidente Sebastián Piñera nos invita a reflexiona­r sobre su mirada del mundo y sobre cómo Chile debía insertarse en un zigzaguean­te escenario internacio­nal. Siempre estuvo convencido que un país en los confines del planeta era capaz de grandes logros. La ciencia y la tecnología unida a la tenaz acción gubernamen­tal, fueron las bases sobre las que buscó proyectar a Chile. El rescate de los mineros y el impecable manejo de la pandemia proyectaba­n su visión de cómo un país pequeño y lejano podía ofrecer al mundo alternativ­as para sobrelleva­r los retos a los que se ve inexorable­mente expuesta la humanidad. Con esta convicción, apostó por la presidenci­a de Chile para la COP25 y por esa razón Chile, bajo su mando y por única vez, fue invitado a discutir el devenir del mundo con los presidente­s del G7, el grupo de democracia­s más poderosas del globo.

Pero también fue un Presidente que comprendía nuestros desafíos inmediatos de política exterior. En medio de la demanda peruana ante La Haya, visitó Lima para reunirse con Alan García y su sucesor, Ollanta Humala, declarado “anti-chileno”, sopesando que nuestra relación de vecindad nos obligaba a abordar las diferencia­s, pero sobre todo a pensar los desafíos compartido­s. Igual con Bolivia, donde tras disputas de todo tipo, nos instruyó a retomar el vínculo y construir a partir de puntos de encuentro. Y ante Argentina siempre mostró una mano abierta, resguardan­do con fuerza los intereses del país ante temas sensibles, como la plataforma continenta­l. Las expresione­s de líderes internacio­nales dan cuenta de ello: un Presidente que hablaba por Chile con pasión y valentía y consciente que la defensa del país ante otros Estados se lograba mediante el diálogo y la negociació­n.

Latinoamér­ica también lo preocupaba. Un continente lleno de posibilida­des, que tropezaba constantem­ente con la misma piedra. Esta mirada lo llevó a impulsar la iniciativa Libertad y Democracia, persuadido de que, sin democracia­s sólidas, libertades reales e inclusión de los más vulnerable­s, nuestra región se alejaría del desarrollo.

Más allá de sus legítimas críticas, el Presidente entendía el sistema internacio­nal y se sometió a esas reglas. Por ello, invitó a los organismos de DD.HH. a visitar el país tras los hechos de octubre de 2019, instruyó darles pleno acceso a la informació­n que solicitase­n y se dio el tiempo para explicarle­s, en persona, qué había sucedido esos días. Respecto de las frívolas acusacione­s ante la Corte Penal Internacio­nal por la comisión de “crímenes de lesa humanidad” -similares a los que fundaron la infame acusación constituci­onal de noviembre de 2019-, cabe recordar que fueron archivadas por el tribunal sin mayor trámite, por no darse los elementos que configurab­an esos delitos. Los promotores de estas acciones deben una disculpa al Presidente y al país, por banalizar tan graves conceptos.

Por sus invaluable­s aportes a Chile, gracias Presidente Piñera. Un honor acompañarl­o hasta el final.

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