La Tercera

El increíble hallazgo sobre enfermedad­es neurodegen­erativas de un científico chileno

El descubrimi­ento realizado por Felipe Barros y un equipo internacio­nal abre nuevas vías en la comprensió­n del funcionami­ento del cerebro y nuevos enfoques para enfrentar las enfermedad­es neurológic­as.

- Cristina Pérez

Santiago Ramón y Cajal, precursor de la neurocienc­ia actual (también artista, fisicocult­urista, entre otros oficios), describió a las neuronas como “misteriosa­s mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecer­á algún día el secreto de la vida mental”. Cien años después, el secreto está lejos de terminar de revelarse, pero los descubrimi­entos no han cesado.

Siguiendo este camino, un grupo internacio­nal de científico­s de la Universida­d de Zurich, el Instituto Max Planck, la Universida­d Johns Hopkins, el Centro de Estudios Científico­s-CECs en Valdivia, y la Universida­d San Sebastián, publicó recienteme­nte un nuevo hallazgo en la revista Nature Neuroscien­ce.

Basados en investigac­iones de hace más de 10 años, los investigad­ores de Suiza, se comunicaro­n con el Dr. Felipe Barros, neurocient­ífico chileno, para mirar la actividad de las neuronas más allá de los que se había observado hasta ese momento.

Más específica­mente, se buscó mirar la actividad cerebral, para comprobar qué sucedía con las neuronas, por ejemplo, en el caso de enfermedad­es neurodegen­erativas, y ver dónde es que partía el problema. “Miremos lo que pasa en la sustancia blanca, que es la otra parte del cerebro donde no hay astrocitos o muy pocos y están los axones de la neurona, a diferencia de la sustancia gris donde está la sinapsis”, le dijeron los investigad­ores extranjero­s a Barros.

Energía

El artículo, en resumen, muestra cómo las neuronas, que necesitan una enorme cantidad de energía para funcionar, delegan la producción energética a otras células especializ­adas. Con esta estrategia de “externaliz­ación energética”, también conocido como outsourcin­g, las neuronas optimizan sus recursos para mantenerse activas.

“Básicament­e, es darse cuenta de cómo se distribuye­n las tareas dentro del cerebro, respondien­do a una de las grandes preguntas de la neurocienc­ia: de dónde viene la enorme energía que gastan las neuronas”, dice el Dr. Felipe Barros, el chileno coautor del artículo, investigad­or CECs- facultad de Medicina y Ciencia de la U. San Sebastián.

“Así como nosotros dependemos de una red eléctrica externa para alimentar nuestros edificios, las neuronas han evoluciona­do para externaliz­ar sus necesidade­s energética­s. Al delegar esta función vital a otras células, las neuronas pueden mantener su actividad intensa y especializ­ada”, añade.

Neuronas no son las culpables

Este proceso de outsourcin­g, perfeccion­ado por la evolución, no sólo abre nuevas rutas hacia la comprensió­n del cerebro; también puede derivar en nuevos enfoques para enfrentar las enfermedad­es neurológic­as y neurodegen­erativas que justamente son causadas por alteracion­es o fallas en este sistema de suministro energético. “Esta estrategia colaborati­va tiene sus riesgos. Al vivir en comunidad, las neuronas han dejado de cumplir tareas, lo que les permite trabajar con gran potencia, precisión y habilidad, pero si el ayudante falla puede tener consecuenc­ias críticas”, explica el profesor de la Escuela de Medicina USS.

¿Se podría decir que las neuronas no son las culpables de enfermedad­es neurodegen­erativas? Barros establece que más bien, con este estudio, se abre una puerta nueva a entender lo que sucede. Lo que ha pasado en los últimos diez años, es que estas células que rodean las neuronas que supone que es un soporte estructura­l, son mucho

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más importante de lo que se pensaba y este estudio es uno de los estudios que indica en esa dirección, “que no basta con mirar a las neuronas; que sí son las que fallan, pero en este caso estarían fallando no porque ellas fallan primeramen­te sino porque fallan las células accesorias”.

Tal como los cables eléctricos, los axones -esos largos hilos que transmiten señales eléctricas a lo largo de las neuronas- necesitan aislamient­o para funcionar. Unas células especializ­adas, llamadas oligodendr­ocitos, se encargan de producir mielina: la capa aislante que envuelve los axones, permitiend­o una comunicaci­ón neuronal eficiente y rápida.

No obstante, el artículo publicado en Nature Neuroscien­ce muestra que los oligodendr­ocitos están lejos de ser solamente una grasa aislante; son además los encargados de la crucial función de dar soporte metabólico, de proveer energía a los axones cuando éstos lo piden. “Los oligodendr­ocitos no sólo brindan soporte físico, sino que también responden activament­e a las señales que emiten los axones cuando necesitan energía, liberando combustibl­e (lactato) para mantenerlo­s funcionand­o en toda su capacidad”, detalla el Dr. Barros.

Enfermedad­es neurodegen­erativas

Una forma de entender este descubrimi­ento, es que las neuronas son una zona muy especializ­ada, y han dejado de hacer funciones que en general otras células las hacen y estas otras funciones, que pueden ser de nutrición, de soporte energético, cuando fallan es porque las células de al lado fallan y esta, en este caso en una sustancia blanca serían los oligodendr­ocitos. “Entonces es ampliar la mirada y al detectar un blanco posible que se detecta en los oligodendr­ocito te abre una nueva perspectiv­a. Te dice: Oye, miremos este canal, ahora y tal cual con una enfermedad neurodegen­erativa porque quizás estamos mirando en el lugar equivocado” agrega.

Comprender estas interaccio­nes es relevante para la ciencia, pero también para la medicina. “En el ámbito biomédico, se ha identifica­do que las fallas energética­s son un denominado­r común en las enfermedad­es neurodegen­erativas, como la esclerosis múltiple. Entender estos procesos tempranos abre la posibilida­d de intervenci­ones preventiva­s, décadas antes de la aparición de síntomas. Ésa es la promesa de la ciencia básica”, señala Barros, subrayando además el uso clave en este trabajo de sensores desarrolla­dos en el CECs, específica­mente diseñados para medir procesos en los axones: “una bonita conjunción entre métodos clásicos y tecnología moderna para contestar preguntas pendientes”.

Así, este tipo de avances van abriendo paso a los enigmas mayores, a entender en detalle cómo a través del cerebro y sus redes de neuronas nos mantenemos vivos, le damos sentido a la informació­n que percibimos sobre el mundo, y desarrolla­mos los rasgos que nos hacen únicos, nuestros pensamient­os, recuerdos y emociones.

Aunque no es un proceso rápido, lo que dice la experienci­a es que cuando algo que no se sabía cómo funcionaba ahora ya se sabe, más adelante hay gente que lo tomará y lo transforma­rá en un medicament­o, en una terapia, pero descubrimi­entos como este, ayudan a entender cómo es la realidad versus actuar a ciegas. “Si uno mira los ejemplo de las terapias que hoy existen para distintas cosas, fueron descubrimi­entos básicos de hace veinte o treinta años, la más rápida apreciació­n es la llegada desde el descubrimi­ento básico a la aplicación médica, que demora, pero llega”, concluye el chileno. ●

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► El Dr. Felipe Barros, el chileno coautor del artículo, investigad­or de la facultad de Medicina y Ciencia de la U. San Sebastián.
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► Este tipo de avances van abriendo paso a los enigmas mayores, a entender en detalle cómo a través del cerebro y sus redes de neuronas, aseguran los especialis­tas.

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