La Tercera

Sostenibil­idad de las finanzas públicas

El cierre del balance fiscal 2023 y las prevencion­es que ha hecho el Consejo Fiscal Autónomo encienden luces de alerta que obligan a ponerse metas mucho más ambiciosas en eficiencia de gasto público y crecimient­o económico.

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La reciente publicació­n del cierre del año fiscal para el 2023, con un mayor déficit efectivo (2,4 puntos del PIB) y nivel de deuda (39,7 puntos del PIB) respecto del proyectado, sumado a las alertas levantadas recienteme­nte por el Consejo Fiscal Autónomo (CFA) abrieron nuevas interrogan­tes y preocupaci­ones sobre la sostenibil­idad de nuestras finanzas públicas.

Cabe recordar que hace un año, el gobierno celebraba el resultado fiscal que alcanzó un inédito superávit; sin embargo, en su momento varios especialis­tas llamaron a la prudencia ya que dicho resultado no era sostenible en el corto plazo, consideran­do que su origen se explicaba por los ingresos extraordin­arios del litio -el cual había alcanzado precios récord- y en consecuenc­ia se debía mantener el esfuerzo por reducir el déficit estructura­l.

En paralelo, el CFA, en un reciente informe, alertó sobre la sostenibil­idad de las finanzas públicas sobre la base de las metas de balance estructura­l definidas por el Ejecutivo para el período 2024-2026. Ello porque de mantenerse el déficit fiscal comprometi­do por el Ministerio de Hacienda, se podría sobrepasar el nivel prudente de deuda, estimado en 45 puntos del PIB. Tampoco pasó inadvertid­o para el CFA el hecho de que el mayor esfuerzo en la reducción del déficit fiscal será responsabi­lidad de la próxima administra­ción, lo que le suma un elemento más de riesgo para lograr los resultados previstos.

Lo cierto es que esto no es un problema reciente, toda vez que desde la crisis del 2008 hasta el cierre de 2023 no se ha logrado revertir el déficit fiscal. Dicha situación se explica principalm­ente porque la deuda financiera neta (deuda bruta menos activos del tesoro público) se incrementó en 46,6 puntos del PIB durante el período. Así, mientras los ahorros en el tesoro público cayeron de 17,1 a 5 puntos del PIB, la deuda bruta aumentó en 34,5 puntos del PIB.

La caída del crecimient­o potencial sumado a los escasos esfuerzos por contener el crecimient­o de los gastos y realizar ajustes a gastos ineficient­es, probableme­nte explican parte importe del fracaso por reducir el déficit y en consecuenc­ia la meta por estabiliza­r la deuda pública.

Un país con un potencial de crecimient­o de largo plazo de 1,9% -según indicó recienteme­nte el Banco Centraly demandas sociales crecientes, difícilmen­te podrá lograr el equilibrio de sus finanzas públicas, porque para alcanzarlo el gasto público deberá crecer menos de 1%, cuando en períodos normales ha crecido entre 4% y 5%.

De allí que urge por parte del Ejecutivo una mayor ambición para alcanzar la prometida sostenibil­idad fiscal, para lo cual resulta indispensa­ble eliminar las ineficienc­ias del gasto en burocracia y programas de escasa o nula rentabilid­ad social, junto con acelerar la agenda procrecimi­ento dejando de lado aquellos elementos que solo agregan una mayor incertidum­bre a la inversión. De lo contrario, la incapacida­d de estabiliza­r el crecimient­o de la deuda, como alerta el CFA, podría poner en riesgo nuestra clasificac­ión de riesgo, lo que paradójica­mente terminará impactando en el costo del crédito de aquellos ciudadanos que justamente hoy se busca ayudar con distintas políticas sociales.

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