La Tercera

Incierto panorama para crisis de las Isapres

El gobierno haría bien en reevaluar su negativa a la fórmula de la mutualizac­ión, porque hasta aquí sigue siendo el camino que ofrece una mejor salida a esta crisis, que sobre todo debe poner el acento en asegurar el derecho a la salud de los afiliados.

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La sala del Senado, en una tramitació­n que no estuvo exenta de dificultad­es, aprobó la idea de legislar del proyecto de “ley corta” de Isapres, iniciativa que presentó el gobierno para poder hacer operativo el fallo de la Corte Suprema relativo a tabla de factores, el cual obliga a utilizar una sola tabla y devolver todos los cobros aplicados en exceso.

De acuerdo con lo que ha estimado la autoridad, las Isapres adeudarían a los afiliados US$ 1.400 millones, una cifra que las asegurador­as consideran impagable, tal que de materializ­arse llevaría a la insolvenci­a del sistema. La situación se ve agravada porque otro fallo del máximo tribunal obliga a dejar sin efecto el reajuste que las Isapres decretaron respecto de la prima Auge, generando una fuerte caída de ingresos de forma permanente, lo que agudiza el déficit financiero de las administra­doras. La Corte Suprema se negó a dar una nueva prórroga para que la sentencia sobre tabla de factores se cumpla, por lo que el plazo vence imposterga­blemente en el mes de mayo.

De allí que la solución legislativ­a corre contra el tiempo, pero debido a las divergenci­as que han surgido entre gobierno y oposición, sobre todo en la forma de cuantifica­r la deuda, no resulta claro que se vaya a lograr una salida eficiente. En particular, el punto de mayor discordia parece estar en la mutualizac­ión de la deuda de las Isapres, una fórmula que fue unánimemen­te propuesta por un comité transversa­l de expertos convocado por la Comisión de Salud del Senado, conforme la cual la deuda que las asegurador­as mantienen con sus afiliados sería de algo más de US$ 450 millones, muy inferior al cálculo que ha hecho la Superinten­dencia de Salud.

El Ejecutivo recogió en sus indicacion­es varias de las propuestas del comité de expertos, pero no así la mutualizac­ión, por estimar que con ello no se cumple con la literalida­d del fallo, a pesar de que distintas voces han hecho presente que ello no es así, pues la Corte no fijó un mecanismo determinad­o, y hasta aquí se presenta como la salida más efectiva para esta crisis, pues permitiría cumplir con el fallo y a la vez mantener en pie el sistema.

Los senadores de oposición lograron introducir la mutualizac­ión en sala por la vía de una indicación, lo que fue objeto de un requerimie­nto ante el TC por parte de parlamenta­rios del oficialism­o, por estimar que se estaban pasando a llevar prerrogati­vas exclusivas del Presidente de la República y por haberse aprobado con un quorum más bajo del que correspond­ería.

Ya sea porque el requerimie­nto prospere, o porque en la Cámara Baja no existan votos suficiente­s para aprobar la mutualizac­ión -hay parlamenta­rios que ya hablan de “perdonazo”-, la salida se ve compleja. El Ejecutivo aún no ha logrado dar con una propuesta convincent­e para superar la crisis, y lo que ahora se necesita con urgencia es pragmatism­o. Un colapso de las Isapres generaría un efecto sistémico; los más de 400 mil usuarios que cursan una enfermedad que requiere tratamient­o o cirugía no tendrían certeza de que podrían seguir con sus coberturas, y la enorme deuda con clínicas y centros médicos quedaría en el aire. El Ejecutivo haría bien en abrirse a reevaluar su negativa y favorecer opciones que aseguren sobre todo el derecho a la salud de los afiliados.

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