El legado internacional de Piñera
La prensa internacional ha cubierto la trágica muerte del expresidente Piñera como un hecho de relevancia mundial. El Presidente de Estados Unidos emitió un comunicado destacando su liderazgo durante el Covid-19, y el Presidente de Francia enfatizó su rol en la lucha contra el calentamiento global. El Rey Carlos III, el primer ministro de Países Bajos y el secretario general de la ONU también emitieron declaraciones. Esta lista, que es mucho más larga, nos invita a reflexionar sobre el legado internacional de quien fue dos veces Presidente de la República.
Sería demasiado extenso hacer un recuento de los hitos que alcanzó en sus gobiernos, pero podemos recordar algunos ejemplos a través de los principios que guiaron su política exterior.
El primero, y quizás el más importante, es la defensa de la soberanía. En su gobierno no dudó en publicar nuevos mapas para reafirmar nuestros derechos marítimos en el Mar de la Zona Austral, y trabajó intensamente en los juicios que Chile enfrentó en La Haya.
El segundo es el deber de defender la democracia. No solo en casa, sino también en el exterior. El Presidente Piñera fue una voz fuerte contra las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Siempre decía que la defensa internacional de la democracia debe hacerse respetando la institucionalidad de los demás países, aumentando la presión, pero sin intervencionismo ni menos amenazando con el uso de la fuerza. Esta visión fue la que guió sus posturas en las crisis de Perú, Bolivia y Ecuador. También fue el espíritu de Cúcuta, donde fue invitado por el Presidente de Colombia y el secretario general de la OEA para presenciar la entrega de ayuda humanitaria a Venezuela. El objetivo de Cúcuta no se cumplió porque los militares venezolanos negaron el ingreso de la ayuda humanitaria y se mantuvieron del lado de la dictadura. Sin embargo, fue un acto pacífico y liderado por civiles. Piñera conocía los riesgos, pero quería dar una señal de que Chile siempre estaría del lado de la democracia.
El tercer principio es que el destino de Chile y América Latina están unidos. El expresidente abrió nuevos caminos para fortalecer la cooperación regional, potenciando la voz de América Latina en el mundo. Materializó proyectos para promover la integración comercial, como la Alianza del Pacífico, y también hizo cosas sencillas pero efectivas, como la creación de un grupo de WhatsApp con los presidentes de la región. Cuando comenzó su segundo gobierno, el año 2018, no existía ninguna instancia activa que reuniera a los países de América del Sur. Así nació Prosur, un foro de coordinación. La intención nunca fue darle un signo ideológico, sino buscar una solución a la parálisis regional.
El cuarto principio es el compromiso con el multilateralismo como una herramienta esencial para resguardar los intereses de Chile. Lo hizo en el área de la salud, convocando a las primeras conversaciones para negociar un Tratado sobre Pandemias; en el área de los derechos humanos, invitando al alto comisionado de la ONU durante el estallido social; en el área comercial, organizando la APEC 2019 y concluyendo el primer Acuerdo sobre Economía Digital con Singapur y Nueva Zelandia, y en el área ambiental, asumiendo la Presidencia de la COP25, la principal cumbre climática del mundo.
Estos principios le valieron invitaciones a dos G20, en Buenos Aires y Osaka, y un G7, en Biarritz. El único mandatario chileno invitado a las cumbres que concentran a las mayores potencias del mundo. La política exterior de Piñera fue de Estado. Buscó las mejores relaciones con sus pares, sin importar el signo político, y puso siempre el interés de Chile por delante.