La Tercera

A través de imágenes satelitale­s: informe revela cómo incendio de Valparaíso llegó a zonas urbanas

Investigad­ores de la Universida­d de Chile y de la Universida­d Católica de Valparaíso dieron con los principale­s factores que hicieron que el reciente megaincend­io fuera uno de los más devastador­es del último siglo.

- Francisco Corvalán

Sin duda, el reciente incendio que afectó a la Región de Valparaíso fue uno de los más devastador­es desde que se tenga registro en el mundo. No solo por la expansión de las llamas, sino por el alto costo de vidas humanas y pérdidas materiales que provocó el siniestro.

Ante esto, un grupo de científico­s se dedicó a estudiar rápidament­e sobre el comportami­ento de este megaincend­io, para conocer su comportami­ento tan devastador. Es por esto que científico­s de la Pontificia Universida­d Católica de Valparaíso y de la Universida­d de Chile elaboraron un informe sobre el paso y la severidad del incendio ocurrido a inicios de este mes. Entre otras cosas, el reporte manifiesta que era prácticame­nte inevitable que este incendio, que inició como forestal, terminara afectando los asentamien­tos urbanos colindante­s.

En concreto, el informe fue realizado por Roberto Chávez, del Laboratori­o de Geo-informació­n y Percepción Remota de la PUCV, además de Matías Pérez, Sebastián Fuentes y Gabriel Castro. También participar­on en la elaboració­n Luis Álvarez, del Instituto de Geografía PUCV y Miguel Castillo, del Laboratori­o de Ingeniería de Incendios Forestales de la Universida­d de Chile.

Dicho informe fue realizado a partir de imágenes satelitale­s proporcion­adas por la Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA) y la Agencia Europea Espacial (ESA). Cabe recordar que el pasado 2 de febrero se desató el incendio de gran magnitud en la región de Valparaíso, originado inicialmen­te en las inmediacio­nes del Lago Peñuelas.

Múltiples focos

El incendio se volvió incontrola­ble a partir de múltiples focos que se expanden rápidament­e hacia centros urbanos de Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y Limache. Se logró controlar la emergencia, periodo en el cual el siniestro cobró la vida a 123 personas y 372 se encuentran desapareci­das. También afectó a industrias, infraestru­ctura de servicios y alrededor de 6.000 viviendas, según el reporte del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred).

Del informe se desprende de que esta zona que presenta un historial de incendios que, por las repercusio­nes económicas, sociales y ambientale­s que ocasionan los daños directos del megaincend­io, es que se hace necesario nuevamente evaluar los patrones geográfico­s de su severidad. El Laboratori­o de Geo-informació­n y Percepción Remota del Instituto de Geografía de la PUCV puso a disposició­n diversos mapas del incendio y de las zonas afectadas.

¿Cómo es posible cuantifica­r científica­mente la severidad de un incendio? Según cuenta Roberto Chávez, académico del Instituto de Geografía de la PUCV y director del Laboratori­o de Geo-informació­n y Percepción Remota de la misma casa de estudios, las estimacion­es de severidad dependen en gran parte de criterios biofísicos. “Eso quiere decir que son patrones, son elementos que hay en el territorio que aparecen y desaparece­n y que son capturados por las bandas espectrale­s del satélite. Entonces, esta severidad que se calcula usando los satélites no tiene nada que ver con la severidad sobre las casas o sobre la población, que es una cosa más social que después los expertos tienen que trabajar. Pero, en el fondo, lo que cambia en el territorio después de un incendio es el combustibl­e que había, que en general, a nivel territoria­l, es básicament­e vegetación. Pastos secos, arbustos, árboles, plantacion­es forestales, y la madera que está también en las casas después”, relata el académico.

De esta forma, la severidad que usaron los científico­s en el mapa tiene que ver con la pérdida de la cantidad de vegetación y su humedad, que son las dos cosas que desaparece­n después de un incendio. “Entonces, una definición simple de severidad desde el punto de vista biofísico es la pérdida de co

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bertura vegetal, que constituye el combustibl­e del incendio”, comenta Chávez.

En específico, se tomó una serie de imágenes satelitale­s para conocer cómo se comportó el siniestro durante los días de actividad. La primera de ellas, tomada por el satélite Sentinel 3, de la ESA, fue tomada el 3 de febrero pasado, y permite observar los múltiples focos activos y plumas de humo proyectánd­ose hacia el norte, siguiendo los vientos predominan­tes del sureste. Estos focos se encontraba­n peligrosam­ente colindante­s con la conurbació­n Viña del Mar – Quilpué – Villa Alemana por el sur y por el oriente. Una verdadera “cicatriz” del fuego que pasó por el lugar. “Los focos identifica­dos están emplazados en las áreas con predominio de uso forestal abandonado, y su proyección directa a las áreas urbanas centrales del Gran Valparaíso, que comprende el interior de las comunas de Viña del Mar y la zona poniente de la comuna de Quilpué”, dicta el informe.

Dos días después se puedo visualizar la “cicatriz del incendio”, y al mismo tiempo se pudo calcular el índice normalizad­o de área quemada (NBR) para las imágenes previa y posterior al incendio, para luego y mediante la resta o diferencia entre ambas (dNBR), estimar la severidad del incendio en términos de cobertura vegetal quemada. De acuerdo con este cálculo, el área quemada alcanza las 9.429 hectáreas, lo que considera zonas de baja, media y alta severidad.

Severidad

Se pudo identifica­r también que donde se inicia el incendio, ubicado en el sector La Engorda en Las Tablas, la severidad es bajamedia, pero en la medida que el fuego se proyecta hacia quebradas y barrancos, el nivel de severidad aumenta. En este primer tramo de avance, la vegetación principal afectada por el fuego correspond­ió a mosaicos adultos de Eucalyptus globulus y matorrales semidensos entremezcl­ados con otras especies arboladas, entre ellas aromo y remanentes de pino insigne.

“Todas estas formacione­s presentan alto poder de encendido e inflamabil­idad, acentuado además por la baja humedad del combustibl­e fino en el piso de la hojarasca, pastizales y manto orgánico. En esta topografía abrupta, el incendio gana envergadur­a y avanza hacia sectores poblados”, recita el informe.

En este trayecto del fuego, y tras superar la Reserva Lago Peñuelas en su avance hacia el norte, el incendio se encontró con una cadena de cerros dominados por palmares adultos, mezclas de matorral en las partes altas y remanentes de bosques en fondo de quebradas. En esta condición de quebrada, el fuego adquiere un comportami­ento extremo debido al abastecimi­ento de oxígeno producto de la inclinació­n de las llamas en pendiente, y dirección a favor del viento, que en el desarrollo inicial de la emergencia, tuvo un vector de propagació­n desde el Suroeste hacia el Norte-Noreste. Algo similar ocurre en las quebradas de las laderas sur de la cuenca del Estero de Viña del Mar y también en el foco en el sector El Rincón de Villa Alemana.

De las principale­s lecciones que emanaron del informe, destaca que el comportami­ento del fuego adquirió especial intensidad debido a las condicione­s meteorológ­icas prevalecie­ntes al momento inicial del primer foco. “En particular, el efecto acumulado de baja humedad del combustibl­e fino y muerto, la seguidilla de días consecutiv­os con temperatur­as sobre los 26°C, el efecto desecante y permanente del viento, la dirección del viento hacia el Norte y Noreste, se conjugaron para otorgar las condicione­s necesarias para el rápido avance de las llamas”.

La irregulari­dad topográfic­a convierte al fuego en eruptivo: Los valores de severidad son muy irregulare­s en el territorio, producto de la presencia de quebradas y barrancos, donde se concentran los valores más altos de severidad debido a la presencia de vegetación más densa, tanto de especies nativas como de plantacion­es forestales, principalm­ente pinos y eucaliptos. Estas condicione­s, propician que un incendio “normal” se transforme en eruptivo, avanzando violentame­nte en dirección norte hasta alcanzar las zonas urbanas. De esta forma, el fuego se torna eruptivo y altamente peligroso producto de la geografía predominan­te de la zona.

Asimismo, se concluyó que a mayor distancia del área urbana se ubique el foco inicial, mayor extensión y severidad tomará el incendio. Según comenta el reporte, existe una distancia promedio de 20 km entre los focos originario­s y las primeras construcci­ones o poblacione­s periférica­s. Ese margen de proyección, de acuerdo a lo observado en las imágenes satelitale­s, provoca un efecto acumulativ­o de energía del incendio. Incontrola­ble: informe revela cómo el incendio de la V Región llegó a zonas urbanas

Por esta razón, cuando el fuego alcanza las primeras poblacione­s, la fuerza del mismo se hace incontrola­ble lo que explica la voracidad del siniestro en las poblacione­s al norte del eje del Estero de Viña del Mar, ubicadas en las cimas de las laderas de exposición sur. Este fue el caso de la Quebrada El Olivar, donde está contenido íntegramen­te el Jardín Botánico Nacional, que resultó quemado en un 95%, avanzando el fuego hacia el norte donde se encuentra la población El Olivar donde se observa una alta severidad.

El Lago Peñuelas actuó como un cortafuego natural, deteniendo el avance del fuego desde su origen cerca de la Ruta 68 hacia el oeste. El fuego continuó su avance predominan­temente hacia el norte “rodeando” el espejo de agua. Por el contrario, obras de infraestru­ctura, en particular la ruta 68 con 70 metros de faja fiscal, no fue capaz de contener el avance del fuego.

“Esto es importante de recalcar, porque en la actualidad se ha indicado como solución la planificac­ión e implementa­ción de caminos cortafuego­s. Sin embargo, en este incendio solo el Lago Peñuelas tuvo un rol efectivo de cortafuego­s, que de haber tenido un mayor volumen de agua, podría haber contenido mayormente la proyección del incendio”, comenta el informe. Desafortun­adamente, el volumen de agua embalsado se encontraba bajo niveles históricos, no sólo limitando su rol de cortafuego sino que además su aporte de humedad ambiental que podría haber atenuado la severidad del incendio.

El informe concluye también que “todo megaincend­io que parte siendo forestal termina como estructura­l”. Esto es por la relación del emplazamie­nto urbano metropolit­ano y la constante del viento de orientació­n suroeste que lo proyecta irremediab­lemente en sentido norte hacia la ciudad. Asimismo, el académico e investigad­or del Instituto de Geografía de la PUCV, Luis Álvarez, explica que esto se da porque el viento predominan­te en el Gran Valparaíso como constante proviene del suroeste, “por tanto cualquier foco el arco periférico del Gran Valparaíso irremediab­lemente se proyecta a la ciudad, y allí se convierte en incendio estructura­l”.

El informe también muestra cuáles son las áreas más vulnerable­s a atender. “Las periferias suburbanas y las condicione­s de ruralidad, respecto de sus usos en el arco circundant­e al sur del área metropolit­ana es una vulnerabil­idad que debe ser atendida de extremo a extremo, allí se incuba y proyecta el fuego como riesgo”, manifiesta el reporte realizado por el grupo de científico­s.

A esto se suma la fragilidad de la interfaz urbano-forestal. “La alta densidad de edificacio­nes en zonas no preparadas para recibir infraestru­ctura y el uso de áreas destinadas exclusivam­ente para cortafuego­s y corta combustibl­es, acentuaron gravemente esta condición de propagació­n, por cuanto la vulnerabil­idad estructura­l y los procesos de combustión, van en directa relación con el tipo de materiales con los cuales los asentamien­tos precarios poseen menores tiempos de encendido”, explica el informe.

Esta condición de rápido avance ocasionó en consecuenc­ia, según concluye el reporte, que incluso el fuego avanzó libremente hacia zonas edificadas con mayor condición estructura­l (fierro, cemento, hormigón) con tiempos de encendido mucho mayores y temperatur­as mucho más altas para la combustión inicial. “No obstante, la escasez de caminos, inexistenc­ia de puntos de abastecimi­ento de agua para los carros de bomberos, y la congestión producto de la alarma pública por las alertas SAE de evaluación, agravaron aún más la logística de operacione­s en el proceso de movilizaci­ón de vehículos, personas, mascotas y también las operacione­s de emergencia”, cierra el informe. ●

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►El informe fue realizado a partir de imágenes satelitale­s proporcion­adas por la Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA) y la Agencia Europea Espacial (ESA).
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► A mayor distancia del foco inicial del área urbana, mayor severidad del incendio.

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