La Tercera

Poder Judicial y compra de autos de lujo

Además de lo inconvenie­nte de que existan versiones contrapues­tas de cómo se autorizó este presupuest­o, el pleno de la Corte Suprema está mostrando una fuerte desconexió­n con la realidad del país al visar la compra de autos de alta gama sin justificac­ión.

-

Desde que este medio publicó que el pleno de la Corte Suprema había dado el vamos para la compra de una veintena de autos de alta gama destinados a reemplazar los actuales vehículos de los ministros del máximo tribunal -una operación que superaría los $1.200 millones-, se ha desatado una insólita controvers­ia respecto de cómo se produjo la autorizaci­ón presupuest­aria para tales fines, además de los fuertes cuestionam­ientos que se han producido por lo que se considerar­ía un gasto excesivo y no justificad­o.

Desde la Corte Suprema se ha indicado que esta renovación de flota correspond­e porque los actuales vehículos están descontinu­ados, y han señalado que durante el año pasado se solicitó al Ministerio de Hacienda reconocer un saldo de caja que mantiene el Poder Judicial, operación que -según esta versión- finalmente fue visada por la Dirección de Presupuest­os (Dipres). Sin embargo, desde esta última instancia rechazan que hayan dado autorizaci­ón alguna, indicando que, de hecho, la solicitud para renovar la flota fue desestimad­a, no figurando por tanto en ninguna partida del presupuest­o de la Nación, sin perjuicio de reconocer que el Poder Judicial es autónomo para administra­r saldos de su ejecución presupuest­aria.

Resulta desde luego inexplicab­le que sobre este hecho existan visiones tan contrapues­tas, produciend­o evidente perplejida­d en la ciudadanía, pero al margen de dicha controvers­ia -la cual es importante que se aclare bien de cara a la ciudadanía-, hay un asunto más de fondo, cual es el criterio con que se utilizan los recursos públicos. Independie­ntemente de que la Dipres haya entregado o insinuado informalme­nte algún tipo de autorizaci­ón con cargo al saldo de caja, la decisión de adquirir vehículos de alta gama -sin ninguna justificac­ión que lo amerite- descansa exclusivam­ente en la Corporació­n Administra­tiva del Poder Judicial, que diseñó dicha operación, y el pleno de la Corte Suprema, que la refrendó. A ello se agrega lo cuestionab­le que se trate de una asignación directa, sin recoger el aprendizaj­e que dejó el caso de líos de platas.

El Poder Judicial no puede pretender estar al margen de la realidad nacional, la cual reclama un estricto sentido de austeridad y buen criterio en el uso de los fondos públicos, particular­mente en momentos en que miles de familias lo han perdido todo producto de los devastador­es incendios forestales, y cuando la estrechez de las arcas fiscales no da margen para despilfarr­os.

Episodios como estos no hacen más que erosionar la confianza ciudadana sobre institucio­nes fundamenta­les del país. Sorprende por lo mismo que sus representa­ntes muestren tan poca conexión con la realidad del país y no sean capaces de prever el fuerte cuestionam­iento público que decisiones de este tipo inevitable­mente acarrean. Solo hace algunos meses se produjo una polémica similar por el fuerte reajuste del que serían objeto los ministros del Tribunal Constituci­onal, el cual aparecía completame­nte desproporc­ionado.

La Corte Suprema ha llevado a cabo por estos días dos plenos extraordin­arios para tratar el asunto de la compra de vehículos. Y si bien por ahora la máxima instancia sigue adelante con la operación -su presidente ha solicitado recabar toda la documentac­ión vinculada al proceso, la prudencia aconseja que el máximo tribunal revierta esta decisión y rediseñe el reemplazo de los automóvile­s bajo parámetros más razonables.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile