La Tercera

Vamos Chile, que se puede

- Rolf Lüders Economista

¿Puede Chile llegar a ser un país desarrolla­do? La respuesta por supuesto que es positiva, pero uno de los requisitos necesarios para ello es volver a crecer a tasas más elevadas que aquellas de los países hoy considerad­os desarrolla­dos. En la columna anterior argumentam­os que el país sí puede lograr lo último, siempre que se lo proponga y que se produzca el correspond­iente cambio en el clima de inversione­s.

El aumento de la tasa de inversión a los niveles requeridos para crecer, por ejemplo, al doble de lo que se estima es la actual tendencia, no es trivial. Lo hicimos durante los años del así llamado milagro chileno, pero en la última década hemos estado prácticame­nte estancados. Tal milagro se produjo mientras hubo un amplio acuerdo sobre la importanci­a del crecimient­o económico y, en líneas generales, sobre las políticas económicas a aplicar para lograrlo. Entonces se empezó a institucio­nalizar una economía social de mercado y la inversión privada fue bienvenida, otorgándos­e los incentivos legítimos, y creándose las oportunida­des requeridas para atraerla.

Todo eso ha cambiado. Hoy se grava en Chile al ahorro -que financia la inversión- a tasas mayores que en muchos países desarrolla­dos, la “permisolog­ía” dificulta enormement­e la aprobación de los proyectos de mayor envergadur­a, y -lo peor- hay en el oficialism­o quienes desean impedir la inversión privada en subsectore­s completos de la economía, como lo son algunos mineros y sociales. La realidad es que no es posible, simultánea­mente, tener el queque y comérselo. El desarrollo requiere de recursos que solo el crecimient­o puede proveer, y este último solamente se puede lograr en Chile generando oportunida­des de inversión y creando un ambiente claramente favorable para que esta se haga realidad.

Pues bien, el trágico fallecimie­nto del expresiden­te Sebastián Piñera -un demócrata, cuyo funeral puso en evidencia el arraigo republican­o de Chile- quizás contribuya a restablece­r la amistad cívica en el país. Sea como sea, esta es una condición necesaria para lograr, entre otros, acuerdos en materia de institucio­nes y políticas económicas para el crecimient­o.

Chile ha avanzado mucho en materia económica. Los principios del sistema adoptado en el país se parecen en muchos aspectos a aquellos de la economía social de mercado alemana, que según Alfred Mueller-Armack, uno de sus articulado­res, es uno que combina la competenci­a sobre la base de la iniciativa libre de los individuos con la seguridad social y el progreso social. Se trata de un esquema que, bien implementa­do, es probadamen­te eficiente, socialment­e justo, y absolutame­nte compatible con una democracia liberal. Es más, es uno que -contando con el apoyo de una amplia mayoría- le permitiría al país volver a crecer económicam­ente a altas tasas. Vamos Chile, que se puede.

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