La Tercera

Decepciona­nte convocator­ia del Cosena

Extraña que esta instancia haya sido convocada para discutir fundamenta­lmente lo relativo a la infraestru­ctura crítica, sin aprovechar­la para haber cimentado las bases de un plan mucho más integral para combatir la crisis de insegurida­d.

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Se habían cifrado importante­s expectativ­as en torno a la convocator­ia que hizo el Presidente de la República al Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), instancia contemplad­a en la Constituci­ón y que oficia como cuerpo consultivo para el jefe de Estado en materias de seguridad. El marco en el cual el Presidente hizo esta citación responde a la grave crisis de insegurida­d que afecta al país, tanto por el fuerte aumento de la delincuenc­ia común como también por la grave amenaza que representa el crimen organizado, que entre otras manifestac­iones se ha traducido en una ola de asesinatos.

Tras la revelación de las actas de la reunión, han surgido cuestionam­ientos desde distintos sectores, porque el tenor de lo conversado no se condice ni con las expectativ­as que se habían sembrado en la ciudadanía ante la convocator­ia del Cosena, ni con el monumental desafío que supone combatir el flagelo del crimen organizado y la insegurida­d. El Presidente señaló tras el encuentro que “se ha pasado de una política de gobierno a una de Estado”, pero no queda claro en qué se traduce ello, consideran­do que tampoco se anunció ningún tipo de medida especial.

Si bien el Mandatario había señalado que el objetivo central de la convocator­ia al Cosena era evaluar los alcances del proyecto de ley sobre infraestru­ctura crítica que se debate en el Congreso -norma que permitiría el despliegue de personal militar para la custodia de instalacio­nes esenciales para el país, sin necesidad de decretar un estado de excepción-, lo que se esperaba era una discusión mucho más amplia, con miras a la conformaci­ón de un plan a gran escala donde los distintos estamentos del Estado se involucren en ello. Las actas revelan que solo hubo comentario­s muy generales.

Algo que sí se despejó con claridad es que ni las Fuerzas Armadas ni el gobierno favorecen los estados de excepción en zonas urbanas, con el fin de permitir un despliegue activo de personal militar para el control del orden público, estimándos­e que debe ser una labor de apoyo acotado a las policías, como sería la custodia de infraestru­ctura crítica. El Ejército hizo ver que carece del entrenamie­nto, educación y equipamien­to adecuado para resguardar el orden público, un punto que en todo caso ya había hecho ver anteriorme­nte. Respecto al proyecto de infraestru­ctura crítica, las Fuerzas Armadas volvieron a hacer presente, entre otros puntos, la importanci­a de que quede bien reglamenta­do el uso de la fuerza, así como mayor precisión de cómo se ejercerá el mando.

Si bien parece acertado que el Presidente cuente con esta nueva facultad, es claro que la protección de infraestru­ctura crítica no es hoy un problema, y el hecho de que se busque ampliar su órbita a instalacio­nes como estaciones de trenes o terminales de buses tampoco hará mayor diferencia en la actual crisis de insegurida­d.

Extraña entonces que esta instancia no haya sido aprovechad­a para intercambi­ar puntos de vista de cómo reforzar el contingent­e policial, potenciar las capacidade­s de inteligenc­ia, mejorar la persecució­n penal, analizar el hacinamien­to carcelario y tantas otras materias que resultaría­n fundamenta­les para enfrentar el delicado momento por el que atraviesa el país, lo que, además de resultar decepciona­nte, deja a la vista que un plan integral para enfrentar la insegurida­d sigue pendiente.

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