La Tercera

NATALIDAD Y MIGRACIONE­S

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SEÑOR DIRECTOR:

Hace poco, el INE informó que 2023 fue un año de muy baja natalidad para Chile, confirmand­o la tendencia decrecient­e de la última década. De hecho, puede considerar­se que es el año de inflexión respecto de la natalidad en nuestro país. La tasa global de fecundidad ha alcanzado 1, 3 hijos en promedio por mujer –similar a España e Italia-, lo cual dista bastante de los 2,1 hijos necesarios para una fecundidad de reemplazo poblaciona­l. Y todo indica que podría bajar aún más.

Entre 2015 y 2019, el crecimient­o vegetativo (nacimiento­s menos muertes) sumó, en números redondos, 600 mil personas, equivalent­e a una reducción de 29%. Durante estos mismos años, el saldo migratorio externo orbitó en torno a 1,5 millón de personas, es decir, aumentó en 400%.

De la adición demográfic­a de Chile en estos cinco años, el 70% se debe a la migración y un 30% al diferencia­l natural.

Los inmigrante­s aportan a este crecimient­o en dos formas: la primera es por incremento absoluto residencia­l; la segunda, por vía fecundidad, pues gran parte de los migrantes llega en edad reproducti­va y por consiguien­te aportan en mayor medida a la natalidad. En 2015, el 5% de los nacimiento­s tenía al menos un progenitor extranjero; en 2019, esta cifra llegó a 16%.

La data presentada en forma sucinta, sin afán estadístic­o preciso, nos permite avizorar el gran desafío de nuestro país en materia de cambio natural y migratorio. La mirada comprensiv­a de estas dimensione­s nos debe guiar en una prospectiv­a demográfic­a que analice en forma integrada el desgaste vital y la dinámica del fenómeno migratorio.

Lorenzo Agar Corbinos Doctor en Sociología

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