Autoridades rusas impiden ver cuerpo de Navalny en medio de dudas sobre su muerte
Alexei Navalny, el opositor interno más visible del Presidente ruso Vladimir Putin, a quien acusó de intentar matarlo, de encarcelarlo por cargos falsos y privarlo de atención médica, habría muerto, según las autoridades rusas, de “síndrome de muerte súbita”. Así se lo habrían comunicado funcionarios rusos a la madre del líder opositor, Lyudmila Navalnaya, cuando visitó ayer en la mañana la colonia penal IK-3 Lobo Polar, donde se encontraba recluido su hijo.
Sin embargo, los aliados de Navalny, quien tenía 47 años, ponen en duda la versión oficial y afirman que se les ha negado la posibilidad de ver el cadáver, que, según las autoridades penales, no será entregado a sus familiares hasta que concluya la investigación.
De hecho, el abogado del opositor, que llegó ayer a la ciudad de Salekhard con la madre de Navalny, fue informado supuestamente por la prisión de que el cuerpo permanecía en el depósito de cadáveres. Más tarde, sin embargo, una persona en la morgue negó que el cuerpo estuviera allí, lo que deja aún más interrogantes en torno a la muerte de uno de los críticos más acérrimos de Putin.
“Es obvio que los asesinos quieren cubrir sus huellas y por eso no entregan el cuerpo de Alexei, ocultándoselo incluso a su madre”, dijo su equipo en un mensaje en Telegram.
La conmoción por la muerte del crítico de Putin ha provocado una oleada de vigilias y protestas en toda Rusia, lo que ha llevado a que se haya detenido a 200 personas aproximadamente.
Cientos de flores y decenas de velas se podían ver en el monumento a las víctimas de la represión soviética en Moscú y más flores se podían ver dejadas en la nieve en las aceras cercanas.
Las protestas son ilegales en Rusia en virtud de estrictas leyes antidisidentes, y las autoridades han reprimido con especial dureza las concentraciones en apoyo de Navalny. Pero las manifestaciones no se han limitado a Rusia. La repentina muerte del antiguo líder de la Fundación Anticorrupción ha provocado una fuerte respuesta de simpatizantes en lugares tan lejanos como Japón, Polonia, Finlandia, Bombay y San Francisco.
Navalny cumplía una condena de 19 años por “extremismo” y acababa de ser trasladado de su antigua prisión, en el centro de Rusia a una colonia penal de “régimen especial” por encima del Círculo Polar Ártico.
Sus aliados dijeron entonces que temían por su vida después de que “desapareciera” en diciembre para viajar a la remota región, pocos meses antes de las elecciones presidenciales rusas del mes que viene.
La última vez que se vio a Navalny fue por videoconferencia durante una vista judicial celebrada el jueves. De hecho, su madre dijo que había visto a su hijo en la colonia penitenciaria el lunes: “Estaba vivo, sano, alegre”.
Además, uno de los abogados de Navalny, Leonid Solovyov, declaró al periódico independiente Novaya Gazeta que el crítico del Kremlin estaba “normal” cuando un abogado lo vio el miércoles.
Sin embargo, el Servicio Penitenciario Federal anunció ayer su muerte en un comunicado, afirmando que Navalny se sintió indispuesto tras un paseo y perdió el conocimiento. De esa manera, llegó una ambulancia para intentar salvarle, pero “fue en vano”.