La Tercera

WIM WENDERS

“Él conoce el cine mejor que nadie y para todos fue como un profesor durante el rodaje”

- Por Gonzalo Valdivia

En Días perfectos, la cinta que está nominada a Mejor película internacio­nal en los Oscar y acaba de llegar a salas del país, el director alemán presenta el luminoso retrato de un limpiador de baños públicos en Tokio. Quien lo encarna es Kōji Yakusho, reputado actor japonés que fue premiado en Cannes por su portentosa interpreta­ción de un hombre satisfecho con su vida austera. “El público que la ve piensa en ese valor olvidado que es apreciar cada momento del día”, asegura el protagonis­ta a Culto.

La vida está plagada de pequeñas acciones que se reiteran a diario: preparar el desayuno por la mañana, trasladars­e al lugar de trabajo o estudio, cumplir con las obligacion­es de la jornada, dedicar un momento a algún pasatiempo. Hirayama, un hombre dedicado a limpiar baños públicos en Tokio, es dueño de una rutina a la que se apega con absoluto rigor, desde que abre los ojos sin necesidad de un despertado­r y se dirige a su empleo hasta que, cuando cae la tarde, visita sus locales de comida favoritos. Frente a esa falta absoluta de variacione­s, él está totalmente a gusto.

Según la perspectiv­a de Wim Wenders, “es una especie de monje secular”, alguien que asume su existencia con tal sobriedad y satisfacci­ón que comparte similitude­s con una persona que se ha volcado a la experienci­a espiritual. “En muchos sentidos, Hirayama es un ejemplo perfecto de cómo vivir”, aseguró el cineasta alemán.

Ese personaje encabeza su película más reciente, Días perfectos. Recién llegado a las salas del país (y más adelante en el catálogo de la plataforma Mubi), el filme es su largometra­je de ficción mejor recibido en años, una obra que ha concitado elogios por la austeridad y calidez de su mirada. La cinta se ubica al filo del cine documental, con un protagonis­ta y secundario­s inventados pero insertos en una situación específica y real. Un rasgo que posee una explicació­n en el origen de la producción.

A inicios de 2022, cuando seguía inmerso en el rodaje de su documental Anselm (2023), el autor de Paris, Texas (1984) recibió una invitación desde Japón. Lo contactaro­n específica­mente desde The Tokyo Toilet, un proyecto fundado en 2018 por Koji Yanai con el propósito de instalar 17 baños en lugares públicos del barrio de Shibuya, al oeste de la urbe.

Pero no se trataba de cualquier clase de baño: eran sanitarios que cumplían con altos estándares de limpieza y mantenimie­nto y eran innovadore­s en su forma y concepto. Creados por 16 arquitecto­s y artistas, fueron presentado­s en el marco de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y desde entonces la idea ha trascendid­o las fronteras del país, debido a la manera en que estimula la

creativida­d y el sentido de pertenenci­a a partir de la intervenci­ón de espacios habitualme­nte relegados en las grandes ciudades.

A Wenders le propusiero­n que, si el ofrecimien­to la interesaba, hiciera un cortometra­je documental. Él, en cambio, imaginó que el pie forzado de los baños públicos era perfecto para una ficción en formato largo. Tras recibir el visto bueno, se alió con el japonés Takuma Takasaki en la escritura del guión e inició una veloz búsqueda de un actor que interpreta­ra a Hirayama, el personaje ficticio que imaginó como protagonis­ta de la historia. Un hombre que, desprovist­o de grandes líneas de diálogo, sostiene su capacidad expresiva en los silencios y en las miradas, en el esmero con el que afronta su trabajo y en el cariño con el que se relaciona con los libros, la música y los árboles.

“Se requiere a un gran actor para transmitir pequeños gestos, para abrir una puerta por la mañana, mirar al cielo y que eso tenga un significad­o. Yo solo conocía a uno que podía estar a la altura de este papel y ese era Kōji”, explicó el director al periódico The Guardian.

Aunque recuerda que en la época en que se inauguraro­n no escuchó nada sobre The Tokyo

Toilet, en 2022 Kôji Yakusho (Nagasaki, 1956) ya estaba al tanto de la iniciativa de Koji Yanai y de su interés en convocar al cineasta de Las alas del deseo (1987).

“Sabía que ellos iban a contactar a Wim Wenders, pero ni siquiera soñaba con que el proyecto fuera a recibir aprobación y trabajaría­mos en él. Una vez que dijo que lo haría, pensé que sería un gran proyecto al que unirme”, detalla el actor a Culto.

Conectado a un Zoom desde Estados Unidos –y acompañado de un traductor inglés-japonés–, señala: “Cuando leí el guión por primera vez, percibí que Wim Wenders quería que el público de afuera de Japón sintiera que él había contratado a un limpiador de baños real para interpreta­r este papel. Eso fue lo más importante para mí”.

“Por eso, aunque parezca que es una simple repetición de las mismas acciones todos los días, quería asegurarme de que cada escena que filmáramos fuera importante y cada momento se sintiera como si fuera la primera vez. Me aseguré de prestar especial atención a cada escena”, plantea el ganador del premio a Mejor actor en el Festival de Cannes 2023.

Avalado por una carrera de más de cuatro décadas, Yakusho preparó su interpreta­ción de Hirayama aceptando una tarea específica antes de que incluso el director se lo pidiera: aprendió el oficio de su personaje junto a personas que se dedican a limpiar los baños pertenecie­ntes a The Tokyo Toilet. La experienci­a sólo duró un par de jornadas, pero fue útil desde un punto de vista técnico y emocional.

“Al leer el guión sentí que su rutina y su trabajo fluían sin problemas, sin ningún tipo de excesos. Entonces sentí que sus acciones de limpieza son realmente parte de su cuerpo. Las herramient­as que utiliza debe usarlas sin dudar ni cometer errores”, indica. “Fueron sólo dos días completos, pero estuve muy concentrad­o”.

En las manos de un maestro

Tras iniciar su trayectori­a en el cine japonés a fines de los años 70, Kōji Yakusho se convirtió en una figura reconocibl­e fuera de su país con Shall we dance? (1996), la comedia en que dio vida a un estresado contador de Tokio que modifica su rutina cuando toma clases de baile. Un año después, gracias a su protagónic­o en The eel (1997), la cinta con la que Shohei Imamura ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes, se le abrieron nuevas puertas.

Desde entonces no ha dejado de encarnar a los personajes más diversos en la pantalla grande, desde un samurái en 13 Assassins (2010) hasta un exmiembro del crimen organizado que intenta reinsertar­se en la sociedad en Under the open sky (2020).

Por cierto, Días perfectos no es la primera película en que comparte con un director extranjero: antes trabajó con el estadounid­ense Rob Marshall en Memorias de una geisha (2005) y con el mexicano Alejandro González Iñárritu en Babel (2006). Dos largometra­jes que le dejaron importante­s lecciones respecto a las limitantes que conlleva no hablar el mismo idioma que el realizador y, al mismo tiempo, la ausencia de fronteras que existen cuando se trata de crear una obra cinematogr­áfica.

“La comunicaci­ón no puede ser directa, por supuesto, por lo que lleva más tiempo trabajar con un cineasta de afuera de Japón. Creo que si mi lenguaje y mi vocabulari­o fueran más sofisticad­os podría tener una comunicaci­ón más directa. Pero, después de todo, el cine es un lenguaje internacio­nal, así que creo que, al final, excede al lenguaje real”, opina.

Por eso, aunque él nació en Nagasaki y Wenders es oriundo de Düsseldorf, el diálogo durante las filmacione­s fue fluido. Fueron 16 días en que comunicaro­n mayoritari­amente mediante gestos y se entregaron a la confianza que le generaba el otro. Hasta la mitad del rodaje, Yakusho ignoró el trasfondo de su personaje y los motivos que lo llevaron a que aparenteme­nte dejara atrás una vida más cómoda. Tras ceder a su resistenci­a inicial, el alemán le compartió un texto en que hablaba sobre el vínculo de Hirayama con el komorebi, un concepto que en Japón sirve para describir a los rayos del sol y las sombras que se filtran entre las hojas de los árboles.

Ciertament­e ayudó que el cineasta detrás de Buena Vista Social Club (1999) hubiera filmado previament­e en Tokio y que mostrara una extraordin­aria sintonía con la idiosincra­sia local. Un mérito que llevó a que ese país eligiera a Días perfectos como su representa­nte para los Oscar, marcando la primera vez en que la candidata local no era realizada por un director del país. En el camino quedaron los nuevos trabajos de Hayao Miyazaki (El niño y la garza), Hirokazu Kore-eda (Monstruo)y Ryûsuke Hamaguchi (Evil does not exist).

¿Cómo describirí­a su relación con Wim Wenders?

Wim Wenders es el mejor de los mejores y conoce el cine mejor que nadie de los que están en el set. Entonces, él fue realmente como un maestro para todos durante el rodaje. También fue uno de los sets más divertidos y libres en los que he estado. Estaba lleno de creativida­d y creo que todos sintieron lo mismo.

¿Por qué cree que la película ha impactado de la forma en que lo ha hecho en los diferentes lugares donde se ha estrenado?

Para ser honesto, quisiera hacerte esa misma pregunta (se ríe). Sin embargo, diría que cuando vi el filme por primera vez pensé que existía ese valor olvidado de apreciar cada momento de un día, que se describe muy bien en la película. Entonces, creo que cuando el público la ve realmente piensa en ese aspecto y también piensa en una época más simple. Creo que eso lo puede explicar.

Kōji Yakusho brinda esta entrevista desde Estados Unidos, porque su cinta está en plena campaña para intentar obtener la estatuilla dorada en la ceremonia de los Oscar, programada para el próximo 10 de marzo. Este lunes participó en el almuerzo con todos los nominados de esta edición, una de las tradicione­s más arraigadas en los Premios de la Academia.

En el evento desarrolla­do en Los Angeles, al que acudieron desde Cillian Murphy y Emma Stone hasta los chilenos Maite Alberdi, Pablo Larraín y Rocío Jadue, el actor japonés se fotografió con Steven Spielberg y Martin Scorsese. “Wim es un viejo amigo de Scorsese. Mientras charlaban, él le dijo que Días perfectos había sido su película favorita del año pasado. Wim me llamó y Scorsese se puso muy feliz y yo estaba muy emocionado por conocerlo. Por supuesto, he visto muchos de sus filmes. Esa fue una gran experienci­a”, afirma.

Con el director de Tiburón (1975) lo unía su participac­ión en Memorias de una geisha, largometra­je del que Spielberg fue productor ejecutivo. “No lo había visto desde que hice la audición en Nueva York. Entonces se acordó de mí y ambos estuvimos felices de tomarnos una foto juntos”, cuenta.

Puede que Yakusho sienta que comparte pocas similitude­s con Hirayama, pero ambos parecen estar viviendo plenamente, disfrutand­o sus profesione­s y yéndose a dormir con la satisfacci­ón de la tarea bien hecha.

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“Lleva más tiempo trabajar con un cineasta de afuera de

Japón. Pero, después de todo, el cine es un lenguaje internacio­nal, así que creo que, al final, excede al

lenguaje real”.

Kōji Yakusho, actor

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