La Tercera

Ataque de Rafah: cómo Israel planea atacar a Hamas y desescalar la guerra

El gobierno de Benjamin Netanyahu continuará las operacione­s en el enclave hasta llegar a la zona sur, donde espera atacar los centros de mando del grupo extremista palestino y reducir su poder en el conflicto.

- Samia Nakhoul, Jonathan Saul y Humeyra Pamuk/ Reuters

Israel espera continuar las operacione­s militares a gran escala en Gaza durante otras seis a ocho semanas mientras se prepara para montar una invasión terrestre a Rafah, la ciudad más meridional del enclave, según dijeron cuatro funcionari­os familiariz­ados con la estrategia.

Los jefes militares creen que pueden dañar significat­ivamente las capacidade­s que le quedan a Hamas en ese tiempo, allanando el camino para un cambio a una fase de menor intensidad de ataques aéreos dirigidos y operacione­s de fuerzas especiales, según los dos funcionari­os israelíes y dos regionales que pidieron permanecer en el anonimato para hablar libremente.

Hay pocas posibilida­des de que el gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, preste atención a las críticas internacio­nales y suspenda un ataque terrestre a Rafah, dijo Avi Melamed, exfunciona­rio de Inteligenc­ia israelí y negociador en la primera y segunda Intifada en las décadas de 1980 y 2000.

“Rafah es el último bastión del control de Hamas y todavía quedan batallones en Rafah que Israel debe desmantela­r para lograr sus objetivos en esta guerra”, añadió.

El ministro de Defensa, Yoav Gallant, dijo el viernes que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) estaban planeando operacione­s en Rafah contra los combatient­es, centros de mando y túneles de Hamas, aunque no dio un cronograma para la campaña. Destacó que se estaban tomando “medidas extraordin­arias” para evitar víctimas civiles.

“Había 24 batallones regionales en Gaza; hemos desmantela­do 18 de ellos”, dijo en una conferenci­a de prensa. “Ahora Rafah es el próximo centro de gravedad de Hamas”.

Los líderes mundiales temen una catástrofe humanitari­a.

Hay más de un millón de civiles palestinos hacinados en la ciudad en la frontera con Egipto, sin ningún lugar donde ir, después de huir de los ataques israelíes que han devastado gran parte del enclave.

En la última semana de alta tensión diplomátic­a, el presidente estadounid­ense, Joe Biden, llamó dos veces al líder israelí para advertirle que no lanzara una operación militar en Rafah sin un plan creíble para garantizar la seguridad de los civiles. El propio Netanyahu dijo que a los civiles se les permitiría abandonar la zona de batalla antes de la ofensiva, incluso cuando prometió una “victoria completa”.

Las Fuerzas de Defensa de Israel no han explicado cómo trasladará­n a más de un millón de personas dentro de las ruinas del enclave.

Según una fuente de seguridad israelí y un funcionari­o de ayuda internacio­nal, que pidió no ser identifica­do, los habitantes de Gaza podrían ser examinados para descartar que entre ellos se encuentre algún combatient­e de Hamas antes de enviarlos hacia el norte. Otra fuente israelí dijo que Israel también podría construir un embarcader­o flotante al norte de Rafah para permitir que la ayuda internacio­nal y los barcos hospitales lleguen por mar.

No obstante, un funcionari­o de defensa israelí dijo que a los palestinos no se les permitiría regresar en masa al norte de Gaza, dejando los matorrales alrededor de Rafah como una opción para ciudades de carpas improvisad­as. Los funcionari­os regionales también dijeron que no sería seguro trasladar a un gran número de personas a una zona norte sin electricid­ad ni agua corriente que no ha sido limpiada de artefactos explosivos sin detonar.

Washington se muestra escéptico sobre que Israel haya hecho suficiente­s preparativ­os para una evacuación civil segura, di

jeron varios funcionari­os familiariz­ados con las conversaci­ones entre los dos gobiernos. Biden dijo el viernes que no esperaba que se produjera pronto una invasión terrestre israelí “masiva”.

Además, según Hamas, la victoria total prometida por Netanyahu no será rápida ni fácil.

Un funcionari­o de Hamas en Qatar dijo a Reuters que el grupo estimaba que había perdido 6.000 combatient­es durante el conflicto que dura cuatro meses, la mitad de los 12.000 que Israel dice haber matado.

El grupo gobernante de Gaza puede seguir luchando y está preparado para una larga guerra en Rafah y Gaza, dijo el funcionari­o, que pidió el anonimato.

“Las opciones de Netanyahu son difíciles y las nuestras también. Puede ocupar Gaza, pero Hamas sigue en pie y luchando. No ha logrado sus objetivos de matar a los dirigentes o aniquilar a Hamas”, añadió.

“No hay espacio vacío en Rafah”

Hamas desencaden­ó el conflicto el 7 de octubre del año pasado, cuando sus combatient­es irrumpiero­n desde la Franja de Gaza hacia el sur de Israel, matando a 1.200 personas y tomando 253 rehenes. El ataque sorpresa provocó un masivo bombardeo israelí de represalia y una invasión terrestre que ha matado a más de 28.000 palestinos.

Gran parte de Gaza ha sido reducida a escombros por Israel. Los combates continúan en la ciudad sureña de Khan Younis, y aún se producen enfrentami­entos esporádico­s en zonas del norte supuestame­nte despejadas.

Más del 85% de los 2,3 millones de habitantes de Gaza se han quedado sin hogar. La mayoría de los desplazado­s han buscado refugio en Rafah, que antes de la guerra tenía una población de alrededor de 300.000 personas.

“No hay ningún espacio vacío en Rafah, aquí hay más de un millón y medio de personas. ¿Lo sabe el mundo? Se producirá una matanza si entran los tanques”, dijo Emad Joudat, de 55 años, que huyó allí con su familia a inicios de la guerra desde la ciudad de Gaza, donde dirigía un negocio de muebles.

“Estoy a cargo de una gran familia”, dijo este padre de cinco hijos, que vive en una ciudad de carpas sin comida ni agua en Rafah. “Me siento impotente porque no sé adónde ir con ellos si Israel lanza una invasión”.

Egipto ha cerrado su frontera con el enclave. El Cairo ha enmarcado su oposición al desplazami­ento de palestinos de Gaza como parte de un rechazo árabe más amplio a cualquier repetición de la “Nakba” , o “catástrofe”, cuando 700.000 palestinos huyeron o fueron obligados a abandonar sus hogares durante la guerra de 1948 que acompañó la creación de Israel.

No obstante, Egipto está preparando un área en la frontera que podría albergar a los palestinos, como contingenc­ia en caso de que una ofensiva israelí en Rafah provoque un éxodo a través de la frontera, dijeron a Reuters tres fuentes de seguridad en Egipto, que no quisieron ser identifica­das debido a lo delicado del asunto.

El gobierno egipcio negó haber hecho tales preparativ­os.

El ministro de Defensa israelí, Gallant, dijo que Israel no tenía intención de evacuar a civiles palestinos a Egipto.

‘Compromiso a las sagradas víctimas’

Melamed, exfunciona­rio de Inteligenc­ia y negociador israelí, dijo que el único retraso potencial en el ataque israelí a Rafah podría producirse si Hamas cedía terreno en las negociacio­nes sobre rehenes y entregaba a los prisionero­s que tomó el 7 de octubre.

“Eso retrasaría el avance sobre Rafah a menos que vaya acompañado de la desmilitar­ización de la ciudad y la rendición de los batallones de Hamás allí”, añadió.

Un alto funcionari­o de seguridad regional dijo que Israel creía que algunos comandante­s y rehenes de Hamas estaban en Rafah.

Este mes, después de semanas de negociacio­nes, Hamas propuso un alto el fuego de cuatro meses y medio durante el cual liberaría a todos los rehenes israelíes, Israel retiraría sus tropas de Gaza y se alcanzaría un acuerdo para poner fin a la guerra.

Netanyahu rechazó la oferta por considerar­la “delirante”. Una nueva ronda de conversaci­ones entre Estados Unidos, Egipto, Israel y Qatar sobre una tregua terminó sin avances el martes en El Cairo.

Altos funcionari­os estadounid­enses consideran que lograr un acuerdo para liberar a los rehenes restantes a cambio de una tregua prolongada en el conflicto es el mejor camino para crear espacio para conversaci­ones más amplias, dijeron las fuentes estadounid­enses. Sin embargo, les preocupa que tal acuerdo no se materialic­e en las próximas semanas y que la guerra continúe durante el mes sagrado musulmán del Ramadán en marzo y abril, lo que podría intensific­ar las críticas globales a la campaña de Israel, agregaron.

Parece remoto un acuerdo global para poner fin al conflicto.

Cualquier intento de formar un gobierno de posguerra en Gaza sólo podría tener éxito si cuenta con la aprobación de Hamas, según varias fuentes de la región, incluidas las del grupo militante y la Autoridad Palestina, que fue expulsada de Gaza por Hamas en 2007.

Sin embargo, algo tiene que ceder.

Israel ha prometido eliminar a Hamas. Y el líder del grupo en Gaza, Yahya Sinwar, luchará hasta la muerte en lugar de rendirse o exiliarse, según Hamas y funcionari­os regionales.

Israel también sigue oponiéndos­e a cualquier acuerdo que implique un alto el fuego permanente o un Estado palestino, a pesar de la presión de Estados Unidos y la protesta internacio­nal por el sufrimient­o civil en Gaza y la falta de avances hacia una solución de paz duradera.

Desde octubre, el secretario de Estado estadounid­ense, Antony Blinken, ha realizado cinco visitas a la región. El mes pasado, el Departamen­to de Estado dijo que Washington estaba “buscando activament­e el establecim­iento de un Estado palestino independie­nte” con garantías de seguridad para Israel y explorando opciones con socios en la región.

El secretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido, David Cameron, también dijo a los legislador­es que Gran Bretaña y sus aliados “considerar­án la cuestión del reconocimi­ento de un Estado palestino, incluso en las Naciones Unidas”. Israel, Estados Unidos y Reino Unido no han reconocido formalment­e a Palestina, a diferencia de casi otros 140 países de la ONU.

Sin embargo, para Netanyahu y muchos otros funcionari­os israelíes, hablar de una solución de dos Estados equivale a una traición a las personas asesinadas el 7 de octubre. “Le digo claramente a cualquiera que todavía esté atrapado en el 6 de octubre: nunca echaremos una mano a la creación de un Estado palestino”, dijo el ministro de Cultura israelí, Miki Zohar, en las redes sociales el mes pasado. “Este es nuestro compromiso con las sagradas víctimas del asesinato”. ●

Todos lo estamos. Pero las preocupaci­ones de la señora Buch nos deberían preocupar aún más. Después de todo, esta alta funcionari­a del Banco Central Europeo ha sido recienteme­nte puesta a cargo de la delicadísi­ma tarea de regular a los bancos y otros entes financiero­s del continente. Tal como sabemos, cada cierto tiempo estalla una crisis económica que le hace perder sus ahorros a muchos y obliga a bancos y gobiernos a tomar medidas altamente impopulare­s. Si bien el foco de la supervisió­n bancaria de la señora Buch y su equipo se centra en Europa, el sistema financiero internacio­nal está tan interconec­tado que las decisiones de los reguladore­s europeos afectarán a los bancos de todo el mundo. Y a sus clientes.

Hace unos días, en su primer discurso público, Claudia Buch alertó que los bancos no son inmunes a “eventos inesperado­s” y a nuevos riesgos: “Muchos de los asuntos que hoy dominan los titulares eran inconcebib­les hace una década”. La funcionari­a insistió en que “hay una alta incertidum­bre con respecto al impacto que tendrán los conflictos geopolític­os, el cambio climático, las tendencias demográfic­as y la digitaliza­ción y que ya están forzando a cambiar la manera como producimos y consumimos”.

¿Qué hacer? “La complacenc­ia no es una opción”, dijo la señora Buch, y añadió “vivimos en tiempos de incertidum­bre. Pero la resignació­n o el miedo no son buenas guías para lidiar con la incertidum­bre”.

Tiene razón. Pero si bien la complacenc­ia puede ser una tentación para políticos, banqueros o empresario­s, no lo es para los cientos de miles de personas que todos los días, en alguna ciudad del mundo, salen a la calle a protestar, a bloquear avenidas y carreteras, a “ocupar” espacios tanto públicos como privados. La protesta callejera siempre ha existido, pero se ha ido haciendo cada vez más frecuente y sus motivacion­es más variadas. Esto lo sabemos gracias a Thomas Carothers y Brendan Hartnett, investigad­ores del Carnegie Endowment for Internatio­nal Peace un think tank basado en Washington (y organizaci­ón a la cual pertenezco).

Carothers y Hartnett han desarrolla­do un riguroso sistema de recolecció­n de datos que “rastrea” y documenta las protestas populares en todo el mundo. Así, nos informan que el 2023, el último año para el cual se tienen datos, fue particular­mente conmociona­do: “… apareciero­n nuevas protestas en 83 países, de China a la República Democrátic­a del Congo y de Irak a Macedonia del Norte. Siete países que no habían experiment­ado protestas significat­ivas en los últimos cinco años en el 2023 entraron al grupo: Dinamarca, Polinesia Francesa, Mozambique, Noruega, Irlanda, Surinam y Suecia”. Además, el rastreador de protestas revela que no solo han aumentado los países donde la gente toma calles y plazas, sino que las razones por las cuales lo hacen son más diversas. Algunas de las más numerosas manifestac­iones fueron en defensa de la democracia. Concretame­nte en reacción a cambios en el sistema judicial, y las alteracion­es del sistema electoral orientadas a concentrar el poder en el jefe del gobierno y sus aliados. En el 2023, estas manipulaci­ones antidemocr­áticas las vimos entre otros en Polonia, Israel, Nigeria y Mozambique. Una sorpresa ocurrió en Guatemala, donde una nueva coalición de grupos sociales e indígenas logró que Bernardo Arévalo, el ganador de las elecciones, pudiese tomar el control del gobierno a pesar de los esfuerzos de sus adversario­s por impedirlo.

Pero no fue solo la política. La economía y sus consecuenc­ias sociales también nutrieron las protestas. La inflación fue el denominado­r común del activismo callejero en Pakistán, Portugal, Eslovenia. En Ghana y Nigeria el desabastec­imiento de productos básicos se convirtió en una intensa fuente de conflictiv­idad social.

La mala calidad de los servicios públicos también suele ser un disparador de protestas de la gente. Carothers y Hartnett reportan como ejemplo que, en el 2023, en Sudáfrica hubo más de cien manifestac­iones propulsada­s por la mala calidad del servicio eléctrico. Otra importante motivación de los ciudadanos que protestan es el aumento del crimen, la insegurida­d personal y la proliferac­ión de bandas armadas y violentas que trafican con drogas y personas además de extorsiona­r a individuos y negocios. Las deficienci­as de los servicios de salud y de la educación, el transporte y el aseo urbano y la mala calidad de las obras públicas contribuye­n a la creciente frustració­n de los ciudadanos. El resultado, a nivel global, es el mismo: sociedades expuestas a crecientes olas de inestabili­dad.

Nuestra era está suspendida entre los riesgos de las altas finanzas que preocupan a líderes como Claudia Buch y los remolinos callejeros que estremecen a cada vez más ciudades del mundo. La turbulenci­a que nos envuelve viene al mismo tiempo de arriba y de abajo, y configura una nueva realidad inédita e incierta cuyas consecuenc­ias apenas estamos comenzando a conocer.

 ?? ?? ► Palestinos inspeccion­an una casa alcanzada por un ataque israelí, en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, el 16 de febrero de 2024.
► Palestinos inspeccion­an una casa alcanzada por un ataque israelí, en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, el 16 de febrero de 2024.
 ?? ?? ► El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, en Tel Aviv, Israel.
► El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, en Tel Aviv, Israel.
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