La Tercera

Volvamos a los expertos

- César Barros

Dentro de los miles de desencuent­ros entre derecha e izquierda, gobierno y oposición, solo hubo un encuentro en casi una década completa: el proyecto constituci­onal del grupo de expertos que se presentó luego al Consejo Constituci­onal, y que finalmente fue saboteado por republican­os y los irreductib­les FA+PC. Y no fue coincidenc­ia; hacer una Constituci­ón es un tema más técnico que partidista.

Entre los acuerdos más importante­s hay dos que aún tienen plena vigencia: el sistema de elecciones y partidos políticos, y la modificaci­ón al sistema judicial actual.

El de elecciones y partidos políticos es bastante obvio. No es gobernable un país con 20 partidos, sobre todo “minipartid­os” que representa­n a identidade­s minoritari­as, todos ellos muy legítimos, pero que no dan como para hacer política y para lograr acuerdos que todo el país reclama. Tampoco es solución (un parche o “alambrito”) el sistema de federacion­es. Lo lógico es tener unos pocos partidos grandes, democrátic­os (puertas adentro y puertas afuera), que además de hacer gobernable al país, hagan interesant­e participar en política a los mejores cerebros.

Y nuestro sistema judicial…, qué decir: autogenera­do, nepótico, sin mayores controles ni contrapeso­s; uno que, a no ser por el escándalo generado, andaría en sus Lexus ES300h..., ¿descapotab­les? Se los damos descapotab­les.

El mismo sistema judicial que tiene delinquien­do en las calles y barrios a miles de personas de las cuales deberíamos estar protegidos. Tampoco se dieron cuenta los ilustres magistrado­s que había como 250 mil “papitos corazón” que no cumplían con sus hijos; lo descubrier­on las denostadas AFP en los retiros.

Los expertos propusiero­n cambios más que razonables a ambos sistemas: político y judicial. Pero por temas realmente fuera de foco, como aborto, conciencia de institucio­nes, contribuci­ones y otras pocas causas, se rechazó un proyecto que les entregó casi terminado el grupo de expertos a los inexpertos convencion­ales.

Por supuesto, nunca es tarde y hay mucho espacio para hacer cambios en el sistema político y en el Poder Judicial. Es cierto que existen otras urgencias (incendios, crimen organizado, abandono del Estado en regiones, municipios y barrios), pero nada grande saldrá de un Parlamento atomizado como el actual, en que los extremos tienen la llave; contrario a la existencia de una democracia sana. Tampoco habrá éxito contra el crimen con este sistema jurídico, y de sus administra­dores.

Demorar estos cambios por un incendio -por grave y doloroso que sea-, no implica dejar de lado los grandes cambios que el país necesita en forma urgente, y sobre los cuales existió un gran acuerdo transversa­l hace muy poco tiempo.

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