La Tercera

Quinoa: fresco, sabroso y contundent­e

- Por Álvaro Peralta Sáinz Cronista gastronómi­co

Por estos días algunas calles de Vitacura lucen desiertas. Es el caso de Luis Pasteur a la altura de la Alianza Francesa, que con el colegio cerrado hace que todo el sector se vea verdaderam­ente desolado. Aprovechan­do que andaba por ahí, decidí almorzar -algo tarde- en el restaurant­e Quinoa, el que obviamente también estaba muy desocupado. Por lo mismo, pude elegir sin problemas una mesa en su fresco comedor e instalarme a revisar su carta.

Para partir me decidí por un ceviche de cochayuyo ($9.990) más un vaso de agua con hielo, ya que necesitaba pasar un poco el calor imperante. Llegó pronto el agua y casi inmediatam­ente el ceviche, que además del cochayuyo tenía zanahoria, pimiento rojo, champiñone­s, mango, cebolla morada y cilantro. Todo esto aderezado con una fresquísim­a leche de tigre vegetal, bien cítrica, que contrastab­a con el leve dulzor de ingredient­es como el mango y la zanahoria. Una entrada rica y refrescant­e que me abrió el apetito hacia algún plato caliente, por lo que opté por el plato del día ($13.990), que en esta ocasión consistía en un curry de verduras con arroz basmati más un jugo de piña con jengibre que llegó rápidament­e, aunque estaba más cargado al jengibre que a la piña. También llegó un pequeño pan integral bien rico, el que sólo mejoró al ser untado en el pebre licuado que también llegó a la mesa. Después vendría el turno del curry, que tenía zapallo italiano más brócoli, pimiento rojo y zanahoria, además de algunos cubos de tofu salteados. Todo estaba al dente y se ligaba bien con una salsa cremosa y suavemente picante. Mucho mejor quedaba cuando se mezclaba con el basmati que también tenía un poco de cilantro y algunos granos de maní que le aportaban sabor y crocancia al plato. En resumen, una preparació­n simple y sabrosa que funcionaba a la perfección con su acompañami­ento. En otras palabras, no quedó nada en el plato. Para cerrar, un espresso que también venía incluido en el valor del plato del día.

¿Qué más se puede agregar? Que la atención fue diligente y que el salón estaba tan tranquilo que aproveché de quedarme unos minutos más leyendo una revista, sin apuros propios ni de nadie del local. Muy agradable. Además, da gusto cuando se visita un local vegetarian­o y que su comida no solo cumpla con prescindir de productos de origen animal si no que también sea sabrosa y contundent­e. Y esto el Quinoa lo cumple con creces.

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