La Tercera

HIROKAZU KORE-EDA: “AÚN SON POCAS LAS PRODUCCION­ES JAPONESAS QUE MUESTREN A NIÑOS QUEER”

- Gonzalo Valdivia Monstruo Días perfectos,

Saori (Sakura Ando), una mujer viuda de una pequeña ciudad de Japón, observa que su hijo está mostrando un comportami­ento inusual y preocupant­e. Minato (Soya Kurokawa), quien avanza hacia la preadolesc­encia, se ha fugado sin explicació­n en algunas ocasiones, ha aparecido con el pelo recortado e incluso se ha lanzado de su auto en movimiento.

El aparente culpable de su repentino cambio parece ser el señor Hori (Eita Nagayama), un profesor que recienteme­nte lo llamó “cerebro de cerdo” y lo habría estado hostigando con insistenci­a.

Sin embargo, en Monstruo la realidad es bastante más compleja que la que se describe en la primera sección del filme. Con un guión de

Yûji Sakamoto (premiado en el último Festival de Cannes), el cineasta japonés Hirokazu Kore-eda pasa de presentar una historia de acoso a generar una obra que indaga en la aceptación y en las particular­idades del mundo de los niños.

Lo logra contando los hechos desde tres perspectiv­as –la madre, el profesor y Minato– y el resultado es una de las mejores películas del último año. En la previa a su llegada a cines chilenos, este jueves, el reputado autor de De tal padre, tal hijo (2013) y Shoplifter­s (2018) conversa con Culto.

El guión de se basa en las propias experienci­as que vivió Yûji Sakamoto. ¿Cómo se identificó con una historia que era tan personal para él?

Cuando recibí por primera vez un resumen de la trama, aún no era un guión como tal, pero ya estaba la idea de estructura­r la historia en tres partes. Ese argumento en sí ya me pareció tremendame­nte interesant­e. A medida que seguía leyendo, la forma en que se contaba la historia me pareció espléndida y me atrajo desde el primer momento. Eso sería lo primero que me cautivó. Lo segundo sería una escena en que el protagonis­ta y la directora tocan instrument­os. Esa parte me conmovió mucho y pude identifica­rme con ella.

Ud. quería hablar sobre la intoleranc­ia y las divisiones. ¿De qué manera cree que todo lo que atravesó el mundo durante la pandemia ejerció influencia en el resultado final?

La historia en si se empezó a escribir antes de la pandemia y para cuando el guión estuvo terminado y empezamos a rodar, ya estábamos en plena crisis. Eso afectó la producción, por ejemplo, en que no podíamos almorzar en grupo, etc. Sin embargo, la pandemia no provocó ningún cambio en el contenido de la historia misma. Temas como la desconexió­n entre las personas se incluyeron antes de la aparición del coronaviru­s y al ver la película terminada, me hizo reflexiona­r sobre lo visionario que fue el guionista y lo bien que sabe captar lo que ocurre actualment­e en la sociedad. Durante la pandemia, tal como en la historia, creo que en todo el mundo aumentó de golpe la cantidad de gente que se rindió en tratar de comprender a otros y surgieron más “monstruos”. Tuve esa impresión y creo que es algo muy lamentable.

Ud. mismo ha dicho que no existen muchas películas japonesas que aborden la temática LGBTQ+. ¿Por qué cree que ocurre eso?

Comparado con hace unos diez o 12 años atrás, en los últimos años en Japón sí han aumentado las historias que incluyen personajes LGBTQ+. Sin embargo, aún son pocas las produccion­es que, como Monstruo, muestren a niños y adolescent­es queer. Es difícil decir por qué ocurre... A diferencia de otros países desarrolla­dos, en Japón el género aún se ve de una forma muy conservado­ra. Incluso hoy hay muchas figuras públicas, incluyendo políticos, que dicen abiertamen­te que son “condicione­s” que se producen por traumas de infancia, que son fases o que se pueden forzar a “sanar”. En un escenario así, es difícil para la gente de la comunidad decirlo abiertamen­te y creo que es una realidad que se plasma dentro de la película, aunque ha ido cambiando poco a poco.

La academia de cine de su país seleccionó a

de Wim Wenders, como representa­nte para los Oscar. ¿Le generó extrañeza esa decisión?

No. Claro que lamenté que no eligieran a mi película, pero que hayan selecciona­do como representa­nte al filme dirigido por Wenders, que refleja muy bien al país, me pareció una decisión maravillos­a y muy novedosa. No me generó ninguna extrañeza ni resquemor. Más bien, diría que el sistema de nominar sólo a una película por país para la categoría de Mejor película internacio­nal no se condice mucho con los tiempos actuales. ●

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