La Tercera

El despelote

- Por Iván Poduje Arquitecto

Todos los gobiernos tienen problemas de marcha blanca, pero nunca habíamos visto una administra­ción que esté haciendo agua en casi todos los frentes luego de dos años de mandato. En la tragedia de los incendios de Viña del Mar se investigan fallas en los sistemas de alerta de evacuación (SAE), todavía no existe un plan de reconstruc­ción y hemos visto un preocupant­e desorden en las vocerías. La ministra Javiera Toro - coordinado­ra dijo que los colegios podrían ser ocupados como albergues el tiempo que fuese necesario, pero a los pocos días fue desmentida por Camila Vallejo – ministra de enlaceque afirmó que los establecim­ientos deben desocupars­e cuanto antes para iniciar el año escolar. Ninguna precisó donde dormirían los damnificad­os. Quizás eso dependa del nuevo gerente de la reconstruc­ción, un cargo inventado, sin atribucion­es, que será ocupado por una persona sin experienci­a en la materia.

Veamos la educación pública que fue la bandera de lucha de la generación que nos gobierna. A dos años de alcanzar el poder el resultado es desastroso. La brecha entre colegios privados y públicos aumentó, los liceos emblemátic­os se desfondaro­n y se detectaron atrasos e irregulari­dades en los Sistemas Locales de Educación (SLEP), que fue el Transantia­go educaciona­l que inventaron estos jóvenes bajo el alero del ubicuo Nicolás Eyzaguirre. La principal crisis se produjo en Atacama. Treinta mil niños perdieron dos meses de clases debido a severos daños en la infraestru­ctura de sus colegios. El ministro Cataldo viajó a Copiapó y se comprometi­ó con soluciones. Siete meses después tuvo que reconocer que los atrasos persisten, lo que a juicio de docentes y apoderados afectará el inicio del año escolar.

Sumemos una economía que no crece, fallas en el control migratorio e indultos a delincuent­es en plena crisis de seguridad. ¿Qué explica tanto despelote? Como Chile es un país presidenci­alista, es indudable que Gabriel Boric tiene mucha responsabi­lidad. Además de su falta experienci­a para “habitar el cargo”, influye el desdén que ha mostrado para asumir sus tareas de Estado. Cuesta entender su peculiar horario de trabajo, sus permanente­s cambios de opinión en asuntos relevantes o sus vacaciones en períodos de crisis. Este año decidió tomarse su feriado legal en medio de la compleja reconstruc­ción de

Viña del Mar y no lo interrumpi­ó luego del secuestro de un refugiado político venezolano, que podría generar un conflicto de proporcion­es con la dictadura de Nicolás Maduro.

Me imagino que el Presidente no esperaba encontrars­e con este panorama y eso podría explicar su desdén. Después de todo, en campaña prometió cambiar Chile y derribar el modelo neoliberal con proyectos estructura­les que, para su pesar, se fueron cayendo uno a uno como fichas de dominó. Primero se rechazó la Constituci­ón octubrista. Luego la reforma tributaria. Después no hubo plata para condonar el CAE y ahora no están los votos para el cambio en las pensiones. El error de Boric fue concentrar­se en esos proyectos estructura­les más que en los problemas de sus electores, que le terminaron reventando en la cara.

La oposición debe tomar nota, porque tuvo el mismo problema cuando se obsesionó con su Constituci­ón. También pensó que era posible mejorar Chile y su sistema político, mediante nuevas leyes e institucio­nes, una ingenuidad enorme consideran­do la fragilidad de nuestro Estado de Derecho para exigir que se respeten dichas leyes e institucio­nes.

Por eso, recuperar el Estado de Derecho debe ser el objetivo principal del próximo gobierno, lo que implicará tomar decisiones duras en seguridad y control de fronteras, para devolverle la tranquilid­ad a los chilenos. Será una tarea desgastado­ra, que dejará poco espacio para abordar otros temas, salvo por el crecimient­o económico que también debe ser prioritari­o, porque sin crecimient­o “todo lo demás es música” como dijo un gran Presidente de Chile. ●

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