La Tercera

VIOLENCIA EN LOS ESTADIOS

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SEÑOR DIRECTOR:

Hemos visto a importante­s actores del mundo del deporte expresarse con furia y dolor sobre los incidentes cada vez más violentos, antes, durante y después de los partidos de fútbol. Sin duda, compartimo­s varios de esos sentimient­os, pero nos llama la atención que tal preocupaci­ón no parece alcanzar para las violencias del fútbol cuando lo jugamos nosotras.

Las violencias abundan en el fútbol femenino. Somos nosotras quienes seguimos viendo cómo programan partidos en horarios que ponen en riesgo nuestra salud, en canchas de entrenamie­nto que significan un peligro importante de lesión, partidos a puertas cerradas, sin transmisió­n y sin espacio para que la hinchada asista. Parece que aquí todavía tenemos que seguir peleando para que les importe tanto nuestro trabajo como el de los hombres.

El año pasado, la semifinal de nuestro torneo convocó a casi 20 mil personas en el Estadio Monumental. Sin embargo, la otra llave se jugó a puertas cerradas. Mientras la discusión en el fútbol masculino es la seguridad en el estadio, nosotras todavía esperamos que nos dejen entrar: en el campeonato de Primera División 2023, más del 30% de los partidos se jugaron en canchas de entrenamie­nto y solo tres equipos de esta categoría y del Ascenso (que suman 36 clubes) planificar­on los partidos del femenino en el mismo recinto que la rama masculina.

Es cierto, vemos algunos clubes trabajar de forma seria y responsabl­e, pero otros —la mayoría— trabaja a regañadien­tes y con un tremendo desdén hacia nuestra actividad. Las dirigencia­s juran amor a sus colores, pero ese amor pareciera acabarse cuando esos colores los usamos nosotras.

Iona Rothfeld

Presidenta de la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino

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