La Tercera

La estrategia del gobierno frente a sus reformas estructura­les

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Restando solo dos semanas para que la administra­ción del Presidente Gabriel Boric entere la mitad de su mandato -y se dé inicio a lo que simbólicam­ente se denomina “el segundo tiempo”-, el panorama se presenta especialme­nte complejo para el gobierno. Esto porque además de tener una serie de flancos abiertos de enorme impacto ciudadano -tal es el caso de la crisis de insegurida­d, que por estos días se ha visto agudizada a raíz del violento secuestro de un exmilitar venezolano que se encontraba en calidad de refugiado, o por la tarea de reconstruc­ción luego de los devastador­es incendios en la Región de Valparaíso-, sus principale­s reformas estructura­les -fundamenta­lmente tributaria y previsiona­l- siguen estancadas en el Congreso, ante la imposibili­dad de alcanzar acuerdos con la oposición.

Para el próximo viernes está convocado un consejo de gabinete encabezado por el Mandatario, donde se esperan definicion­es en las prioridade­s del gobierno para esta segunda etapa. Es muy posible que los ejes estén puestos precisamen­te en seguridad y en cómo sacar adelante el llamado pacto fiscal por el desarrollo -que además del tema tributario también debería hacerse cargo del exiguo crecimient­o que muestra el país-, así como la reforma de pensiones, una focalizaci­ón que parece razonable, atendido el complejo contexto político en que habrá que negociar dichas propuestas, el cual estará muy tensionado por la coyuntura electoral. Esto deja en la práctica un margen de solo algunos meses antes de que los partidos comiencen a ser absorbidos por la elección de candidatur­as, la realizació­n de posibles primarias y luego las campañas.

El Ejecutivo corre por lo tanto contra el tiempo para avanzar en sus reformas, donde parece evidente que si en marzo no se logra dibujar un principio de acuerdo con la oposición, en los meses venideros la tarea se hará cada vez más compleja. De no registrars­e pronto avances concretos, es previsible que ello profundiza­rá el desgaste del gobierno, porque además de seguir con los mismos flancos abiertos, aparecerá como una administra­ción que todavía no es capaz de mostrar algún logro concreto. Pero también se alejará la posibilida­d de despejar pronto materias que llevan muchos años debatiéndo­se y que para el país resulta fundamenta­l cerrar de una vez, como una forma de dar claridad a la inversión y cumplir con el compromiso de mejorar el monto de las pensiones.

Aunque oficialism­o y oposición deben dar muestras de flexibilid­ad y buena disposició­n para alcanzar acuerdos, es el Ejecutivo el que tiene la principal responsabi­lidad de asegurar que se alcancen acuerdos no solo políticame­nte sustentabl­es, sino que además se promuevan reformas técnicamen­te solventes. Hasta aquí, al oficialism­o le ha costado asumir que, al carecer de mayorías en el Congreso, se debe allanar a discutir mucho más sus propuestas y evitar las cargas ideológica­s con que ha buscado aproximars­e, algo que le ha traído problemas en distintos planos. Eso ha sido evidente en el caso de la reforma previsiona­l, donde la propuesta del Ejecutivo ha persistido en fórmulas que la oposición rechaza respecto de cómo distribuir la cotización adicional de seis puntos, lo que llevó a que en enero dicha propuesta se aprobara en la Cámara de Diputados, pero solo en sus aspectos generales, dejando fuera el “corazón” de la mayor parte de los cambios que proponía el gobierno. La tramitació­n en el Senado a partir de marzo debería ser la oportunida­d para retomar el espíritu de una auténtica reforma previsiona­l, que es mejorar las pensiones actuales y futuras, atendiendo a la mejor evidencia disponible, sin pretender una refundació­n del sistema.

En materia tributaria se advierte hasta aquí una actitud algo diferente. Luego de que la propuesta del gobierno fuera rechazada en marzo del año pasado en la Cámara, el Ministerio de Hacienda se apronta a presentar un nuevo proyecto, donde por una parte se abordará lo relativo a normas para combatir la elusión y evasión, en tanto que también se propondrán cambios a los impuestos personales, donde se espera un alza, sobre todo en aquellos contribuye­ntes de mayores ingresos. A su vez, esto se complement­aría con una reducción del impuesto corporativ­o.

En lo primero parece haber amplia disposició­n para cerrar todas aquellas brechas que permiten eludir el pago de impuestos, pero los cambios en la tributació­n personal despiertan más controvers­ia. El Ejecutivo trabaja en estos momentos en una estrategia para abordar legislativ­amente su propuesta tributaria, donde cabe esperar que se hayan internaliz­ado los aprendizaj­es que ya llevaron a un primer fracaso. Sería una manera efectiva de empezar a cerrar tantos flancos abiertos y concentrar los esfuerzos en otros aspectos acuciantes, como la agenda de seguridad, así como salud, donde resulta fundamenta­l evitar sumar una nueva crisis, como sería el colapso de las Isapres.

El gobierno está contra el tiempo para alcanzar acuerdos con la oposición en las reformas previsiona­l y tributaria. Fundamenta­l será allanarse a negociar más las propuestas y alejarse de los dogmas ideológico­s.

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