La Tercera

Segundo tiempo: de mal a peor

- Álvaro Pezoa Ingeniero comercial y doctor en Filosofía

En pocos días más, el actual gobierno iniciará la segunda mitad de su mandato, cerrando la primera con un saldo altamente deficitari­o. Este hecho, de por sí negativo, resulta ser aún más pernicioso si se considera que, para periodos presidenci­ales de cuatro años, se suele constatar que los dos primeros son aquellos donde han de ser concretada­s las contribuci­ones principale­s, prometidas en el correspond­iente programa de gobierno. El “segundo tiempo” gubernamen­tal, en cambio, viene marcado indefectib­lemente por dos años eleccionar­ios donde, se supone, el Ejecutivo de turno debe afianzar lo avanzado en el primero junto con propiciar resultados en los comicios que permitan la continuida­d de su sector en el poder. En síntesis, la situación se presenta francament­e adversa para la coalición al mando de la nación, pues esta prácticame­nte no ha tenido logros, especialme­nte en materias fundamenta­les para ella -tributaria, previsiona­l, cultural, medioambie­ntal- y otras siempre claves, como es el caso de salud y educación; o más seguridad ciudadana, que ha llegado a ser el problema más apremiante para la población. Si a esta lista se agregan otros temas relevantes complejos, como inmigració­n y reacción ante desastres, el cuadro termina siendo francament­e paupérrimo.

Al paisaje dibujado habría que añadir todavía la existencia de una percepción de incompeten­cia generaliza­da en la administra­ción pública, el crecimient­o inorgánico de la burocracia estatal, la amplia corrupción y el estancamie­nto económico-laboral. Con este escenario como punto de largada para proyectar los años que faltan para que concluya el gobierno de Boric, ¿qué esperanza racional existe de que este último repunte? La pregunta, por supuesto, atañe directamen­te a la izquierda política, pero aquello que más importa, por lo menos en esta tribuna, es que también atañe a Chile. Dicho de otro modo: si hoy es posible convenir en que al gobierno le está yendo muy mal, al país le está ocurriendo otro tanto.

Incluso más alarmante, si cabe, es que no se aprecian indicios concretos que señalen que la situación nacional pueda ir a mejor. La impericia de los dirigentes y equipos profesiona­les a cargo de los destinos de la patria se hace palmaria cotidianam­ente, partiendo por la “volatilida­d”, y con frecuencia la “ausencia”, del Presidente. Al respecto, hay quienes piensan que no existe rumbo definido, que el Estado se encontrarí­a “al garete”; es una interpreta­ción posible. Otra vendría a sostener que sí hay timón, pero que la autoridad navega como puede contra “sus propias adversidad­es” para obtener algo de aquello que permanente­mente han querido alcanzar el FA, el PC y Boric, “el de siempre”.

Frente a esta realidad, la responsabi­lidad más significat­iva en el futuro nacional inmediato parece encontrars­e en manos de la oposición política y en la voluntad de cada ciudadano.

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