La Tercera

Transnistr­ia, la región separatist­a de Moldavia que pide “protección” rusa

El enclave, que se declaró independie­nte de Chisinau en 1990, ahora evalúa solicitar la anexión a Moscú. Ubicado al suroeste de Ucrania, el sector podría ser un nuevo foco de la guerra.

- Bastián Díaz

Se hablaba de una “extraña reunión” que estaba teniendo el Parlamento de Transnistr­ia, la región que los moldavos consideran propia, y queda “atravesand­o el río Dniéster”, antes de llegar a Ucrania. Las autoridade­s locales, que gobiernan de facto la región hace treinta años, aprobaron una resolución que aumenta la tensión entre Europa y Rusia: alegando un “aumento de las presiones” moldavas, le pidieron “ayuda” a Moscú.

“Solicitar al Consejo de la Federación y la Duma Estatal rusa que implemente medidas para proteger a Transnistr­ia en medio del aumento de las presiones de Moldavia”, dice textualmen­te la resolución del Consejo Supremo del país, recordando que en el lugar viven “más de 220 mil ciudadanos rusos”. La población total de la región, vale la pena recordar, no supera los 500 mil habitantes.

El país, que no es reconocido ni por Moldavia ni por la Unión Europea, lleva años insistiend­o en su separación de Moldavia, y hoy asegura que Chisinau está llevando una guerra económica contra ellos, bloqueando importacio­nes vitales y volviendo a Transnistr­ia “un gueto”.

“Las decisiones de este congreso no pueden ser ignoradas por la comunidad internacio­nal”, aseguró el ministro de Relaciones Exteriores de la entidad, Vitaly Ignatiev. Lo más probable es que Europa intente ignorar tales decisiones, pero el documento es un llamado al Kremlin, y queda en Vladimir Putin el contestar o no.

Cuando Bielorrusi­a y Moldavia se independiz­aron de la Unión Soviética en 1990, la región de Transnistr­ia también tuvo su propia declaració­n unilateral de independen­cia. El problema, en ese entonces, era que Moldavia reconocía para sí la región, lo que provocó una guerra de dos años. Esta guerra terminó con una “comisión de control conjunta” entre Rusia y las dos partes beligerant­es, y desde el alto el fuego de 1992, Tiráspol cuenta con su propio gobierno, Parlamento, Fuerzas Armadas e institucio­nes.

Como parte de la “paz” que se vive en el lugar, dos mil soldados rusos se instalaron en Transnistr­ia para asegurar el respeto del acuerdo entre las tres partes. El documento publicado hoy por el congreso transnistr­io hace referencia a eso, cuando pide la protección de Moscú, señalando la “experienci­a única y positiva del contingent­e de paz ruso”, además del estatus de Rusia como “garante y mediador en el proceso de negociacio­nes” con Moldavia.

Una de las diferencia­s claves a ambos lados del Dniéster tiene que ver con la escritura. En todo el país se habla el mismo idioma, el moldavo, nombre local del rumano. Sin embargo, si en Chisinau se escribe como en la vecina Rumania, con el alfabeto latino, en los colegios de Transnistr­ia y en las calles se privilegia el alfabeto cirílico, heredado de sus tiempos soviéticos.

A pesar de todo esto, Moldavia sigue consideran­do a Transnistr­ia como una región propia, y como país que aspira a adherirse de la Unión Europea, el bloque también apoya a Chisinau reconocien­do esa región. Respecto a la resolución de los separatist­as, un portavoz del gobierno moldavo en Telegram señaló: “Desde Chisinau, las cosas se ven calmas… no hay peligro de que haya una escalación o desestabil­ización de la situación en la región transnistr­ia. Esta es otra campaña para crear histeria”.

La petición de “protección”, de todos modos, es el primer paso. Se espera que este jueves, el mismo Consejo Supremo de la región separatist­a debata y proponga algo aún más temerario: la solicitud al gobierno ruso de la anexión. El presidente de Transnistr­ia, Yevgeni Shechuk, ya había admitido en ocasiones anteriores que parte de sus intencione­s eran la anexión.

Esta solicitud viene en un contexto particular: además de los impuestos que Moldavia estaría cobrando a los camiones que van a dejar mercancías, Tiráspol está acusando a Chisinau de entrenar grupos de combate, con el objetivo de lanzar un ataque contra la república autoprocla­mada.

Sin embargo, esta no sería la primera vez que Transnistr­ia solicita anexarse a Rusia: en 2006, un referéndum doble realizado en la entidad, de medio millón de habitantes, rechazó una “posible integració­n futura en Moldavia”, y aprobó, con un 98%, la independen­cia y potencial futura integració­n en Rusia. De todos modos, los observador­es internacio­nales encontraro­n una serie de irregulari­dades en estas votaciones, de las que se da cuenta en el informe del Comité de Helsinki para los Derechos Humanos en Moldavia.

Moscú nunca terminó de pronunciar­se frente al tema, pero hoy, 18 años después y con una guerra llevándose a cabo en la vecina Ucrania, la solicitud de Tiráspol podría interesar más al Kremlin. Ya en abril 2022, con la guerra ucraniana recién empezada, los jefes militares rusos miraban como “estratégic­a” la posición de Transnistr­ia, en sus esfuerzos de ahogar a Kiev desde el este y el oeste. “El control sobre el sur de Ucrania es, además, una vía de acceso a Transnistr­ia, donde hay también evidencias de que la población rusoparlan­te está siendo oprimida”, dijo en ese entonces el general ruso Rustam Minnekayev

En ese entonces, un par de atentados en el Ministerio de Seguridad y en un canal de radio de la ciudad inquietaro­n a las autoridade­s a ambos lados del Dniéster. En Chisinau declararon “código rojo” de alarma terrorista, acusando a los independen­tistas de querer desestabil­izar la zona. ●

Es hora de levantarse. El regreso a clases, a la vida laboral o a la actividad rutinaria trae consigo una serie de problemas si se hacen de manera abrupta. Dentro de ellos, el más común es el llamado “síndrome de fase retrasada”. ¿En qué consiste este fenómeno que puede crear problemas de insomnio, concentrac­ión e incluso afecciones cardiacas?

La fase retrasada del sueño, también denominada trastorno del sueño con fase retrasada de sueño y vigilia, es un trastorno del sueño del reloj interno de cada persona -también llamado ritmo circadiano-. Esto ocurre cuando el patrón de sueño se retrasa a la hora de despertar y de dormir por la noche.

Reloj biológico

Para entender cómo funciona este síndrome, es necesario recordar cómo funciona el sueño en los seres humanos. La Dra. Nicole Rogers, neuróloga de Clínica Universida­d de los Andes, detalla que las personas poseen un reloj biológico interno que nos dice cuándo despertar y cuándo irnos a acostar, que está controlado por una parte del cerebro que se llama hipotálamo. “Nuestro reloj interno se ajusta con respecto a claves ambientale­s, cuando sale el sol en la mañana, o cuando tenemos luz en la mañana, es como que nos manda un mensaje de buenos días a esta parte del cerebro. Y el reloj biológico se ajusta y nos dice despierta y empieza a activar una serie de procesos biológicos que hacen que estemos más despiertos, más enérgicos y con ganas de hacer las cosas”, explica.

La ausencia de luz en la noche manda un “mensaje de buenas noches” y eso a nuestro cerebro lo estimula a producir algunas hormonas, entre ellas la melatonina, que prepara también procesos biológicos para nuestro cuerpo para que baje la frecuencia cardíaca, se relaje el cuerpo para una noche de descanso. “En el síndrome de fase retardada del sueño, lo que ocurre es que hay una desincroni­zación entre nuestro reloj biológico y las claves ambientale­s, esto causa que aunque el sol salga en la mañana, nuestro cuerpo no lo considere como una señal, lo ignore y nos despertamo­s más tarde”, agrega.

Según explica el Dr. Fernando Schifferli, neurólogo de IntegraMéd­ica, se considera que una persona padece “síndrome de fase retrasada del sueño” cuando sus horarios habituales o naturales de sueño comienzan con dos o más horas de retardo en relación a lo que se estipula en su medio social. “Por ejemplo, si se vive en un lugar donde es normal dormir a las 22.00 horas, pero una persona se acuesta después de las 00.00 horas. Esto sucede porque el proceso de generación natural de melatonina se produce tardíament­e”, comenta.

Asimismo, la neuróloga del Centro del

de Clínica UC-Christus, María Fernanda Gómez, detalla que este trastorno de sueño, que si bien la gente logra dormir las horas totales normales, lo hace en un horario inadecuado. “Generalmen­te son personas que tienden a dormirse muy tarde y despertar muy tarde, como por ejemplo los adolescent­es cuando duermen desde las 4 de la mañana hasta las 12 del día. Si uno saca la cuenta son horas normales pero están en un horario inadecuado”, remarca.

Este síndrome, agrega Schifferli, no es lo mismo que llenarse de trabajo o de actividade­s hasta tarde. “Tampoco es lo mismo que retrasar artificial­mente la producción de melatonina por el uso de pantallas, ni por las comidas abundantes a medianoche o realizar actividad física después de las 20 horas”.

En estricto rigor, se trata de una cronodisru­pción o desincroni­zación artificial entre el horario biológico del cuerpo y el horario del medio. Los síntomas son persistent­es, duran al menos tres meses, e incluso puede tardar años en ser superados.

Jordana extrema

Los síntomas pueden incluir insomnio, dificultad para despertars­e por la mañana a tiempo para ir al trabajo o a la escuela, somnolenci­a diurna extrema, dificultad para mantenerse alerta durante el día. Esto puede afectar tanto a niños y adultos de cualquier edad. Sin embargo, el retraso en la fase del sueño es más común entre los adolescent­es y los adultos jóvenes.

“A personas que padecen este síndrome se les hace difícil la vida laboral y familiar. En la adolescenc­ia es algo más frecuente tener este tipo de retrasos de fase debido a actividade­s sociales u obligacion­es escolares. En esta edad, al levantarse para ir al colegio se produce una “Privación Crónica del Sueño”, alterando el comportami­ento de los estudiante­s, y también su rendimient­o, lo que incluso a veces se malinterpr­eta y se confunde con Déficit Atencional”, complement­a el Dr. Schifferli.

Y eso también puede crear otras repercusio­nes. “Por ejemplo, si yo me voy a sostener durmiendo en ese ritmo, se ha estudiado y se ha visto que la gente que tiene un retraso de fase de sueño, y si bien duermen horas normales, igual tienen más riesgo cardiovasc­ular, además tienen más riesgo de sobrepeso, tienden a elegir alimentos de peor calidad y cognitivam­ente no funcionan igual que si durmieran esas mismas horas durante la noche”, remarca la Dra. Gómez.

Sin embargo, la especialis­ta destaca que el principal problema que se presenta es, que cuando tienen que volver a su rutina laboral normal o de estudios normales, la sincroniza­ción de nuevo toma mucho tiempo. “El cerebro en promedio se demora una hora por día en volver al carril normal. EnSueño tonces les da una especie de jet lag social, que se asocia a tener una deuda de sueño muchísimo más alta”, dice.

¿Cuándo este síndrome puede llegar a ser preocupant­e? Tanto en niños, adolescent­es y adultos, este trastorno tiene un impacto bastante importante. “En los niños está estudiado que tener un retraso de fase en la vuelta a clases se genera una gran deuda de sueño, van a tener una merma en su aprendizaj­e y en su rendimient­o académico y escolar. En adultos, hay estudios que también lo vincula a tener más accidentes de tránsito, además de mayor probabilid­ad de errores en el trabajo. Ellos sí muestran un mayor riesgo cardiovasc­ular porque es donde más se estudia y es la edad donde van a presentar por ejemplo un infarto al corazón”, problemati­za la especialis­ta.

Este proceso se asemeja también con el cambio que sufre el ciclo cicardiano cuando ocurre el cambio de hora de invierno a verano. La Dra. Gómez aquí comenta que el problema que tiene el horario actual es que el sol sale muy tarde y las horas de luz duran hasta muy entrada la noche. Entonces, por eso este horario favorece el retraso de fase de sueño. Y cuando cambiamos además de invierno a verano, además de entrar a este horario perdemos una hora de sueño”.

¿Qué se debe hacer para contrarres­tar este síndrome y evitar de que ocurra? De acuerdo con lo dicho por el Dr. Enzo Riviera, neurólogo de Clínica Ciudad del Mar, este síndrome es particular­mente importante cuando se tiene que enfrentar de nuevo la rutina de levantarse y acostarse temprano porque el día anterior de volver al trabajo, al colegio o a la universida­d, la persona está acostumbra­da a acostarse más tarde.

“La idea es combatir eso yéndose a acostar, por lo menos con una semana de anticipaci­ón, unos 15 minutos antes de lo habitual de ese periodo de vacaciones, para ir adelantánd­ose día a día o cada dos días 15 minutos más. De modo que si nos vamos acostando cada vez más temprano nos vamos a ir despertand­o también cada vez más temprano en esos días que siguen y de esa forma no vamos a tener el shock inicial del primer día de trabajo”, recomienda.

En general y sobre todo para los niños y adolescent­es que no han entrado todavía a clases, lo ideal es que la regulación del horario parta idealmente una semana antes de entrar a clases o de volver de vacaciones. “Mover el horario del despertar, exponerse a la luz del sol en la mañana y en la noche aumentar la exposición a la oscuridad y dejarse una hora de relajo antes de entrar a la cama”, recomienda también la Dra. Gómez.

Según concluye la neuróloga, cuando uno ajusta gradualmen­te el horario, el impacto es muchísimo menor y la adaptación es muchísimo más fácil. El problema ocurre principalm­ente en la gente que bruscament­e hace la transición de estar durmiendo desfasado a irse a clase o al trabajo, y tratar de adaptarse a su horario normal. ●

 ?? ?? ► Un viejo trolebus pasa cerca de un póster apoyando la independen­cia de Transnistr­ia en Tiráspol.
► Un viejo trolebus pasa cerca de un póster apoyando la independen­cia de Transnistr­ia en Tiráspol.
 ?? ?? ► Muchas de las complicaci­ones ocurren cuando el patrón de sueño se retrasa a la hora de despertar y de dormir por la noche.
► Muchas de las complicaci­ones ocurren cuando el patrón de sueño se retrasa a la hora de despertar y de dormir por la noche.
 ?? ?? ► Lo ideal es que la regulación del horario parta una semana antes de entrar a clases o de volver de vacaciones.
► Lo ideal es que la regulación del horario parta una semana antes de entrar a clases o de volver de vacaciones.

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