La Tercera

Cómo no hacer las cosas

- Rolf Lüders Economista

En estos días se ha destacado en las noticias locales el impacto fiscal de la condonació­n del CAE y aquél del subsidio al transporte urbano. El primero, según estimacion­es de Horizontal (La Tercera del 4.12.2023), sería del orden de unos US$11 mil millones y el segundo se estima que tendrá –solo en 2024- un costo de unos mil millones de dólares. ¿Se imagina Ud. lo que se podría hacer con parte de estos recursos para, por ejemplo, impulsar el crecimient­o económico?

En principio, ambos programas tienen su justificat­ivo. El Crédito con Aval del Estado (CAE) nació en 2005, siendo Presidente de la República Ricardo Lagos, con el objetivo de permitir a todos los buenos alumnos acceder a estudios superiores. En efecto, el alumno recibe, para pagar su matrícula, un crédito bancario a una tasa de interés baja, que debe devolver sujeto a que el monto a pagar anualmente no exceda al 10 por ciento de sus ingresos. Si a los 15 años de egreso todavía queda un remanente a enterar, este se condona. Es decir, el alumno que -beneficiad­o materialme­nte por los estudios superiores- sirve el crédito, hace posible el financiami­ento de un nuevo crédito para otro alumno. Esta política es, en principio, justa y eficiente. También lo es el subsidio al transporte público, dado que -entre otras cosaséste reduce la congestión y los efectos medioambie­ntales negativos del traslado.

Es posible discrepar de las mencionada­s políticas públicas aplicadas en Chile por motivos ideológico­s (hay aquellos que postulan -sin lógica económica- que la educación superior y el transporte público deben ser gratuitos), o por aspectos técnicos de diseño (hay aquellos que difieren -entre otras cosas- del nivel de la tasa de interés en el CAE, del número de buses y de sus recorridos, y/o del monto del subsidio al transporte).

En esta columna no me deseo referir a las disputas anteriores, sino al hecho que un porcentaje -ahora ya mayoritari­o- de los beneficiad­os con el CAE no sirven sus créditos y la evasión en el sistema de buses de Santiago es del 40 por ciento.

Existen explicacio­nes para esta evasión masiva. Entre otras, en el caso del CAE, es la falta de incentivos y medios de la banca comercial para cobrar los créditos y la promesa oficial de una condonació­n al menos parcial de esos créditos, y en el caso del transporte, lo es la pésima implementa­ción del Transantia­go y sus consecuenc­ias.

Tal como operan en la práctica estos dos esquemas -el CAE y el subsidio al transporte público-, por sus elevados e indeseable­s niveles de evasión, inducen en la población un comportami­ento moral nefasto y a nivel país una asignación de recursos ineficient­e. Si en verdad deseamos desarrolla­rnos, debemos hacer las cosas bien, lo que incluye asegurarno­s de que los ciudadanos cumplan estrictame­nte con los compromiso­s de pago.

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