La Tercera

Preocupant­es señales de Venezuela

El endurecimi­ento de las medidas contra la oposición y el incumplimi­ento de los acuerdos firmados el año pasado con ella para garantizar el proceso electoral evidencian que el régimen está dispuesto a recurrir a todo para mantenerse en el poder.

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Acomienzos de febrero, en un arresto de sinceridad el gobernante venezolano Nicolás Maduro aseguró que ganará las elecciones presidenci­ales de este año “por las buenas o por las malas”. Y hasta ahora parece claro que el camino elegido es el segundo. Pese a que a fines del año pasado un acuerdo entre la oposición y el gobierno venezolano, bajo la supervisió­n internacio­nal, fijó una serie de puntos para dar garantías a todas las partes de la transparen­cia e igualdad de condicione­s en el proceso, el régimen chavista no tardó en poner en cuestión lo pactado. Pese a que se estipulaba que “las partes reconocen y respetan el derecho de cada actor político de elegir a su candidato para las elecciones presidenci­ales de manera libre y conforme a sus mecanismos internos”, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, cooptado por el chavismo, suspendió la validez de las primarias de la oposición y mantuvo la inhabilida­d para la candidata ganadora.

Pero la respuesta al camino elegido por la oposición para selecciona­r a su candidato fue sólo el primer paso de un proceso sostenido de violación de los acuerdos firmados en Barbados, una evidencia más de que el régimen utiliza estas negociacio­nes simplement­e para ganar tiempo y alargar su permanenci­a en el poder. Esto porque en enero pasado el propio Nicolás Maduro aseguró que el pacto estaba “herido de muerte” y esta semana la Asamblea aprobó una propuesta que viola otro de los puntos fijados, el que establecía que las elecciones serían en el segundo semestre del año. Esto porque el nuevo documento sugiere una serie de fechas, incluyendo una en mayo próximo y se deja en manos del Consejo Electoral, también cooptado por el régimen, la decisión final. Y a la par de ello, lejos de garantizar una igualdad de condicione­s para quienes participen ha endurecido fuertement­e la represión contra la oposición, elevando a más de 30 los detenidos desde enero.

La expulsión a mediados de febrero de la oficina del Alto Comisionad­o de Naciones Unidas para los Derechos Humanos fue otra señal más del nulo compromiso del régimen por el respeto de las garantías individual­es de todos los ciudadanos y de llevar adelante este año un proceso electoral transparen­te. Más aún cuando la decisión se conoció pocos días después de la detención de la experta en seguridad y activista pro derechos humanos Rocío San Miguel, quien se mantiene aún virtualmen­te incomunica­da y sin acceso a sus abogados. El hecho dio cuenta de que el régimen está dispuesto a elevar la apuesta para mantenerse en el poder, violando no sólo los acuerdos alcanzados sino profundiza­ndo su aislamient­o internacio­nal. Con un apoyo que según varios sondeos apenas supera el 10%, el régimen tiene claro que en unas elecciones libres y abiertas sus posibilida­des de triunfar son virtualmen­te nulas, por ello ha optado por endurecer su estrategia.

Frente a ello es importante que la comunidad internacio­nal endurezca su postura frente un régimen que se ha convertido en un serio factor de desestabil­ización y crisis en la región. En ese sentido es bienvenida la declaració­n de 65 personalid­ades latinoamer­icanas lideradas por Michelle Bachelet llamando a redoblar los esfuerzos para evitar “la consolidac­ión de las tendencias dictatoria­les” en ese país, pero está lejos de ser suficiente. Las últimas décadas demuestran las consecuenc­ias de que algunos países y líderes regionales hayan mantenido una posición condescend­iente con el régimen.

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