La Tercera

La batalla cultural perdida

- Óscar Guillermo Garretón Economista

Más que el diputado Winter, es Jorge Arrate quien me suena más certero en su análisis de la izquierda gobernante cuando dice: “La izquierda está perdiendo el round en la batalla cultural”. La pérdida no partió con Boric ni es solo de él. Comenzó a materializ­arse antes, cuando fue distancián­dose y renegando de la renovación socialista, de los éxitos de los años de Concertaci­ón y luego, no fue capaz de dar respuesta satisfacto­ria a la realidad social creada por obra de ésta.

Se impuso así un tiempo de alternanci­as que ya dura cuatro gobiernos. La derecha exhibe mejores rendimient­os, pero tampoco sus respuestas la libraron de la decepción electoral. En la izquierda todo se hizo mal: el crecimient­o se fue a pique, 9 malas reformas tributaria­s contribuye­ron a ello, educación y salud se deteriorar­on a pesar de cuantiosos aumentos presupuest­arios, aumentó el déficit fiscal, el endeudamie­nto público y el desprestig­io de la política. De alguna manera el éxito del Frente Amplio es fruto de esos fracasos: si todos la decepciona­ban, ¿por qué no apostar a los que no habían gobernado y decían que todo estaba mal?

Así llegamos al gobierno de Boric y a la Convención Constituye­nte. Le bastaron seis meses a la ciudadanía para dictaminar en septiembre de 2022 que no querían más la chichita refundacio­nal, paralizant­e, destituyen­te y legitimado­ra tanto de la violencia como del socavamien­to de la institucio­nalidad, con que pretendían curarla. Lagos y Piñera subieron en la valoración popular y ahora parece más probable un próximo triunfo de derecha.

Ha sido una izquierda sin respuesta a la demanda de “justicia social” que tanto gusta enarbolar. El país ha retrocedid­o y ha agregado nuevos dolores como la migración descontrol­ada y la delincuenc­ia organizada. Si esa izquierda que representa el diputado Winter escucha su llamado a volver a lo que eran, volvería a la palabra sin obra, a la suma de consignas en las que cada vez menos creen: no a la “democracia de los acuerdos”, economía “extractivi­sta”, pensiones de reparto, no a los TLC, salud exclusivam­ente pública, educación “sin patines”, hostilidad a la empresa privada, etc. A Apruebo Dignidad le sobra debate retro y le faltan coraje para procesar su fracaso, calidad y viabilidad de propuestas, obras palpables, celo comprobabl­e por la probidad. El Socialismo Democrátic­o también está en deuda; parece haber optado por renunciar a tener respuestas propias – salvo excepcione­s aplaudible­s como la alcaldesa Delfino – conformánd­ose con ser burocracia gestora, ufana de ser mejores para hacer más o menos lo mismo que Apruebo Dignidad.

Las izquierdas gobernante­s enfrentan una derrota cultural forjada durante años. La derecha en tanto, recupera valor cultural; y el vacío del centro que la izquierda ha generado, le dan oportunida­d para sembrar esperanzas ciudadanas si ahora hace las cosas mejor, pensando en mayorías.

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