La Tercera

Morosidad del CAE: efectos de una promesa ambigua

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Como era de esperar, la falta de claridad del gobierno sobre el futuro del Crédito con Garantía Estatal ha terminado generando un alza de la morosidad, elevando los costos del sistema y afectando las políticas de financiami­ento de la educación superior.

La ambigüedad en la recurrente promesa de condonació­n universal del Crédito con Garantía Estatal (CAE) por parte del gobierno ha generado consecuenc­ias significat­ivas y preocupant­es para la política de financiami­ento de la educación superior. Sumado a los efectos económicos de la pandemia y la promulgaci­ón de la ley 21.214 –que prohíbe informar las deudas educativas–, tras el triunfo electoral del mandatario prometiend­o la condonació­n del CAE, más de 73.807 han dejado de pagar sus cuotas y cayeron en morosidad por esta última razón (Pivotes 2024). Así, hoy nos enfrentamo­s a un inquietant­e récord: más de 540 mil personas dejaron de pagar el CAE en 2023. La morosidad entre los egresados (con tres o más cuotas impagas) pasó en los últimos siete años del 29% al 54%.

La promesa de condonació­n universal ha demostrado ser impractica­ble. Las proyeccion­es indican cifras astronómic­as que superan los 10 mil millones de dólares, cerca del 4% del PIB. En este contexto, en estos dos años de gobierno hemos observado posturas divergente­s: algunas autoridade­s abogan por cumplir la promesa, ignorando el riesgo para la sostenibil­idad fiscal, mientras que otras reconocen su inviabilid­ad. Esta falta de consenso se ve reflejada en que aún no se conoce el detalle de la medida. Las autoridade­s han respondido que este retraso se debería a que se espera un estudio para definir un futuro proyecto de ley, que buscaría cambiar el modelo de financiami­ento estudianti­l y reemplazar el CAE. Es decir, la promesa de condonació­n realizada durante la campaña y sostenida durante estos dos años no cuenta con los estudios ni análisis que la sustenten.

Todo indica que la condonació­n dejará de ser universal, aunque desconocem­os sus alcances. Lo que sí sabemos es que mientras estas indefinici­ones continúen, se seguirá incentivan­do la morosidad y, con ello, el aumento de las garantías ejecutadas. Al respecto, el costo de éstas lo asume tanto el Fisco como las institucio­nes de educación superior. El costo total de estas ha sido de UF 38,7 millones acumuladas al 31 de diciembre de 2022 (Ingresa, 2023).

Eliminar el CAE tampoco sería una medida favorable, dado que ha posibilita­do que más de 1 millón de estudiante­s accedan a la educación superior y obtengan sus títulos en nuestro país. Además, este sistema también ha permitido, en países como Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido y Países Bajos, que un mayor número de personas acceda a la universida­d manteniend­o la sostenibil­idad fiscal. Como todo instrument­o, es perfectibl­e. Si bien la reducción de la tasa de interés al 2% y contingent­e al ingreso en 2012 fue un avance, ahora el enfoque debe centrarse en reducir la morosidad. Para ello, una buena opción sería ampliar el período de gracia, permitiend­o que los egresados puedan estabiliza­rse financiera­mente. Así también, se debe evaluar mejorar el subsidio de las cuotas mensuales y mayores incentivos al prepago, entre otras mejoras.

Es crucial que las autoridade­s actúen con transparen­cia y decisión para resolver esta situación, asegurando un acceso equitativo a la educación superior sin compromete­r el futuro financiero de los estudiante­s, junto con lograr la sostenibil­idad del instrument­o. Además, urge que el gobierno busque generar un cambio cultural con respecto a la expectativ­a de condonació­n.

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